Oriente Próximo, Política

El terrorismo no tiene patria

El sobresalto es casi diario. Cercano o lejano.


 Se mata por odio, por ideología, por miedo o por un impulso incomprensible a segar vidas ajenas. Las formas son múltiples. Desde una inmolación con bombas en la cintura hasta un camión que pisotea y destruye vidas en una tranquila avenida de Niza.

Los muertos lejanos nos afectan menos. Hoy hemos sabido que una de tantas bombas que han estallado en Bagdad se ha cobrado más de ochenta vidas. El que fue editor del Daily Express, periódico populista conservador, decía que una muerte es noticia en Fleet Street, diez muertos en Francia son noticia y cien muertos en Estados Unidos son noticia. Nunca pasa nada en un país sudamericano.

Nos golpean y nos atemorizan las muertes en escenarios europeos. Lógico. Pero no nos impactan en absoluto las muertes en Iraq, Siria, Yemen o Bangladesh. Es una de las constantes del universo mediático que valora lo próximo e ignora lo lejano.

Hay una constante que se observa en el universo democrático occidental. Hay más violencia. Personal o colectiva. Un individuo puede dar muerte a los que se divierten en un club de Orlando o a los que bailan y gritan en una sala de fiestas de París.

Ahora le ha tocado el macabro turno a Alemania. Primero un personaje de procedencia afgana que intentó acuchillar a dos viajeros de un tren. Luego el asesino de Munich. Otro individuo ha dado muerte a otra persona en Alemania. Francia ha prolongado el estado de sitio durante varios meses más. Las policías y los servicios de inteligencia de toda Europa están activados. Cualquier cosa puede ocurrir en cualquier parte y en cualquier momento.

Es hora de afrontar esta problema que afecta a la seguridad de las personas. Los gobiernos no pueden mirar hacia otra parte. Los partidos xenófobos ven a extranjeros, musulmanes especialmente, detrás de cada atentado. El caso del alemán de origen iraní se ha tratado como el acto de un loco. Si hubiera sido musulmán no habríamos dudado en calificarlo como terrorista.

Una muerte de una o varias personas es un acto criminal. Una acción terrorista. Ya sea perpetrado por personas de nuestra cultura o de procedencia lejana. Hay que atajar el terror, la muerte gratuita, el mal que es ejecutado por terroristas, locos, cuerdos que actúan por razones ideológicas o racistas. El terrorismo no tiene patria.

© Lluis Foix

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