Obviamente no sólo en la Argentina es “negocio” político atacar y demonizar al sector agropecuario, que tiene pocos votos que ofrecer.

La noticia a la que nos referimos en esta breve nota es para reír o para llorar. Ud. elije.

Viene de España, donde el actual Ministro de Consumo del país, nada menos, un tal Alberto Garzón, acaba de hacer enojar, con toda razón, a su importante “sector agropecuario” al afirmar, muy suelto de cuerpo y sectariamente, cual dueño absoluto de la verdad, que su país “exporta carne de mala calidad”, proveniente de animales “maltratados”. Increíble, pero ha sido realmente así.

Obviamente no sólo en la Argentina es “negocio” político atacar y demonizar al sector agropecuario, que tiene pocos votos que ofrecer. También en España ocurre ese lamentable despropósito, que, recordemos, está entre los ataques al campo, “de distracción”, preferidos de nuestro ínclito presidente: el muy poco idóneo Alberto Fernández, cuyo aspecto exterior, convengamos, no es precisamente el propio de un “gauchito”. Es, más bien, el de un funcionario de pompas fúnebres, en todo caso.

El sector español afectado habla de “irresponsabilidad” y de “sectarismo”. Y prepara acciones legales en procura de obtener una rectificación y de una reparación del daño que le ha sido infligido por su propio gobierno.

Y califica  lo dicho desde el gobierno de “infamia” y de “burla”. Razón por la cual, como era ciertamente de esperar, exige el “cese” inmediato del mencionado jovencito, Alberto Garzón, quien es el desaprensivo autor de las desafortunadas afirmaciones sobre la carne de su país, antes aludidas.

Hablamos, cabe agregar, del cuarto sector industrial (el cárnico) de España. Nada menos. Con un giro de negocios anual del orden de los 27.000 millones de euros.  No es poca cosa. Lo de Alberto Garzón es para la historia, en el capítulo sobre “Como no gobernar”, evidentemente. De horror.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.