Su objetivo final no es una victoria militar sino psicológica: la expansión del miedo y el terror.

Editorial
Las recientes bombas estalladas en Egipto, Gran Bretaña e Irak son muestras fehacientes de que la guerra terrorista está ahora en manos de células disgregadas, actuando de forma independiente las unas de las otras, pero unidas en cuanto a ideología, según la opinión de varios expertos.

Al Qaeda tiene una fuerte red de apoyos en Europa. Los ataques del 11-S, en realidad, fueron llevados a cabo en gran parte por la célula de Al Qaeda en Hamburgo, Alemania con la planificación, apoyo económico y logístico de Khalid Sheikh Mohammed, miembro del núcleo duro de terroristas de Bin Laden.

Estas células acaban de actuar en Egipto, al igual que lo hicieron en su momento en Madrid y Casablanca. Células organizada por inmigrantes musulmanes del Norte de África, como el caso del 11-M o, presuntamente, paquistaníes al servicios de la Brigadas Islámicas del Orgullo, como el caso de Sharm el Sheij.

Es como si Al Qaeda funcionara como una gran multinacional con un inspirador sistema de franquicias. El comunicólogo español Román Gubern piensa que Al Qaeda se expande como las células cancerosas que crecen en el tejido orgánico, que se van infiltrando sórdidamente en el cuerpo social, al punto que el agente miedo se apodera de las instituciones, los países, la gente hasta llegar a la paranoia de los aeropuertos norteamericanos, las leyes especiales, los cemento protectores y el “tirar a matar” que en estos momentos practica con impericia Scotland Yard.

La guerra en red tiene altísima movilidad, aunque su objetivo final no es una victoria militar sino psicológica: la expansión del miedo y el terror. Que no podamos vivir tranquilos, que vivamos en alerta permamente y dudemos de todo y de todos, incluso de los valores que sustentan nuestra civilización.

Mientras tanto, el miedo se extiende por toda Europa. En Budapest, la mañana siguiente de los atentados de Londres, fueron evacuados tres centros comerciales tras falsas alarmas de bomba. En Francia la alerta ha ascendido al “nivel rojo”. Igual temor comparten con los italianos y los daneses: la reivindicación por parte de la célula de Al Qaeda de los atentados ingleses contiene una amenaza directa a Roma y Copenhague, originada por la presencia de sus tropas militares en Irak.

Europa está en la mira y no existe ningún elemento de juicio que pueda decretar a quién le tocará el próximo y cuándo.