América, Política, Portada

Barajar y dar de nuevo..

Se viene un  periodo de nuevo Gobierno. Se persiga o no,  la realidad suspira por un ambiente propicio para el  necesario cambio. Quienes creen  en la utopía socialista de “armonía”  y “justicia social”  se equivocan, los conflictos siempre existirán  aunque no por ello  se les deje de reconocer y dar tratamiento. El presidente para hacerlo  sin duda  deberá  proyectar acuerdos y transacciones, siempre provisorias y perfectibles, por  lo cual  necesitará  establecer un marco pacifico para que haya coordinación y cooperación social, es el que permite la democracia.  De este modo el costo en sufrimiento y destrucción psicológica  será menor que si se  tratara de  buscar soluciones con métodos violentos.

El primer paso  tendrá que ser la austeridad, se necesitará contar con gran apoyo de la gente para ajustar el cinturón, los que deberán dar el ejemplo son quienes van a gobernar,  desprendiéndose de privilegios y del confort obsceno que se ha  mostrado durante tantos años.  Nadie pide que vivan en la miseria pero sí  de sus sueldos,  sin violar el séptimo mandamiento, sería el modo de que los trabajadores, los que dependen de un salario,  vuelvan a tener fe, ya no va a ser  fácil engañar con palabras y dádivas que se evaporan con el aumento constante del índice de inflación. En muchos sectores se ha aprendido la lección, si se pide sacrificio esta vez deberá ser parejo para todos, el éxito dependerá de quien dirija el gobierno, tal cual como sucede en una familia,  sociedad en miniatura,  o  en una empresa,   dependerá  siempre, de la confianza en quien la dirige y de la comprensión mutua. Muy cerquita  “cruzando el charco”  tenemos un ejemplo paradigmático: Uruguay  demuestra la necesidad de un gobierno que convenza para que vuelva la confianza y con ella las medidas que creen un clima favorable,  un país bien organizado con políticos que se respeten entre sí.  Hay que desterrar de la vida política las injurias y ofensas personales, se debe discutir con altura y dignidad,  elevar el nivel del debate, los partidos políticos democráticos deben aceptarse mutuamente, aquí se tratan como antipartidos,  parece que se quiere suprimir con violencia a los rivales. En Uruguay se observa  la importancia que tiene el liderazgo y la rectitud en el comportamiento,  las consecuencias   de ir siempre  hacia una sociedad abierta  son extraordinarias.

Crear un ambiente favorable también exigirá de una buena, objetiva,  y mesurada  información pública, el periodismo  en general  ha dejado de ser serio,  traspasando los límites de la libertad de prensa olvidó,  en muchos casos,   la misión y proyección de la profesión. Aportaron conclusiones imprudentes para el sistema democrático, afectaron  sentimientos íntimos de las personas, derechos e intereses que deberían ser inviolables.  Proyectaron sombras sobre gente honorable al punto que debieron soportar un duro impacto, también sus familias. Cayeron todos en la misma bolsa,  dieron calce a que  la susceptibilidad popular se inclinara por admitir ciertas conclusiones basadas en meras conjeturas,  una Justicia amañada  se mantuvo en muchos casos en silencio por lo cual no pudo ser un buen remedio, quedaron  investigaciones sin aclarar, en punto muerto.  Se deberá reclamar la integridad de la Justicia para que renueve  el respeto que debe merecer  y para que el poder del Estado, el cual tiene a su cargo la tarea de que la ley sea igual para todos,  goce también de la necesaria confianza que ha perdido, ello  será fundamental  también  para prestigiar a las fuerzas de seguridad, hoy tan vapuleadas. El desprecio actual hacia la policía implica ignorar que su misión es muy dura,  con evidente riesgo físico y psicológico por el solo hecho de cumplir con su misión.

La importancia que se le debe asignar a la función pública reclama depuración de los funcionarios en todas las aéreas de gobierno,  sobre todo en un momento en el que es indispensable una contención en el gasto público, contención que ha sido minada por el gobierno anterior. Cargos como el que ostenta,    por ejemplo,   Ricardo Alfonsín  en España:  la opinión pública sabe de memoria que fue otorgado,  como tantos otros,  por servicios prestados al Gobierno,  deben ser denunciados por la sociedad,  dejar de pagar sueldos innecesarios que gravitan sobre todos los argentinos. Muchos continuarán en sus puestos haciéndole un mal a la República: desarrollan una actividad en su contra,  como tantos “ñoquis” de La Càmpora,   admiradores  de Irán, Cuba, Venezuela  y otros países totalitarios.

Se necesita que vuelva a  reinar el derecho,  no los caprichos de los gobernantes y rijan  los tres poderes sino se quiere terminar en el caos constitucional de desorden y  desconcierto  como hasta ahora,  poderes como manda la Carta Magna,  independientes,  que  guarden entre ellos más armonía y equilibrio. Hoy reina una terrible confusión, el Poder Ejecutivo no debería  actuar por decreto  inmiscuyéndose en el legislativo  por razones de conveniencia política, ello  hace  crecer el escepticismo,  la desconfianza,  y la animadversión  entre quienes se consideren defraudados. El Congreso,  por su parte,  tendrá que enfrentar los problemas en vez de soslayarlos o desviarlos, un  ejemplo cercano es la ley de alquileres: significó un encogimiento de hombros por parte de los legisladores,  quienes distraen su tiempo buscando solo impacto político en vez de reales soluciones. No puede seguir  la inoperancia del Congreso, hacer política en vez de legislar, por eso está cansada la gente de los  políticos, es preciso enaltecer y  dignificar el concepto de política, imitar a Uruguay.  No se puede seguir así,  con un sistema   minado por la demagogia, donde se ha acostumbrado a la gente a seguir al que más promete sin que se analice los problemas y las soluciones posibles.  Leyes demagógicas  fueron sancionadas sin tener los recursos necesarios para cumplirlas prefiriendo  el camino fácil del incumplimiento, es hora de abandonar  esas prácticas para salir adelante, el destino del país exige seriedad   en el manejo de la cosa pública.  Parte del cambio debería ser  no permitir que el  Gobierno  se infiltre  en las instituciones,  deben ser inalterables, se tiene que gobernar de una vez por todas  con la Constitución en la mano.  La democracia  tendrá que  evitar su enfermedad terminal:  la dictadura,  alejarla significa practicar la libertad con responsabilidad: dejar atrás legisladores incapaces, obsecuentes, temibles, gobernadores meros empleados del Gobierno,  sin jerarquía, funcionarios aprovechados, corruptos, prensa amordazada por la pauta oficial u otros métodos y el miedo de ser despedidos por opinar distinto.

El país ha experimentado un continuo proceso de subversión de los valores donde se justifican las enormes ganancias de funcionarios  y no se valora los muchos años de sacrificio de aquellos que desde la actividad privada,  con su constante esfuerzo creador de fuentes de trabajo pueden resolver el problema del desempleo y la pobreza.  Contamos con los medios para la recuperación,  no es una utopía, no despegamos porque tuvimos malos gobiernos y   oposiciones  mediocres,  fueron los argentinos los que sufrieron las consecuencias,  pero también ellos son responsables, votan  sin fijarse en  los antecedentes,  valores y  fines  que los candidatos persiguen.  Muchos renunciaron a sus derechos políticos mereciendo los males que sufren, tienen que reaccionar,  la indiferencia política de los ciudadanos y la ignorancia de los programas de gobierno permiten que crezca  gente sin escrúpulos, por eso hay que prepararse  para la critica cierta y constructiva que obligue  a los políticos a comportarse con seriedad.

Gobernar sin exclusión es una tarea que tendrá el Poder Ejecutivo  por delante,   ello lo obligará a  ocuparse no solamente de sus seguidores, sino también de aquellos que han visto en la oposiciòn la posibilidad para expresar sus anhelos, tendrá que dejar atrás el odio irreflexivo sin ninguna razón constructiva y tener la valentía de atacar las ideas pero no a las personas por ser opositoras. Batallar con las causas de fondo que provocaron la  intranquilidad y confusión en que  vivimos  removerá el malestar social y económico,  evitará perturbaciones sociales.  No hay tiempo que perder,  hay que barajar  de nuevo sin dualidad  de criterio, todos  los funcionarios   deberán  tirar del  mismo carro  para evitar cualquier crisis de gobierno. Estamos ante una emergencia nacional, por lo tanto hay que tratar de que la salida sea una empresa en conjunto: salir de la crisis con más Libertad y con más República.

Existe  un deseo general de salir adelante, tiene que saber el país,  desde el primer día,  que no se puede progresar con mentalidad burocrática estatal,  la cual nos trajo tanto perjuicio y frenó tantas posibilidades.  Saber que el  verdadero cambio no puede estar en manos del Estado donde reina la inercia y la  falta de responsabilidad haciendo peligrar  siempre  la salud del país. La intervención del Estado no puede interferir la producción, nunca  más;  de ningún modo  contribuyó  al mejoramiento social,  por el contrario,  la capitalización del Estado trajo aparejado el debilitamiento del horizonte económico de todos los argentinos,  les cargó sobre las espaldas un enorme déficit,  hoy  es uno de los mayores problemas con los que deberá lidiar el nuevo Gobierno.  Pero el primero de los deberes será  cambiar el clima político para permitir  un cambio más rápido y duradero, mantener el orden en una sociedad hace posible mayor coherencia en la acción social y más libertad.  Argentina necesita más aire puro!

Elena Valero Narváez. Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía  de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).

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