Era un hombre multimillonario y seductor. Creó un partido político de la nada en menos de un año y ha sido el primer ministro italiano que más años ha ostentado el poder. Nadie lo había conseguido hasta ahora en un país en el que los gobiernos saltaban de año en año. Italia se ha movilizado para rendirle homenaje.
Silvio Berlusconi era un animal político, mentiroso, populista y amante de las emociones que encandilaban a casi todo un pueblo. De Italia llegan los grandes cambios en la política. El personaje me produce rechazo porque pienso que es el antídoto de lo que debe ser un político responsable.
Mirado en perspectiva no hay gran novedad si lo comparamos con lo que ocurría hace ahora un siglo en el panorama político y social europeo que provocó en la entrada de los extremos en la vida política. La lectura de la biografía novelada de Benito Mussolini es un recorrido por la Italia que va desde 1919 hasta 1924, desde la fundación del fascismo hasta el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, que plantó cara en el Parlamento a la violencia, las mentiras y los asesinatos cometidos por comandos de camisas negras.
M. El hijo del siglo (Alfaguara) es obra de Antonio Scurati, que en más de ochocientas páginas dibuja la ambición de un hombre sin escrúpulos que llegó a ser seguido, admirado y temido por millones de italianos que ya entonces no aceptaban a los políticos que no se interesaban por un pueblo devastado por la miseria que vino después de la Gran Guerra. Antonio Scurati acaba de publicar el tercer volumen de su inmensa obra que termina con el fusilamiento del Duce por unos partisanos en las orillas del lago de Como en abril de 1945.
Los tiempos son distintos y los personajes, también. El factor humano es esencial, también en política. Berlusconi no amaba las sutilezas ni ahorraba en mansiones distribuidas por muchos puntos de Italia. Las juergas mantenidas en su residencia de Cerdeña llegaron a ser famosas y de mal gusto.
Era amigo de Putin y trataba a Zelenski de insolvente. En plena guerra de Ucrania. El pésame que ha cursado el presidente de Rusia indica hasta qué punto la amistad entre los dos era vieja y sólida. La extrema derecha europea, al igual que la extrema izquierda, no han criticado apenas la invasión de Ucrania por parte de Putin sin que mediara una causa justificada.
A pesar de haber sido diputado al parlamento europeo, no era europeísta ni se tomaba en serio el empeño compartido de progreso y el respeto a la ley de tantas naciones europeas. Hay quien dice que Berlusconi fue la avanzadilla de Trump y de los populismos de derechas. Los dos personajes no son comparables. Pero tienen un común una falta de control personal, la verborrea, la falta de matices, el insulto al adversario, el mal gusto propio de los nuevos ricos. En las cumbres internacionales tenía gestos de bufón. Los muchos italianos que he conocido y he tratado tienen mucha más clase.
