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Comienza a andar el sucre y comienzan los problemas

Fijar el cambio del sucre con el dólar en 1,25$ es el resultado de una decisión arbitraria, mal diseñada, y que puede tener consecuencias muy negativas a medio plazo sobre las economías de la región.

Al fin llegó el día tan esperado, y al que la propaganda castrista había dedicado especial atención en las últimas semanas. El pasado 3 de febrero, Cuba pagó a Venezuela 108,000 sucres por 360 toneladas de arroz, en la que constituye la primera operación comercial que se realiza a través del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (Sucre). Esta primera operación comercial estuvo a cargo de la firma exportadora venezolana Empresa Mixta Socialista Arroz del ALBA S.A. y la Empresa Cubana Comercializadora de Alimentos (Alimport), todo controlado por el Estado.

Conviene recordar que el sucre es una nueva moneda, creada por los países miembros de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) que, según portavoces del grupo, busca independencia frente al dólar. La creación de nuevas monedas, incluso aquellas que no poseen las propiedades características del dinero como ocurre con el sucre, deben seguir unas reglas técnicas que, al parecer, poco importan a los que han estado detrás de esta nueva iniciativa del castro chavismo latinoamericano.

Independencia del dólar, ¿para qué? Para funcionar de forma irresponsable al margen del mercado. Mala decisión. Una nueva moneda en América Latina, ¿con qué finalidad? Evitar la disciplina del dólar y la exigencia de credibilidad de las economías que se observa con los intercambios comerciales. Pero aún.

Precisamente cuando los gobiernos de todos los países del continente han impulsado políticas para estabilizar sus tipos de cambio, darles seguridad frente a terceros y alinear de forma eficiente sus monedas con el dólar, que lógicamente ejerce una notable influencia sobre la economía de la región, en el seno del ALBA se enrocan, y proponen la creación de una nueva moneda para las relaciones comerciales internas. Experimentos como éste, tarde o temprano, terminan siendo eliminados, o en el peor de los casos, penalizados por los mercados. No tardaremos mucho tiempo en ver como el sucre y el ALBA, desaparecen juntos pero, mientras tanto, veamos con un sencillo ejemplo, el daño que hacen a sus economías estos aprendices de economista.

Por lo pronto, fijar el cambio del sucre con el dólar en 1,25$ es el resultado de una decisión arbitraria, mal diseñada, y que puede tener consecuencias muy negativas a medio plazo sobre las economías de la región. Al final, se han complicado muy poco, ya que se ha utilizado como referencia el valor que actualmente tiene el bolívar venezolano con el dólar, fijado en 1,3841 dólares.

¿Con qué criterio se establece en 1,25$ el valor de la nueva moneda? ¿De qué variables macroeconómicas depende el cálculo realizado de un nuevo tipo de cambio para monedas de diversos países que muestran distintos grados de fortaleza o debilidad frente al dólar? No conviene olvidar que el ALBA es un conjunto de países en el que están Cuba o Venezuela, pero también Nicaragua, Bolivia, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Barbuda y Antigua. Un glosario muy diverso de países, economías y relaciones de intercambio. Por citar un ejemplo, de la paridad artificial del peso cubano con el dólar, al cambio de 1 córdoba nicaragüense que equivale a 0,0478 $ y el dólar del Caribe oriental que funciona en las islas, a 0,384$. Diferencias tan abismales que difícilmente se pueden integrar en una moneda paraguas con un cambio de 1,25$ como es el sucre.

Si tal y como anticipan los expertos, a medio plazo el dólar se aprecia en todos los mercados, entonces cabe suponer que el tipo de cambio con el sucre también experimentará las mismas consecuencias. Algunos países que mantienen posiciones en dólares en sus balanzas comerciales podrán descubrir que es mucho más rentable operar con la divisa de Estados Unidos que con la establecida por el castro chavismo. Además, con un dólar al alza en los mercados mundiales, todas las exportaciones a Estados Unidos aumentan en competitividad y el mercado de aquel país se convierte en una potente aspiradora de bienes y servicios a nivel mundial. Me temo, en tales condiciones, que ni siquiera Bolivia quede aparcada en el ALBA, y que todo este experimento termine siendo un fracaso. Además, los resultados de las operaciones comerciales dejarán muy mal sabor de boca a los que participen en ella. Al final, nos quedaremos sin saber cómo un turista de Venezuela en Cuba puede pagar con el sucre en los hoteles de La Habana.

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