Política

La visita de la Sra. Fernández de Kirchner a Cuba

Ni Cuba es un socio fiable para Argentina, ni Argentina puede ofrecer a Cuba los bienes y servicios que la Isla se ve obligada a adquirir en otros países. Castro instrumentalizó la visita de Kirchner.

Elías Amor

Fidel Castro ha vuelto a la palestra. Y poco más. Ese es el balance de la visita de la presidenta de Argentina a la dictadura comunista de Cuba. Además, ha demostrado que sus conocimientos prácticos de Economía son muy limitados, y que, en cuestión de horas, ha viajado a Cuba para ofrecer a todos los argentinos una muestra más de la debilidad de su liderazgo, y de la manifiesta incapacidad para dirigir los asuntos de la nación, sobre todo ante un escenario de crisis mundial como el que se avecina.


Para empezar, la Sra. Fernández de Kirchner ha expuesto en Cuba una curiosa teoría del comercio internacional, tal vez de su propio cuño, cuyos rasgos más destacados podrían ser los siguientes:


1.- El comercio entre Argentina y Cuba tiene un gran futuro por delante (¿?)


2.- Las empresas que se incorporen a ese comercio deben apostar por la cooperación y la “integración” (¿?)


3.- Existen numerosos campos de colaboración en las relaciones comerciales entre los dos países (¿?)


Ninguno de los tres argumentos se sostiene en este momento. La prueba es evidente. Argentina no figura entre los exportadores e importadores más importantes de Cuba que, por otra parte, ajena al bloqueo de Estados Unidos, sigue manteniendo a Venezuela, España, Canadá, Italia, China, y un largo etcétera en la relación de socios comerciales que se ven obligados a asumir interminables plazos para el cobro de las deudas, o como en el caso del Club de París, y la prefinanciación de la antigua cosecha de caña, ver cómo desaparecen las deudas por decreto gubernamental.

¿Es acaso éste el modelo de socio que precisa Argentina en sus relaciones comerciales con el exterior? Si le sirve el ejemplo, los empresarios españoles que apostaron por la inversión en joint ventures en la Isla durante el período especial hicieron sus maletas hace algunos años, y se volvieron a la península ibérica, con no poca amargura. Los que se han quedado en Cuba, luchan para que su inversión merezca la pena.


Esa apuesta por un comercio basado en la cooperación y la “integración”, según palabras de la presidenta Argentina, es complicada. ¿Alguien sabe de qué está hablando la Sra. Fernández de Kirchner? Es posible que Bolivia, Ecuador o Venezuela puedan necesitar médicos o maestros cubanos para atender a determinados segmentos de la población en el marco de las estrategias “populistas” de sus dirigentes, y que ese modelo de intercambio permita a la dictadura castrista obtener ingresos a partir de la “venta” de sus profesionales en el exterior, dejando desasistido al pueblo cubano de sus “logros” de la revolución.


Pero el caso de Argentina es bien distinto. Cabe preguntarse para qué puede querer la Sra. Fernández de Kirchner este tipo de comercio basado en la “cooperación”, único posible para un país que es incapaz de producir lo que necesita para continuar su proceso de crecimiento como Cuba. No me imagino a Argentina invadida de médicos o maestros cubanos para curar o educar a la población, ¿o es así lo que se pretende desde la presidencia?


Ni Cuba es un socio fiable para Argentina, porque no tiene recursos para pagar los alimentos que necesita para dar de comer a una población acostumbrada a sobrevivir con la cartilla de racionamiento; ni Argentina puede ofrecer a Cuba los bienes y servicios que la Isla se ve obligada a adquirir en otros países como consecuencia de las tradicionales redes comerciales que el castrismo ha ido tejiendo a lo largo de la historia.


Lo demás, es pura demagogia. Además, que Fidel Castro se haya mostrado visible ante la presidenta de Argentina es un ejemplo más de la instrumentalización de la visita. Se me ocurre que quizás debería haber hecho algún esfuerzo por mantener alguna reunión o entrevista con los demócratas cubanos, los disidentes que luchan porque Cuba sea un país democrático y libre. Al menos preguntar o interesarse por los presos políticos que malviven en las cárceles por el terrible delito de la disensión con el régimen.


Pero al parecer, estos ciudadanos no merecen la pena, y el desfile de mandatarios latinoamericanos en este primer mes del año por la Isla no ha prestado atención a la auténtica voz de la sociedad civil, la que va a impulsar la transición en Cuba y la que, algún día, asumirá la dirección de los asuntos políticos del país. Es una lástima que no hayan aprendido de sus propias experiencias vividas. No hace tanto tiempo que la mayor parte de estos ilustres visitantes vivían en condiciones de opresión y de ausencia de democracia como ahora sucede en Cuba, y sin embargo, no son capaces de conectar con los cubanos que defienden el mismo modelo de organización política. Por el contrario, atienden a Raúl y a Fidel, que representan lo mismo que los Videla, Pinochet, y demás. Qué rápido se olvida la historia, y cuantos errores se cometen al hacerlo así.


Al final, nos queda el desconocimiento de los asuntos económicos por la presidenta, que pone de manifiesto el alto riesgo que, ante un escenario de crisis económica mundial, tienen estos mandatarios.

Fuente: Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL)

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