“…suponiendo que EE.UU. crezca al 2% en diez años logrará un PBI de USD 25 billones, y si China crece al 6% en una década lo superará con 27 billones.”
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Lunes, 02 de diciembre 2024
“…suponiendo que EE.UU. crezca al 2% en diez años logrará un PBI de USD 25 billones, y si China crece al 6% en una década lo superará con 27 billones.”
En 2019 el Dragón Rojo ya era la segunda economía del mundo, con un PBI de más de USD 14 billones dejaba atrás a la zona euro (13,4 billones) mientras que, según JP Morgan, EE.UU. conservaba el primer lugar con un PBI de USD 21,3 billones y seguía siendo la economía más grande con el 27,3% en el PBI global, mientras que China (17,9%) superaba a la zona euro (17,1%).
Pekín pretende desplazar a las potencias occidentales no solo económicamente, sino tecnológica y militarmente. En menos de 40 años pasó de ser un país agrario, con USD 250 de renta anual per cápita, a un gigante industrial y rebasar los USD 9.000 de renta en paridad de poder adquisitivo. ¿Cómo lo logró? Liberando al mercado.
Es decir, como la violencia es destructiva, cuanto menos se entromete el Estado -que es el monopolio de la violencia, su poder de policía con el que impone “leyes”- menos destruye lo que las personas privadas construyen y la economía crece más. Así, a las crisis las resuelve el sector privado cuando el Estado las empeora, como la vacuna (suponiendo que las vacunas no sean contraproducentes) de la empresa privada Pfizer que se logró sin dinero público: “Hay que liberarse de burocracia. La subvención siempre viene con ataduras”, argumentó la compañía.
Aunque EE.UU. es más libre que China -salvo por Hong Kong- el hecho de tener unas cuatro veces más habitantes hace que el PBI rojo se acerque al de la primera potencia. Ahora, según la burocracia multi estatal del FMI, la economía de EE.UU. (dadas las cuarentenas y otras represiones estatales) caerá -4,3% en 2020 y crecerá 3,1% en 2021, en tanto que China levantó los confinamientos y crecerá 1,9% en 2020 y 8,2% en 2021.
Pero Pekín, hoy tiene un liderazgo más autoritario y está ralentizando la liberación del mercado, a la vez que EE.UU. aumenta las injerencias estatales siendo las recientes elecciones un claro indicio. Dónde el Estado tiene poco peso, por eso mismo los ciudadanos tienen escaso interés en la política. Por el contrario, donde el Estado tiene mucha injerencia, los ciudadanos están muy preocupados por quién ejerce el poder.
En las recientes elecciones la participación ciudadana llegó al récord de 66,3%, y Joe Biden fue electo, con otro récord de 74,9 millones de sufragios superando los 68,4 millones de Obama al que también superó Trump al obtener casi 70 millones. Curiosamente, por cierto, el “revolucionario” Biden es el presidente que tendrá más edad en la historia: 78 años. Me trae a la memoria al “revolucionario” Fidel cuya Cuba era tan conservadora que los vehículos que circulaban por las calles eran de la década del 50.
Y, por cierto, el actual líder chino tiene claras intenciones “imperialistas” y lo evidencia con su “Belt and Road Initiative” (BRI) o “Iniciativa Nueva Ruta de la Seda”, el megaproyecto que, en sus comienzos en 2013, se ceñía a países vecinos, y su propósito era la construcción de infraestructuras para interconexión, pero se ha ido expandiéndo geográfica y sectorialmente. Ya se han adherido más de cien países y abarca el comercio, las finanzas, seguridad, cultural e intenta que otros países adopten estándares tecnológicos chinos, como la telefonía 5G y, en general, expandiendo su influencia global.
Más injerencia estatal en EE.UU. y ralentización de la liberación china traerá menor crecimiento. Así, suponiendo que EE.UU. crezca al 2% en diez años logrará un PBI de USD 25 billones, y si China crece al 6% en una década lo superará con 27 billones.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
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