Política

Compartir: la nueva opción “low cost”

La crisis económica está haciendo descubrir a cada vez más personas las ventajas de compartir o intercambiar oficina, coche o casa para las vacaciones.

Frente al individualismo del que se acusa a la sociedad actual, cada vez aparecen más formatos que permiten compartir e intercambiar bienes y servicios, de manera gratuita o low cost. Aunque se podría atribuir este fenómeno a la crisis económica, en realidad viene de antes, pero ha ido incrementándose en los últimos años. Gracias a las nuevas tecnologías, a los géneros más tradicionales, como ser au pair en el extranjero o tener una casa en multipropiedad, se añaden otros nuevos cada vez más originales.

La oficina compartida es una buena manera de ahorrar costes e intercambiar experiencias

Se acabó la moda de usar y tirar. Ahora lo innovador es rentabilizar al 100% cada objeto, cada espacio o cada talento. Una muestra de ello es que Internet está lleno de webs que se dedican al trueque: intercambio de productos y servicios entre los usuarios, pero sin que haya dinero de por medio. Así, uno puede cambiar su coche por otro, clases de piano a cambio de clases de inglés y un sinfín de opciones. Solo hay que navegar un poco para saber qué quiero obtener y qué puedo ofrecer a cambio.

Co-working”

En esta línea, anunciaba en diciembre The Economist el aumento del co-working o trabajo compartido. Esta modalidad surgió hace unos años en EE.UU. y, aunque es minoritaria, ya está extendida por todo el mundo. El concepto de co-working es muy amplio pero se puede resumir en: una oficina sin política de oficina. Se trata de un espacio de trabajo que se alquila por unas horas y en el que, además de trabajar, las personas pueden hacer contactos y hablar con otros que, aunque no se dediquen a lo mismo, pueden aportarles algo.

Muchas de las compañías que se dedican a ofrecer este tipo servicios funcionan a nivel mundial, como por ejemplo, Loosecubes, The Hub o Regus. Sin embargo, el 65% de los lugares compartidos son espacios que sobran en empresas pequeñas, no puestos en un centro para co-workers. Empresas creativas y medios de comunicación son las que más usan este sistema, tanto para ofrecer espacios como para alojar a sus empleados, ya que es una buena manera de ahorrar costes e intercambiar experiencias.

La red social CouchSurfing une a personas que quieren visitar una ciudad y a otras que ofrecen su casa para dormir, de manera gratuita

Este formato parece perfecto para todos aquellos que no tienen una jornada laboral completa y también para situaciones puntuales (reuniones, juntas…) o que requieran lugares más específicos como una cocina, un laboratorio, etc. Las facilidades que permite el trabajo en nube hacen posible que freelancers, emprendedores y en general todos los que tienen un horario flexible, no estén abocados a trabajar desde casa o desde una cafetería, sino en un espacio que facilite la productividad y a la vez, ahorre los costes que supone una propiedad o alquiler fijos.

Los principales problemas de este sistema son la dificultad para mantener la cultura corporativa y la confidencialidad. Por eso, aunque crece cada vez más y tiene muchas ventajas, es poco probable que el co-working llegue en algún momento a sustituir a las oficinas tradicionales.

Transporte compartido

Viajar ya no es lo que era, por lo menos económicamente hablando. El compartir, tanto transporte como alojamiento, es la opción low cost que empieza a triunfar en Internet, sobre todo entre los más jóvenes.

Blablacar (antes Comuto) es una página web, en la que los usuarios pueden ponerse en contacto con otros para viajar juntos en coche, ya sea en recorridos largos, viajes esporádicos o ir a trabajar cada día. Es la web líder en Europa en este servicio, con 1,7 millones de usuarios registrados. Al darse de alta, las personas rellenan los datos de su perfil y, a partir de ahí, establecen sus preferencias. Uno puede ofrecer su coche o viajar en uno ajeno, seleccionar si quiere viajar con fumadores, dar la posibilidad de llevar animales, de escuchar música durante el trayecto e, incluso, viajar sólo con personas del mismo sexo.

Los viajeros pagan un precio acordado previamente, que nunca es superior al importe del trayecto (gasolina y peajes) y que suele ser inferior a lo que costaría en transporte público. No hay negocio por parte de ninguno de los viajeros, porque esto supondría tener que contratar un seguro profesional específico. Existen otras webs similares, algunas incluso con apoyo de instituciones públicas, como Compartir, con el fin de reducir costes económicos y ambientales.

Las razones que llevan a compartir coche con extraños no siempre son puramente económicas. Por ejemplo, en Madrid, la página web BusVao pone en contacto a usuarios con recorridos similares para que, al circular el vehículo con más de un ocupante, pueda acceder a los carriles del mismo nombre que hay en la comunidad. La diferencia de tiempo entre coger, en hora punta, la calzada normal de la autopista o el carril Bus Vao es por lo menos 30 minutos.

Alojamiento privado

En alojamiento para viajes, la estrella es la red social CouchSurfing, con más de 9 millones de miembros en todo el mundo. Une a personas que quieren visitar una ciudad y a otras que ofrecen su casa para dormir, de manera gratuita. Uno puede hospedar, ser huésped o simplemente ofrecerse para enseñar gratis su ciudad. Cada vez son más los usuarios de CouchSurfing que lo utilizan convencidos de que es una manera de aprender y escuchar a gente de otros países, de otras culturas, o como lo resume el vídeo promocional: “Tú les das un sofá y ellos te dan mucho más”.

Otro formato, un poco más serio para alojarse gratis durante unas vacaciones es intercambiando la propia vivienda, el yate (si se da el caso de que alguien con yate necesite intercambio) o la caravana con los de otra familia (v.gr. IntercambioCasas, Home for Home). Este modelo da opción de hacer el intercambio a la vez o de visitarse mutuamente en fechas distintas.

El éxito de estos nuevos modelos de viaje se basa en la confianza. Los que hospedan deciden a quién reciben en su casa o vehículo. En su perfil, cada usuario se define, ya sea a través de datos objetivos (por ejemplo su dirección, teléfono, modelo de vehículo que conducen o años que lleva con carnet de conducir) y otros más relativos (gustos, aficiones, horarios, normas…). El visitante puede consultar esa información y enviar una petición en caso de que esté interesado. El que hospeda decide si le recibe o no. En la mayoría de los casos, para que no sea una confianza ciega, después de cada viaje, ambos valoran la experiencia de manera pública (para todos los miembros de la comunidad), y así, cuando alguien recibe una petición para llevar a otro o alojarlo en su casa, antes de decidir, puede consultar las referencias de otros usuarios con respecto a esa persona. Esas valoraciones no pueden ser modificadas por el usuario al que hacen referencia.

Como se ve, las opciones de compartir o intercambiar son muy variadas y adaptables a todo tipo de públicos. Lo importante es no buscar en ellas un beneficio económico directo, sino una forma de ahorro. Dentro de un tiempo podremos comprobar si los intercambios low cost son una moda pasajera o un nuevo estilo de “relación comercial”.

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