Ortega mantiene presos a 46 políticos locales opositores de los más diversos colores.

Así como el líder ruso Vladimir Putin está sacando del camino a los líderes ucranianos (mientras simultáneamente invade militarmente el país), Daniel Ortega saca del camino a todos aquellos nicaragüenses que le puedan, de pronto, hacer alguna sombra.

En efecto, a través de jueces no independientes, sino sometidos a su voluntad, acaba de declarar culpables del extraño crimen de “atentado contra la soberanía” a tres políticos opositores, que incluyen a un ex candidato presidencial y a dos ex ministros. Dos de ellos, con 77 años de edad y el tercero con 68 años sobre sus cansados hombros.

Esos son los “peligrosos” rivales a los que un miedoso Daniel Ortega (y su mujer, Rosario Murillo) trata de excluir de la política local, argumentado que han “traicionado a su patria” al militar contra Daniel Ortega, transformándose así en un curioso -y ciertamente muy poco atractivo- “símbolo patrio” nicaragüense.

Ortega mantiene presos a 46 políticos locales opositores de los más diversos colores. De ellos 28 han sido ya condenados a prisión con penas que van desde los 8 a los 13 años de reclusión. En total, mantiene presos a unos 170 opositores. Por disentir y competir con él.

En un pequeño país, esa cifra es simplemente monstruosa. Y es fruto de una intolerancia dictatorial de la familia gobernante que naturalmente merece el mayor de los repudios.

Ese es el “hombre” por el que nuestras actuales autoridades nacionales, siguiendo en esto a Cuba y Venezuela, parecen sentir alguna simpatía. Increíble.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.