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Navalni dejó una nota escrita en el caso de que fuera asesinado. “si deciden matarme, significa que somos increíblemente fuertes”. (Imagen BBC)

Navalni dejó una nota escrita en el caso de que fuera asesinado. “si deciden matarme, significa que somos increíblemente fuertes”. (Imagen BBC)

El veneno, una vieja tradición rusa

La muerte por envenenamiento es una vieja tradición rusa. Los historiadores todavía se preguntan el papel del veneno en la muerte de Iván el Terrible en 1584, la de Rasputin en 1916 y la de Maxim Gorkin en 1936. Hoy las autoridades penitenciarias rusas han anunciado que Alexei Navalni, el principal opositor a Putin, había fallecido en una cárcel del Ártico. Salió a pasear, perdió el conocimiento, se derrumbó y murió. Esta es toda la información facilitada oficialmente.

Era la única alternativa creíble para plantar cara a Putin en las próximas elecciones. No para ganarle sino para denunciar ante los rusos y al mundo que no era la persona adecuada para dirigir un país que está en guerra y que ha privado de libertades a cuantos se han opuesto. Tenía una web titulada “Rusia sin Putin” en la que insistía en la denuncia de la corrupción y el conglomerado de poder del Kremlin que actúa como una dictadura.

Navalni fue vetado en 2018 para presentarse a las elecciones. A pesar de ello siguió encabezando un movimiento de protesta que alcanzaba a muchos jóvenes y a las clases no adoctrinadas del país para que se dieran cuenta de la deriva de un régimen que ha eliminado a cuantos se le han opuesto.

Fue envenenado misteriosamente en 2020 por Novichok, un producto utilizado en los tiempos soviéticos, por alguien que vertió unas gotas en una botella de agua de la que bebía en un aeropuerto de Siberia. Fue ingresado en un hospital. Una periodista se empeñó en trasladarlo a Berlín llevando la botella en la que quedaba sustancia envenenada.

Una vez curado en la capital alemana decidió regresar a Rusia con la idea de seguir denunciando a Putin. El 8 de diciembre del año pasado anunció que se presentaría a las elecciones de 2024 y empezaron los acosos, persecuciones y finalmente el juicio que le condenó a once años de cárcel. El Kremlin de Putin no teme a la oposición porque es silenciada, muchos han muerto, están en prisión o en el exilio. Pretendía que el día de las elecciones pudiera decir que habían sido manipuladas y que no tenían nada de democráticas. El Kremlin se tomó en serio las amenazas de Navalni y lo hizo desaparecer de la cárcel en la que se encontraba. Durante dos semanas se preguntó sobre su paradero y no hubo respuesta hasta que se anunció que se encontraba en una prisión del círculo polar ártico.

Navalni seguía en contacto con sus abogados pero estaba confinado en las heladas celdas del Ártico. Ayer compareció en una video conferencia ante un tribunal que le juzga en Moscú por nuevos delitos. Se le veía bien detrás de las rejas de la cárcel.

Putin ganará las elecciones pero el miedo a que sea desplazado del poder hace que elimine cualquier personaje o grupo que se oponga. La guerra de Ucrania ha significado un impulso para la economía rusa como ocurre en muchos países en tiempos de guerra. La fabricación de armas aumenta la producción y reduce el paro. Pero el factor humano pesa sobre una sociedad que está en una guerra que afecta a millones de rusos. Desde que empezó la invasión de Ucrania se han movilizado más de un millón de soldados, muchos de ellos empantanados en el frente sin retroceder pero tampoco sin avanzar. Las estimaciones occidentales indican que unos trescientos mil soldados rusos han muerto o han sido heridos en los dos años de guerra. Una cifra que es similar a la que han sufrido los ucranianos.

El problema no es el sufrimiento del pueblo ruso en una guerra que tiene más de ímpetus imperiales que de defensa del país. El temor es que el aparato que domina el Kremlin, formado por los cuadros más selectos de los servicios de inteligencia, pierda el poder.

No se saben las circunstancias de la muerte de Navalni. Su viuda habló ayer en la conferencia de seguridad que se celebra en Munich donde ante una audiencia sacudida por la muerte de su marido y dijo que “quiero decirles a Putin y a sus amigos que no quedarán impunes”.

La vida no tiene gran valor en la cultura política rusa. Lenin y Stalin no le daban gran importancia. La muerte de un individuo es una desgracia, la muerte de un millón es una estadística, dijo Stalin en los tiempos tenebrosos de las purgas. La muerte de Navalni no parece que ha sido por causas naturales. Indica que Putin está en estado de alerta.

George Steiner escribía que la disidencia es insoportable en la conciencia política del poder del Kremlin. Para los opositores y a los intelectuales. Pushkin sufrió acosos personales, Gogol expresaba su desesperación, Dostoievski fue condenado a Siberia, Tolstoi luchó volcánicamente contra la censura… Hay un largo catálogo de asesinados y desaparecidos que compone el registro literario ruso del siglo XX. El escritor ruso tiene una gran importancia y por eso se le combate.

Navalni dejó una nota escrita en el caso de que fuera asesinado. “si deciden matarme, significa que somos increíblemente fuertes”.

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