El presidente Vladimir Putin mantiene una notoria -y políticamente muy conveniente- cercanía con el Patriarca Cirilo, el líder religioso ortodoxo de Moscú.

Ese Patriarca –que incursiona constantemente, con una veta “nacionalista” en la política de su propio país- es, en cambio, rechazado por una clara mayoría de los fieles ortodoxos ucranianos quienes, en cambio, prefieren seguir las directivas y enseñanzas del Patriarca ortodoxo griego de Constantinopla, Bartolomé.

En el trasfondo de la guerra contra Ucrania que desgraciadamente está en curso, este particular y complejo conflicto interreligioso, del que sin embargo hoy no se habla mucho, pesa bastante. Porque en las dos identidades que están involucradas en la actual pulseada militar regional, el componente religioso existe, y pesa mucho.

No todo lo que brilla es oro, ciertamente. Tampoco necesariamente los Patriarcas, queda visto.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas