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El Estado no debe ser un dios

“Debió haber sido asesinado hace mucho”, publicó en Twitter el presidente de EE:UU. que así se reconoce asesino, de otro asesino.

Furioso y con sed de venganza, el jefe de los narcos locales envió un mensaje a la banda de la comarca vecina, que había asesinado a subordinados suyos por haber entrado en su territorio: “Los encontraremos. Los eliminaremos”. En fin, que si la policía los aprende terminarán todos en la cárcel.

Ahora, este mismo mensaje envió Trump que justificó el bombardeo en Bagdad al afirmar que Soleimani preparaba ataques. “Debió haber sido asesinado hace mucho”, publicó en Twitter el presidente de EE:UU. que así se reconoce asesino, de otro asesino.

Es increíble que existan personas, incluso “religiosas”, que aceptan a estos homicidas y homicidios como si nada. ¿Qué pasa, que si se hace en nombre del Estado está bien, no es delito? ¿Acaso el Estado es un dios pagano que tiene derecho a todo?

Trump estaba buscando la guerra y ya estaba tardando. No hay político que en algún momento no de rienda suelta al prepotente que lleva dentro. Y, si se siente capaz, amenazará al que se le ponga delante. Esta vez el rival elegido ha sido Irán. Aunque no hay que olvidar la guerra con China que, si bien es “sorda” ya que no se han escuchado disparos, no deja de estar basada en la violencia desde que supone sanciones implementadas vía fuerza policial.

Trump dice actuar para “parar” una guerra. Pero decir que se utiliza “la violencia para parar la violencia” no resiste el menor análisis lógico, aunque sea una creencia -una reacción primaria- socialmente aceptada. Sin dudas Soleimani era extremadamente inmoral, y Trump tiene razón al afirmar que “había convertido la muerte de inocentes en una pasión repugnante”. Pero eso no le da derecho a comportarse como otro asesino.

El problema es que hoy los Estados se arrogan el monopolio de la violencia. Y con este monopolio, con esta violencia imponen “leyes” y, a partir de aquí, no hay quien los frene, nunca hubo, a pesar de la propaganda oficial sobre una hipotética república con una constitución y unos poderes “independientes” que, supuestamente, se autocontrolan y limitan.

Una vez que la violencia es la última ratio y el modus operandi normal, pretender que no se extralimiten es infantil y utópico. Como sabemos por la praxeología de Mises -entre otros- es natural que las personas elijan el camino más simple para obtener sus mejores objetivos y el más simple para quién tiene el monopolio de la violencia es imponerse violentamente.

Lo peor del caso es que la violencia no solo que no soluciona ningún conflicto, sino que los empeora, según ha demostrado la ciencia de manera concluyente: los únicos métodos eficientes de defensa -incluso en los casos urgentes- son los pacíficos. Por cierto, Soleimani será reemplazado por otro, de modo que el problema no se solucionó, se empeoró.

Por caso, la película “The report” muestra como Daniel Jones, funcionario del Senado, investiga las torturas de la CIA y, cuando reúne información demostrando que fueron brutales e ineficaces, la Agencia destruyó evidencia y subvirtió la ley. Nadie fue condenado y todo sigue igual. Lo peor del caso es la misma CIA reconoce que estos métodos violentos resultaron inútiles y, sin embargo, eso no los detuvo demostrando que es solo sed de sangre, y no una defensa racional.

Corolario: en la medida en que desaparezcan los monopolios de la violencia, y la consecuente imposición de “leyes” y caprichos, en esa medida progresará el mundo.
 

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
www.alejandrotagliavini.com

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