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Guerra de Rusia contra Europa

Las posibilidades de que Ucrania gane la guerra a Rusia se esfuman a pesar de haber frenado la brutal ofensiva de Putin desencadenada hace casi dos años. No se conocen datos fiables sobre el número de muertos, pero las víctimas en los dos bandos se estiman en cientos de miles. El día que se limpien los escombros de los bombardeos y se recoja la metralla de los campos de batalla se verá la magnitud del desastre de esta primera gran guerra de desgaste del siglo.

Rusia se podrá quedar con la Crimea arrebatada a Ucrania en el 2014 y con las provincias ocupadas militarmente al sudeste del país en los últimos dos años. Lo que no recuperará es el sentido de una cierta pertenencia rusa compartida con los ucranianos durante siglos.

Permanecer en un territorio ocupado durante un largo periodo de tiempo ya no se considera una victoria, sino un evidente fracaso. Estados Unidos lo experimentó en Afganistán y en Irak huyendo de manera vergonzosa de la misma manera que los marines abandonaron Saigón escapando derrotados por los vietnamitas hace medio siglo.

La guerra de Ucrania es una guerra de Rusia contra Europa librada en uno de los países más castigados por la historia al ser sometido a la horrible hambruna y deportaciones masivas por Stalin y haber sido invadido y machacado por Hitler. Vasili Grossman describe en Vida y destino los estragos humanos perpetrados por los nazis al entrar en Ucrania en 1941. Su madre, judía, fue víctima del genocidio ordenado por Hitler y él pudo evitar la persecución del estalinismo contra escritores e intelectuales hebreos aunque su gran novela fue confiscada por el KGB y no la vio publicada.

Ucrania y Polonia sufrieron más que ningún otro país las barbaridades de los dos grandes totalitarismos del siglo pasado. La alteración de sus fronteras al este y al oeste son las cicatrices que la historia reciente ha grabado en sus tierras por los impulsos bélicos de Alemania o de Rusia. La inseguridad en Ucrania y Polonia se traduce en un miedo endémico a lo que venga de fuera.

Putin escribió un ensayo un año antes de la guerra que le serviría para justificar la invasión. Argumentaba que rusos y ucranianos eran un solo pueblo dividido cruelmente por fuerzas externas que odiaban a Rusia. Es incuestionable que los dos países convivieron durante mil años, pero lo que no es válido es pretender que la separación se produjo por un complot externo y no por el colapso de la Unión Soviética en 1991 y la independencia pactada con las 15 repúblicas que se separaron de la dependencia del Kremlin. Recuerdo una cena con el presidente Yeltsin, en aquellos frenéticos tiempos en el restaurante Finisterre de Barcelona, en la que aseguró que Ucrania entraba en el paquete de independencias otorgadas.

Esta descomposición soviética fue calificada por su sucesor, Vladímir Putin, como la mayor tragedia geopolítica del siglo XX. El presidente Putin conoce Europa y no le gusta. Es más, la considera un peligro para su seguridad. No tanto por la fuerza militar, sino por los valores de libertad que representa. Su estrategia para combatir el enemigo imaginario europeo no consiste por ahora en invadir un país que forme parte de la OTAN. Sus ejércitos no se han demostrado ni modernos ni preparados.

Pensó recuperar Ucrania con un zarpazo militar, pero lleva dos años empantanado en el frente del Dniéper sin retroceder pero tampoco sin avanzar. La defensa de Rusia en el extranjero a través de sus servicios de inteligencia y su infiltración en Estados Unidos y Europa viene de los tiempos de Stalin.

Es creencia común que Putin influyó en la victoria de Trump en el 2016 y en el resultado del Brexit en el mismo año. La afinidad de los partidos de extrema derecha europea con el Kremlin no es ningún secreto. Viktor Orbán es el único dirigente de la UE que no ha roto lazos con Moscú después de la invasión de Ucrania.

Escribí en el 2019 que Carles Puigdemont aparecía con frecuencia en los medios rusos con mensajes comprensivos hacia Putin y su anexión de Crimea. Al Kremlin le interesa poco la independencia de Catalunya, pero su actividad para debilitar Europa ha sido permanente. Y Catalunya era un factor desestabilizador para la Unión Europea. Si Ucrania es sometida, habrá que defender nuestras fronteras y nuestros sistemas de vida. Una victoria de Trump lo haría más apremiante.

Publicado en La Vanguardia el 31 de enero de 2024

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