Crítica literaria de la última obra de John Higgs, un acercamiento histórico y antropológico-cultural a lo acontencido durante el siglo XX.
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Jueves, 12 de septiembre 2024
Crítica literaria de la última obra de John Higgs, un acercamiento histórico y antropológico-cultural a lo acontencido durante el siglo XX.
Primero, las cualidades de este libro: ameno, erudito sin cansar y certero en destacar las aportaciones, ideas y actitudes que han dominado el siglo XX y siguen presentes: la relatividad (Einstein) y la mecánica cuántica; el modernismo en el arte y en la música; las guerras; Freud; la revolución sexual; los viajes espaciales; la teoría del caos; el cambio climático; la New Age y otras espiritualidades semejantes; las crisis económicas; la posmodernidad… Pero sobre todo el individualismo: “el crecimiento del individualismo en el siglo XX es tremendamente similar al punto de vista adolescente”.
Este individualismo sin responsabilidad se habría extendido a las corporaciones, a las grandes multinacionales que, según Higgs, dominan la política.
El último capítulo, dedicado a Internet, implica, para Higgs, la posibilidad de que el individualismo sea superado por medio del relacionismo de las redes sociales… Pero si se ve que el poderío electrónico e informático ha dado pie también a los hechos denunciados en Wikileaks, su optimismo parece poco fundado. Las redes no son, en muchos casos, cura contra el individualismo, sino su extensión.
Otro defecto del libro es su incomprensión del fenómeno religioso y en particular del cristianismo. Según Higgs, el judaísmo y el cristianismo “son un sistema de sumisión a un Señor superior”, serviles. No tiene en cuenta que la esencia del cristianismo es el amor y, cuando no tiene más remedio que citar eso, dice que no se puede mandar amar a los demás. No se manda, se ofrece: porque la libertad, tanto en el acto de fe como en el amor, es lo primero.
Higgs no se da cuenta de que el “amar al prójimo como a ti mismo”, que está ya en el Antiguo Testamento, está pensado contra el egoísmo. Y cuando Cristo pide que “os améis unos a otros como yo os he amado”, es decir, hasta entregar la vida, cualquier asomo de egoísmo queda anulado.
Las apreciaciones de Higgs son más cuantitativas que cualitativas y, por eso le parece que la caída de la práctica religiosa en Occidente es una señal inequívoca de que la religión tiende a desaparecer. Debería haber leído a Henri Bergson que escribía que la religión, por su presencia continua, tiene que ser algo de la estructura humana.
Otro error de fondo de este libro es utilizar “individualismo” como sinónimo de “egoísmo”. No es así. Individualismo habrá siempre porque la realidad es siempre individual: la expresión “acciones colectivas” es un modo de hablar. El individuo humano es libre y, por eso mismo, debe ser responsable de sus actos. Cuando se quiere la libertad pero no responder por ella, eso es el egoísmo. Hay individuos egoístas e individuos volcados en el bien de los demás. Ha sido siempre así, con o sin Internet.
Autor: John Higgs
Taurus.
Barcelona (2015).
355 págs.
22 € (papel) / 10,99 € (digital).
Traducción: Mariano Peyrou.
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