Pensamiento y Cultura

Historia mínima del neoliberalismo

Breve recorrido por las décadas del siglo XX basados en esta ideología más económica que política.

Este libro es una historia mínima porque la obra de los principales exponentes –de Hayeck o von Mises a Friedman, Buchanan o Becker– está muy en síntesis. Es, sobre todo, una crítica del neoliberalismo, entendido como: un Estado que deje actuar al mercado, reducción del gasto público y de la burocracia, no déficit, privatizaciones, etc. El autor afirma que el neoliberalismo es el programa intelectual y económico dominante, al menos en Occidente.

Escalante, sociólogo, hace un breve recorrido por las décadas del siglo XX, desde el predominante keynesianismo de los años cincuenta y sesenta hasta la crisis de los setenta y el auge del neoliberalismo, sobre todo desde la caída del comunismo hasta hoy.

Las variantes son tantas que una historia completa tendría que estudiar múltiples diversificaciones. Pero es cierto que en Occidente la influencia del neoliberalismo ha hecho que las políticas económicas de la socialdemocracia y de los partidos conservadores y liberales tiendan a coincidir en muchos aspectos.

Se sostiene en el libro que, por efecto del neoliberalismo, gran parte de los asuntos sociales y, en especial, la educación se haya privatizado, para crear los individuos que necesita el mercado. Es una exageración. La enseñanza privada, en Europa, tiene mucha menor entidad que la pública, y todos los partidos, también los de derecha, favorecen a esta última.

En otros temas se acierta más. Por ejemplo, la pretensión neoliberal de restringir la burocracia pública termina con el incremento de una burocracia privada: “Esta es la experiencia de cualquiera en lo que significa cambiar de compañía de teléfonos, presentar una reclamación en un banco o pedir ayuda al servicio técnico de cualquier empresa de tecnología”.

¿Qué ha pasado con la crisis del 2008 y años siguientes? ¿No fracasó el neoliberalismo? Según Escalante, no. Ha habido críticas, pero “en lo fundamental, nada ha cambiado”. Ha habido protestas, pero no un programa alternativo “más allá de un voluntarismo de coloración keynesiana (y a veces con acentos étnicos bastante notorios)”.

Después de recordar lo que se sabe (origen de la crisis financiera: hipotecas subprime, estallido de la burbuja inmobiliaria, el “truco” de los paquetes de derivados, ceguera interesada de las empresas de calificación, rescate de bancos, etc.), escribe: “No es que la crisis fuese imposible de prever, sino que el modelo decía que no podía ocurrir” (el modelo neoliberal).

Este modelo calcula que los seres humanos actúan siempre como agentes racionales. No es así. Escalante no lo dice, pero gran parte de la crisis financiera y económica de 2008 tuvo su origen en algo tan poco racional y tan pasional como la codicia, unida a un desconocimiento (¿interesado?) de los riesgos de las diversas formas de créditos y de endeudamiento. Ocurre que eso no se arregla con más Estado y menos mercado porque el Estado no es algo impersonal sino, en definitiva, individuos que pueden estar aquejados de la misma codicia y proclives a la corrupción…

¿Soluciones alternativas que se proponen en este libro? Primero, dejar de estigmatizar la deuda pública, aumentar el gasto público, no a la política de austeridad… De nuevo, Keynes. Pero el libro no propone en realidad una alternativa, sino la simple afirmación de que hay que imaginar un programa distinto del neoliberalismo, que habría fracasado. Quod erat demonstrandum
 

 

Autor: Fernando Escalante Gonzalbo

Turner.
Madrid (2016).
320 págs.
14,90 € (papel) / 7,99 € (digital).

© Aceprensa

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