Economía y Sociedad, Portada

Los «discapacitados» son los mejores

A decir verdad el único discapacitado es el Estado -literal- , ergo, los que lo apoyan son discapacitados intelectuales. Sucede que en el actual “esquema social” dónde el Estado utiliza su monopolio de la violencia física para imponer “orden” y “leyes”, los que son físicamente más fuertes tienen más posibilidades de “triunfar”.

Si una persona se mueve en silla de ruedas difícilmente pueda ser policía (para imponer “orden”) o militar. Pongo este ejemplo porque es muy evidente, pero esto se traslada a toda actividad. Cuando la sociedad se “organiza” en base a la violencia, la fortaleza física es un diferencial importante que deja más relegados a los más débiles. Esto se agrava cuando el Estado impone “leyes” laborales, como el salario mínimo que, precisamente, deja desocupados a los que ganarían menos.

Para remate de todo esto, dado que aquellos que se mueven en silla de ruedas “fracasan” profesionalmente por la situación que vimos, son considerados “minusválidos” o sea, valen menos que una persona considerada «normal» de acuerdo a los criterios impuestos desde el Estado, de la violencia.

Para remate del remate, estas personas terminan creyéndose lo que la sociedad les dice, esto es, que son “minusválidos” y consecuentemente se deprimen.

Explico esto desde el punto de vista físico porque es más fácil de visualizar, pero ocurre también desde el punto de vista sicológico/siquiátrico. Efectivamente, el Estado impone “títulos” primarios, secundarios, universitarios, etc. para poder progresar en la vida profesional e incluso ejercer muchas profesiones y actividades. Ahora, al mismo tiempo, impone “planes de estudio” completamente diseñados para el estudiante medio -considerado “normal”- con lo que, aquellos que no son “normales”, no consiguen aprobar esos estudios.

Por cierto, irónicamente esto ocurre también con quienes tienen un coeficiente intelectual muy superior a la media: se aburren tanto con la mediocridad de los planes de estudio que se deprimen y se rebelan y terminan sin estudiar o sin aprobar los exámenes. Recuerdo al CEO de una empresa de primera línea que me confesó que, en las entrevistas de reclutamiento, siempre desechaban a los muy inteligentes porque la compañía necesita personas que repitan automáticamente el trabajo que se les pide y que no pierdan el tiempo cuestionando o tratando de mejorar el trabajo que se les asignó.

Para remate del remate del remate, al deprimirse estas personas suelen ser medicadas -prácticamente intoxicadas- cuando lo único que necesitarían es que sean tratadas como normales. Porque son personas como cualquier otra dentro de una sociedad natural -sin coacción violenta que imponga “orden”- e incluso llegan a ser mejores a raíz de que se esfuerzan más por aquello que más les cuesta y suelen ser mejores servidores a partir de la humildad a la que llegan al reconocer sus diferenciales con otras personas.

Y en un mercado natural (sin las imposiciones violentas, coactivas como “leyes”, “regulaciones”, “ordenanzas”, etc.) progresa más el que mejor sirve a la sociedad. Insisto y remarco, léase bien: en un mercado natural el currículo más importante es la vocación de servicio.

En fin, a continuación les dejo dos columnas publicadas en diversos medios hace ya bastante tiempo:

Los discapacitados son los mejores (2013-07-31)

Muchas primeras planas del mundo hablaron de Ángela Bachiller porque su caso es excepcional cuando debería ser habitual. Esta joven de 29 años es la primera persona con síndrome de Down que juró como concejal en un ayuntamiento español, el de Valladolid. Ocupó el puesto 18 en la candidatura del Partido Popular en las elecciones de 2011 y ahora reemplazará a uno, de los 17 ediles, que renunció tras ser acusado de cohecho y prevaricación.

Desde la Asociación Down Valladolid, destacaron que Ángela «es fantástica, encantadora, muy trabajadora, muy luchadora y muy comprometida» y en su tiempo libre estudia inglés y piano. Isabel Guerra, enfermera, está orgullosa de su hija por su «valentía» y por «no tirar la toalla» en lo que hace con “mucho amor, mucha disciplina, mucho trabajo y una vida normalizada en todo».

Existen unas 700 millones de personas con “discapacidad”, 10% de la población mundial. Dos tercios viven en países en desarrollo que llegan a tener casi 20% de la población con algún “problema”; si consideramos las repercusiones sobre las familias, el 50% de la población resulta involucrada. Los “discapacitados”, muchos de los cuales son pobres,  aumentan con la población mundial, siendo la principal causa la guerra y otras formas de violencia, como también la insuficiente atención médica. Cerca del 80% vive en zonas rurales aisladas y casi todos en lugares sin los servicios necesarios. Normalmente encuentran barreras físicas y sociales, habitualmente impuestas por el gobierno.

A ver. Básicamente, hay dos modos de obtener dinero: o se lo quita violentamente a quién lo tiene, o se lo sirve con un servicio o producto de modo que lo entregue voluntariamente a cambio. Dejando de lado la opción violenta, solo queda ganar sirviendo. Así, aunque hoy pueda parecer muy idealista, los mejores servidores deberían ser los mejor considerados y remunerados. Y los “discapacitados” suelen tener una alta vocación de servicio. Si esto no ocurre se debe a la intervención coactiva de los gobiernos, en base al monopolio de la violencia que se arrogan los Estados.

Estas intervenciones artificiales (extrínsecas), como toda violencia, degenera la naturaleza del mercado convirtiéndolo en una selva salvaje donde gana el más “fuerte”. Por caso, la “ley del salario mínimo” lo que logra es prohibir que trabajen los más pobres, los más necesitados, ya que muchos empresarios ante la falta de rentabilidad por los altos salarios no los contrataran. Así, muchas “leyes” impiden que los “discapacitados” se desarrollen naturalmente. Por caso, en Berlín el gobierno exige, para el cuidado de ancianos, un nivel de idioma alemán igual que para estudiar germanística y, además, los servidores son obligados a repetir cursos o realizar especializaciones.

A falta de estadísticas sobre “discapacitados” vale la comparación con las personas mayores consideradas “menos útiles”. Cuando el mercado se desarrolla naturalmente, se ven cosas como las citadas en el Financial Times: BMW está rediseñando su línea de producción para adecuarla a los trabajadores mayores, quienes demuestran ser tan productivos como el resto, pero con menor ausentismo; McDonalds, ha visto un aumento de 20 % en la satisfacción al cliente donde emplean a personas con más de 60 años; y Vita Needle, una empresa de tuberías de acero, trabaja con personal de medio tiempo con promedio de edad de 74 años.

El “arma” que, literalmente, supera a las atómicas

Por Alejandro A. Tagliavini*

Tiempo atrás, un prestigioso profesional dedicado a asesorar empresas me dijo algo sorprendente: el peor enemigo de cualquier empresa -grande, pequeña e incluso individual- no es la competencia más cruda, sino uno mismo y se inicia en el miedo y la inseguridad provocando reacciones violentas y autodestructivas. Es una buena noticia: saber que, para ganar, a quién debemos controlar no es a alguien inalcanzable.

Javier Fesser en su película, “Campeones”, muestra que el miedo es la mayor discapacidad intelectual y describe como lo afronta un grupo de discapacitados, un modesto equipo de basketball con un lema: “La vida es para disfrutar con lo que tienes; sigue sonriendo”. Son personas que, por encima de todo, no tienen miedo.

Durante la filogénesis, la evolución del ser humano a lo largo cientos de miles de años, la función del miedo ha sido la de aumentar nuestras probabilidades de supervivencia y gracias a él, ante un peligro hemos adaptado la respuesta oportuna para sobrevivir, que normalmente ha sido la de evitar el peligro, si era posible y, de no serlo, afrontarlo.

Ahora, como indica el principio universal, todo en la física reacciona espontáneamente en sentido inverso, es decir, ante una amenaza violenta reacciona violentamente. Pero resulta que la violencia es siempre destructiva, como ya sabemos, entonces el hombre tiene capacidad para razonar y encontrar una solución mejor. Así, al contrario de lo que es creencia popular, el valiente se sobrepone al miedo, razona, y encuentra un subterfugio mejor. Por eso es que paz, libertad y progreso son tres palabras para definir la misma cosa: ausencia de violencia.

Coincidiendo, el experto en coaching Joaquín Gual asegura que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos de modo que debemos gestionar nuestro miedo -cuyo antídoto es la confianza- para hacer lo que debe hacerse y en el momento oportuno. Cuando sabes hacer lo que debes -luego de encontrar una solución racional- tu confianza aumenta exponencialmente y así terminarás ganando. La suma de conocimientos, habilidades y fortaleza emocional continúa Gual, da la confianza necesaria para minimizar el miedo.

Jesse Livermore decía que “Las personas racionales, actúan de forma irracional cuando tienen miedo…. La forma de razonar se atrofia”. Y se apela a la violencia y, entonces, “gobierna” el que mayor capacidad de intimidación tiene que es el Estado que, de hecho, se arroga el monopolio de la violencia.

Así, el ¡No tengáis miedo!, con el que Juan Pablo II saludó desde la Plaza de San Pedro, al iniciar su Pontificado, en 1978, fue el lema de su trabajo porque sabía que el coraje es el opuesto a la violencia y con esta “arma” volteó al estatismo más poderoso de la historia, la URSS, sin sangre, sin guerras, con actitudes pacíficas.

La médica Katrin Korb en un imperdible video (cuyo original es de News HQ) asegura que al superar el miedo, la gente que piensa creativamente y es responsable de sí misma -y no el Estado, el monopolio de la violencia- , no se enferman tan rápido y ayudan a sanar al mundo de cualquier virus, y cuando se enferman entonces enfrentan su propia mortalidad y hacen paz con ello. A este tipo de personas no las pueden asustar tan fácilmente. No tienes poder sobre ellos. Por cierto, como siempre, no faltan los críticos pero son tan pobres, como La República de Perú, que ni vale la pena contestarles.

*Asesor Senior en The Cedar Portfolio  y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini

www.alejandrotagliavini.com

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