Desde los datos de empleo de la semana anterior, más débiles de lo esperado, el rendimiento de los bonos del Tesoro cayó bruscamente, el del a 10 años a un mínimo de tres meses de 1,43% el jueves -luego el viernes subió a 1,45%- incluso después de que el gobierno informara que el IPC subió un 5% interanual en mayo, la mayor subida desde 2008.
Por cierto, los costos de los préstamos suelen aumentar cuando aumenta la inflación.
Precisamente cuando la suba del IPC en EE.UU. llega a su nivel más alto de los últimos trece años, los principales índices de bolsa en ambos lados del Atlántico continuaron su impulso alcista, aunque no tan firme ni perspectivas ciertas, y varios logran llegar de nuevo a máximos históricos.
Y a medida que el IPC aumentó durante los últimos meses, los rendimientos de los bonos del gobierno de EE.UU. se han desacoplado, sin seguir el mismo ritmo:
Source: Bureau of Labor Statistics, Bloomberg
Así resulta que las tasas reales son obstinadamente negativas, la brecha actual entre los rendimientos del bono a 10 años y el IPC ha sido más negativa solo durante 10 meses en los últimos 70 años, todos los cuales fueron en 1974, 1975 o 1980:
Este desacople inédito, según algunos analistas, es una clara señal de que los inversores saben que la Fed dará un golpe de timón al primer indicio de problemas, probablemente en el momento en que el S&P caiga un 10%.
Otros, ven un mensaje porque los precios del cobre cayeron casi 8% desde el 10 de mayo y muchos commodities parecen saturados y con ganas de bajar. Esto, junto con la disminución de las expectativas de inflación a 10 años, parece indicar que el crecimiento del IPC podría desacelerarse -no así la inflación real, la depreciación intrínseca del dólar- dada no una recesión, pero si una recuperación económica más larga y lenta de lo que se creía inicialmente.
Esto se ha extendido a partes del mercado de valores, cayendo recientemente el índice PHLX de vivienda y el Dow Jones de Transportes aproximadamente un 13% y un 6%, respectivamente desde sus máximos. El S&P 500 ha oscilado a ambos lados durante este tiempo. Se espera que el crecimiento de las ganancias del año que viene se desacelere drásticamente. Las estimaciones de crecimiento del beneficio por acción (BPA) del S&P 500 en 2022 están en 11,7%, según los últimos datos de Refinitiv, por debajo de las expectativas de casi un 17% de principios de enero. Además, se estima una reducción drástica de la tasa de crecimiento esperada del 37% en 2021.
El reciente aumento de los precios se dio principalmente en lo que es bienes básicos y tarifas de vuelos, algo que se espera sea temporal. Los precios de alimentos y energía también han contribuido a la subida y es por eso que el IPC base, que excluye alimentos y energía, se mantiene justo por debajo del 4%. Por otro lado, el PCE (personal consumption expenditures) o gasto de consumo personal está en el 3%, muy por debajo de tanto el IPC como del IPC base, y es ese el indicador que más usa la Fed para estimar la inflación.
La realidad es que el PCE es algo mejor como indicador de inflación, porque toma en cuenta los hábitos de consumo. Por caso, si los precios suben en ciertos artículos de la canasta familiar, las personas normalmente cambian sus hábitos y compran otros o marcas más baratas con lo que no necesariamente los consumidores terminan gastando más.
En fin, por otro lado, Biden, ha propuesto un plan de infraestructura de unos USD 2,3 B, algo que supuestamente impulsaría a la economía, pero la propuesta está encontrando dificultad en el congreso para ser aprobada. Y a ello se le atribuye el que el Dow Jones no ha tenido el mismo impulso alcista que el S&P 500 y el Nasdaq, ya que el plan de infraestructura apoyaría principalmente al sector industrial.
Durante la sesión del jueves pasado, el S&P 500 llegó a un máximo histórico en los 4.249 puntos y el viernes bajó para luego retomar la senda alcista. Sobre el gráfico diario vemos una tendencia alcista en el índice, a corto plazo y, de continuar subiendo, su próxima resistencia podría estar en los 4.300 puntos. Hacia abajo, en caso de un retroceso bajista, la media móvil exponencial de 55 días (línea morada) podría actuar como soporte, así como lo hizo en varias ocasiones en el pasado:
Por cierto, hasta ahora, la inyección de dinero por parte de los bancos centrales ha sido fenomenal, llegando a los USD 100 B (Trillions) hace dos semanas:
Por ello, las inversiones conservadoras, de resguardo, han tenido una fuerte suba como se vio en los Fondos globales de materias primas e inmobiliarios que han rendido más de 20% en lo que va de 2021:
En fin, en cuanto a la Argentina, por un lado, el Gobierno no dejará que el dólar oficial se dispare -que crece al 1,2% mensual frente a un IPC que lo hace al 3,5%- e intentará mantener a raya al CCL y al dólar bolsa, por lo menos hasta después de las elecciones. Y podría cumplirlo. El BCRA ganó más de USD 4.000 M netos en lo que va de 2021 gracias a las materias primas, sobre todo la soja, y hoy las reservas netas superan los USD 6.500 M.
Por cierto, la brecha entre dólares empezó a ampliarse en el último mes. Entre el mayorista y el CCL un mes atrás era de 67% y hoy llega a 73%. Esta presión se nota también en el blue que lentamente se despierta de la siesta que le produjo la fuerte baja en la emisión monetaria de principios de año. Pero esto podría cambiar dados los reclamos de mayor gasto que prevén del lado político.
Nadie le creía, pero lo cierto es que por la mayor recaudación impositiva dadas las retenciones a las exportaciones, fortalecidas por la fuerte suba de los precios de los granos, y por el nuevo impuesto a la riqueza le dio al Tesoro una cantidad de fondos impensada el año pasado cuando confeccionó el Presupuesto 2021, al mismo tiempo que logró licuar (algo impensado en un gobierno “popular”) fuertemente los gastos. Por caso, los fondos para las jubilaciones y pensiones aumentarían 30% interanual, lejos del 46% previsto para la inflación. Así, el déficit fiscal anual sería del 3% del PIB, cuando el Presupuesto 2021, preveía 4,2%.
Si se aumenta el gasto por exigencia política, esto podría financiarse con emisión lo que dispararía la inflación y, finalmente, al IPC que, obviamente, terminan pagando los pobres sobre todo si no baja la presión impositiva y, entonces, se amplifica la suba de precios. Si lo que se pretende es que la economía crezca debería desregularse de modo que pueda expandirse, sobre todo teniendo en cuenta que el “milagro soja” podría terminarse al caer su precio.
De momento, en lo que va de 2021, la compra del billete verde por parte de personas en la ventanilla de los bancos viene cayendo mes a mes y en abril sólo 46 M se adquirieron frente los 4.000 M que lo hicieron en agosto del 2020, cuando tocó niveles máximos. Y los demás dólares, incluido el blue, se han mantenido prácticamente estables de modo que hasta los acopiadores de bienes durables que aumentan con el IPC van ganando terreno.
Así, mientras que los plazos fijos pierden contra el IPC -que gana respecto del dólar- el plazo fijo UVA ofrece un rendimiento por encima del IPC sobre todo en la modalidad pre cancelable que ofrece la posibilidad de cancelarlo a partir de los 30 días y brinda una tasa sobre la suba del IPC, que suele ser del 1% anual.
Invertir en renta variable argentina es audaz. En 2020 las acciones tuvieron un muy pobre desempeño cotizando hoy a precios muy bajos por lo que se abren buenas opciones de inversión a pesar de la economía que difícilmente se recupere dado el peso cada vez mayor del Estado. En las últimas semanas, los activos argentinos vienen de un rally alcista importante. La gran mayoría de los ADR ganan más del 8% y hasta 45% en el último mes. El volumen creció un 100% desde marzo y algunos analistas esperan que la tendencia alcista continúe, pero, aunque no está clara la tendencia general de las bolsas ni mucho menos el desempeño de la economía local.
Los precios de las materias primas vienen de atravesar un ciclo alcista que derivó en que productos como el petróleo o la soja se sitúen en valores récord, pero, como decía al principio, hay indicios de que podrían estar saturados dado que el crecimiento de las economías, con tanta inyección de dinero inflacionario, podría ralentizarse. La soja llego a cotizar a USD 600 hace sólo un mes en el mercado de Chicago, pero ahora está en 550 por tonelada casi duplicando al del 2020, por lo cual fue una oportunidad interesante de inversión, pero no queda claro si lo seguirá siendo. El petróleo, que superó esta semana los USD 70 por primera vez en dos años, sí podría resultar una buena inversión dado que, aunque las economías no crezcan tan rápido, el levantamiento cada vez mayor e inevitable de las ridículas cuarentenas y demás restricciones necesariamente absorberán más movimiento, más petróleo.
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