En una frase poco feliz por imprudente, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro…

…, refiriéndose a Venezuela, señaló que “en cuanto a una intervención militar para derrocar a Nicolás Maduro, no debemos descartar ninguna opción”.
 
Esa frase imprudente, desató un mar de críticas, como cabía suponer. Y la notoria mal educada y escandalosa vicepresidente de Venezuela, Delcy Rodríguez, dándose por aludida, se rasgó de inmediato sus vestiduras y acusó duramente al diplomático oriental de “promover una acción militar”, lo que obviamente no ha sido, para nada, así.
 
Curiosamente, al poco tiempo de ese episodio se difundieron a través de los medios presuntos “contactos” de algunos altos militares venezolanos con sus pares norteamericanos, en los que aparentemente se habría, entre otros temas, conversado -y descartado- esa posibilidad.
 
Es bien obvio que ese no es el camino para desalojar al incapaz y brutal dictador Nicolás Maduro, quienno sólo ha destruido -económica y moralmente- a su país, sino que además (cual notorio “vende-patria”) ha cedido recientemente buena parte de la enorme riqueza conformada por loshidrocarburos venezolanos en garantía del pesado endeudamiento externo venezolano contraído con China.
 
Tienen que ser los propios venezolanos quienes, del modo en que ellos mismos decidan, los que se saquen de encima el yugo comunista con el que hoy Nicolás Maduro los estrangula.
 
Ese yugo estáclaramente destinado a “mantener a flote” al fracasado régimen comunista de Cuba, que hoy realmente co-gobierna con Maduro en Venezuela y está entonces increíblemente “colgado” de la riqueza venezolana y vive esencialmente de ella. Repitiendo así una experiencia similar anterior, acaecida en tiempos del ya fallecidodictador venezolano Hugo Chávez, cuando Cuba en su momento se “colgara” ostensiblemente de la Unión Soviética y vivera de ella.
 
Venezuela está hoy en manos de los cubanos. Luis Almagro está en lo cierto. Esta es la cuestión central a enfrentar. Para salir de su actual dependencia, los venezolanos deberán sacárselos de encima. Y recuperar una parte sustancial de la riqueza que les pertenece en materia de hidrocarburos, de la que nadie, tampoco Cuba, tiene derecho a excluir arbitrariamente a los venezolanos.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.