Los ejecutados fueron culpados de crueles asesinatos de sus semejantes. Pero sus palabras hacen reflexionar sobre la conveniencia de sustituir la pena de muerte por otra más humanitaria. Recientemente cinco estados norteamericanos han abolido la pena capital, y con estos ya son diecisiete los que no la tienen
Desde que en 1976 fuera reintroducida la pena de muerte en Texas, ha habido 500 ejecuciones. También es el único estado que mantiene una base de datos, que está siendo muy visitada, con la ficha y las últimas palabras de los presos ejecutados. También existe un blog y una cuenta de twitter en la que se recogen estos mensajes finales de los condenados. Solo el año pasado, sus páginas han registrado tres millones de visitas. Estas palabras de última hora se han convertido en una fuente de estudio para los abogados y criminólogos, así como en lectura para los curiosos.
Partir hacia un mundo mejor
Kimberly McCarthy, quien murió por inyección letal el pasado 26 de junio, fue la cuarta mujer ejecutada y la ejecución número 500 de Texas. Poco antes de su muerte, hizo su última declaración: “Solo quería dar las gracias a todos los que me han apoyado a lo largo de los años: el reverendo Campbell, mi guía espiritual; Aarón, el padre de Darrian, mi hijo; y Maurie, mi abogado. Gracias a todos. Esto no es una pérdida, esta es una victoria. ¿Sabes a dónde voy? Me voy a casa para estar con Jesús. Hay que mantener la fe. Les quiero a todos. Gracias, capellán”.
El contenido de los mensajes, como el anterior, es frecuentemente religioso y muchos de ellos piden perdón desde la fe. Después vienen los saludos a sus seres queridos. A veces ofrecen sus disculpas a las familias de las víctimas que causaron o a sus propias familias de origen. También hay quienes insultan a la policía y a los guardias de la prisión. Otros prefieren no decir nada.
Entre otros, Carroll Parr (ejecutado el 7 de mayo 2013) decía: “estos ojos se cerrarán, pero se abrirán de nuevo, he entendido a Dios, Jesús me ha calado. A mi familia, os quiero a todos”. Ronnie Threadgill (16 de abril 2013) se expresaba así: “a mis seres queridos y estimados amigos, os quiero a todos. Me voy a un lugar mejor”. Elroy Chester (12 junio 2013) se dirigía de este modo a un familiar de quien asesinó: “Solo quiero decir que no deseo que haya odio en su corazón porque yo maté a su ser querido. Le dije la verdad, porque siento que usted debe saber quién le mató. Dios lo ve todo. No me odie, si lo hace tendrá que arreglarse con Él más tarde… Siento haber matado a su familiar”. Richard Cobb (25 de abril 2013) afirmaba “la vida es demasiado corta como para albergar sentimientos de odio y rabia”.
Carl Azul (21 de febrero 2013) se enfrentaba a la muerte de esta manera: “Todos tenemos que estar delante de Dios al final del día. Nunca pienses que eres perfecto, ninguno de nosotros es perfecto. Dios es el único que es perfecto. Jesús es perfecto. Hice mal; ahora estoy pagando el precio más alto, a pesar de que sea de una mala manera. Yo no juzgo, no estoy juzgando. Dios tiene que juzgar a las personas. Yo perdono. Recuerden siempre, Romanos 12:19, el infierno es real…Todos tenemos que morir para ir al cielo (…) Yo no odio a nadie”. Vincent Gutierrez (28 de marzo 2007) reza: “mi Señor es mi vida y mi salvador, nada temo”.
La convicción en el más allá viene también viene desde la religión musulmana. Charlie Brooks (7 de diciembre 1982) así lo sentía: “yo, en este mismo momento, no tengo absolutamente ningún miedo de lo que puede suceder a este cuerpo. Mi temor es por Allah, único Dios, que es en este momento el único facultado para determinar si yo debía vivir o morir… Como musulmán devoto, creo que esta vida material es solo para prepararse para la vida real que está por venir…”.
El amor a la familia
El amor a la familia se expresa en una y otra ocasión. Ramón Torres Hernández (14 de noviembre 2012) lo manifiesta de este modo: “¿Puedes oírme? ¿Alguna vez te he dicho que tú tienes los ojos de papá? Me he dado cuenta de que en el último par de días. Lo siento por hacerte pasar por todo esto. Dile a todos que los quiero”. Robert Salazar (22 de marzo 2006) hace una petición: “Dile a mi familia que los quiero a todos y los veré en el Cielo”. Joseph Ray Ries (21 de octubre 2008) decía a sus familiares: “Jesús va a venir pronto (…) Estoy muy arrepentido de lo que he hecho (…) Solo Cristo puede dar la paz. Te amo Laura. Te amo Danny. Te quiero Irene. (Cantando) Nuestro Dios es un Dios maravilloso. Señor, levanto en alto tu nombre”.
Algunos de las declaraciones expresan emotivamente su deseo imposible de retroceder en el tiempo. Richard Dinkins (29 de enero 2003) se expresa así: “Siento lo que pasó, y que por mi culpa ellos se hayan ido. Si hubiera alguna manera por la que pudiera cambiar las cosas y dar marcha atrás lo haría. Pero no puedo. Por lo que he hecho pasar a muchas personas, que se han visto afectadas, estoy muy apenado. He hecho las paces con Dios y rezo para que pronto todo el mundo sea capaz calmar sus corazones y sus vidas. A mi familia y amigos les quiero; algún día todos volveremos a estar juntos de nuevo”. Alva Curry (28 de enero 2003) decía: “Rezo con la ayuda de Dios para que me perdone por el dolor que he causado a su familia. Lo siento de verdad. Me gustaría poder recomenzar de nuevo; yo rezo y pido que me perdone”. Michael Adam Sigala (2 de marzo 2010) siente perplejidad por sus propios actos: “Sí señor, me gustaría pedir perdón a la familia. No tengo ninguna razón de por qué lo hice, yo no entiendo por qué lo hice. Espero que usted pueda vivir el resto de sus vidas sin odio. Le pido al Señor que me conceda el perdón. Todopoderoso y omnipotente Señor me entrego a ti, Amén”.
Algunos dicen que no lo hicieron
Hay casos en que los condenados siguen declarándose inocentes, o disconformes con su sentencia, respecto del crimen por el que fueron encarcelados. Preston Hughes (15 de noviembre 2012) declara “Mamá: por favor, sé que soy inocente y te quiero tanto. Por favor, seguid luchando por mi inocencia a pesar de que yo me haya ido”.. Ronald Clark O´Bryan (30 de marzo 1984) se expresa con serenidad: “Lo que está a punto de ocurrir en un momento es un error. Sin embargo, nosotros como seres humanos cometemos errores. Esta ejecución es uno de esos errores, pero no significa que todo nuestro sistema de justicia esté mal. Por lo tanto, perdono a todos los que han participado de alguna manera en mi muerte. Además, a nadie he ofendido durante mis 39 años (…) Ruego y pido el perdón de Dios para todos nosotros como seres humanos. A mis seres queridos, les extiendo mi amor eterno. A las personas cercanas a mí, sepan en sus corazones que les amo a todos. Dios les bendiga a todos”.
Los ejecutados fueron culpados de crueles asesinatos de sus semejantes. Pero sus palabras hacen reflexionar sobre la conveniencia de sustituir la pena de muerte por otra más humanitaria. Recientemente cinco estados norteamericanos han abolido la pena capital, y con estos ya son diecisiete los que no la tienen. Además, en 2012 ha continuado la tendencia mundial a la abolición. Entre tanto, las declaraciones finales de muchos de los condenados nos hacen ver que las personas somos capaces de mirar de frente a la muerte con esperanza.
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