El desarrollo industrial rápido es necesario, se requiere aumentar la producción. No será posible mientras los trabajadores no se aseguren aumentos sustanciales de salarios que compensen el esfuerzo. Si aumenta el rendimiento se podrá pagar mejores remuneraciones y evitar el desempleo. El problema es cómo promover una producción de emergencia realizada a toda velocidad sin trabas de ninguna clase y con condiciones que despierten el entusiasmo e interés de todos por trabajar en beneficio propio. Hay un ejemplo paradigmático: el campo, sector que creció cuando se lo estimuló y se le dio libertad de acción. No debe quedar regulación alguna que afecte la construcción del futuro de comerciantes, empleados, obreros y empresarios, terminar del todo con el sistema represivo adoptado por gobiernos anteriores. Si se acelera la industrialización del país se terminará con varios de los problemas que nos afectan, tanto económicos como sociales, se podrá ofrecer nuevas oportunidades a miles de personas que desean mejorar su situación laboral abandonando empleos mal remunerados en la administración pública o en empresas con exceso de personal donde no pueden mejorar los sueldos. Junto al esfuerzo del agro podría dar resultados positivos, necesarios para salir rápido adelante.
El Gobierno debe desatarse de la soga que le aprietan quienes no le quieren permitir hacer, no se debe dejar estar ni un momento, promover una expansión inmediata de la actividad económica, adoptar rápidamente las medidas necesarias para recuperar el tiempo que le han obligado a perder. El desarrollo del país y la ayuda general de la población dependerá de que siga desarrollándose la actividad agro – ganadera, y de la energía que el Gobierno ponga en expandir las industrias hasta el límite de las posibilidades, sin tentarse en ningún momento con sacarle a un sector para darle a otro, es necesario desarrollar al máximo todos los sectores, no darle preeminencia a la agricultura ni a la ganadería, a sector industrial alguno. Es el conjunto de la economía el que debe ir adelante, en eso consiste la economía libre, en que no existan discrimininaciones, la industrialización realizada sobre bases económicamente sanas podrá elevar el nivel de vida de la gente de manera sustancial.
La opinión pública ha sido trabajada por otros gobiernos por lo que se ven trabas psicológicas para resolver problemas respecto a la energía, servicios, y otras muchas cuestiones esenciales. La lucha por la soberanía nacional todavía sigue en boga, aún habiéndose demostrado que es una actitud absurda y empobrecedora que impide el desarrollo y el progreso. Los estorbos del Congreso a la privatización de varias empresas, muestra que una mentalidad parasitaria no se ha dado por vencida. El Gobierno debe salir a mostrar la necesidad que tiene el Estado de desprenderse de las empresas estatales que agobian la economía, la privatización es un acto político con consecuencias económicas. Es por ello que para privatizar se necesita un fuerte apoyo al Gobierno y que haya una estrategia bien definida para su implementación. Es un medio dentro de la política del Presidente para alcanzar su meta final: una economía de libre mercado, competitiva y que genere bienestar para todos los argentinos. Busca terminar con la política de fijación de precios, regulada, limitada en cuanto a los negocios, donde se comercia con tipos de cambio artificiales, se otorgan subsidios y privilegios políticos que impiden a las empresas tener éxito. Cabe mencionar, también, los impuestos distorsivos que quedan por eliminar para promover la creación de riqueza o la consecuencia será que se invierta en otros países, estancando la producción del nuestro.
Una privatización exitosa exige contar con respeto por la propiedad privada, impuestos bajos y que se viva en un sistema desregulado. El gobierno está haciendo los deberes, pretende privatizar todo lo que sea posible, el tema que le desvela, terminar con el déficit, es muy importante porque es causa de emisión monetaria espuria, de la inflación que obliga a pensar en el momento y olvidar del futuro. Las empresas estatales son deficitarias, impiden al Gobierno gastar en áreas donde es imprescindible, como es el de la salud y educación, darles asistencia a quienes lo necesitan y no pueden proveerse por sí mismos de esos servicios. Privatizar el sistema de salud puede carecer de suficiente consenso, la gente está acostumbrada a recibir asistencia médica gratuita, sin embargo podría llegar a implementarse la competencia financiada con los impuestos, como en la actualidad, permitiendo a la gente elegir, de esa forma los recursos del Estado serían resultado de la decisión y elección de la gente, de cuál considera el mejor proveedor del servicio.
Seguramente se estudiarán las privatizaciones no solo en otras partes del mundo sino también las que se realizaron en tiempos de Carlos Menem, se aprenderá de los errores. Si logran ser exitosas las que se han permitido privatizar, se podrá rápidamente conseguir las que el Congreso ha negado, la sociedad debería exigirlo, absurdamente las empresas públicas están controladas por el Estado, el cual es el que debería ser controlado.
La confianza en las acciones de gobierno debe afianzarse, el consenso de la gente y de los partidos democráticos con ideas afines se puede mantener rindiendo cuentas en el Congreso y en los medios de comunicación, de lo que se está haciendo, mostrar dónde estamos y hacia dónde vamos. La gente sabe que ya no puede absorber las pérdidas de las empresas del Estado, no está dispuesta a seguir pagando tantos impuestos. Privatizar permite bajar la deuda, disminuir los intereses y tener mejores servicios con lo cual se vive mejor, los argumentos de quienes se oponen, a esta altura carecen de sentido. La degradación del signo monetario es una de las causas de las pérdidas de tales empresas, afecta negativamente a toda la sociedad.
Se va a necesitar acordar con las fuerzas laborales, tener una estrategia que los convenza de no temer al cambio, demostrarles que se las escucha y tiene en cuenta. Mostrar a la gente que perder el empleo no es grave si pueden conseguir en empresas privadas, se podrá demostrar creando condiciones para que se creen nuevas empresas.
Hay que aprovechar la orientación que le ha dado el Gobierno a la economía, más el esfuerzo que se está haciendo por explicar este cambio positivo en el exterior. Hoy contamos con una expectativa favorable, quedan varios capítulos por encarar luego de la firma del Pacto de Mayo, se está trabajando en ello y la sociedad todavía acompaña.
Es imposible esperar que la actual administración no cometa errores pero sabemos que por fin el rumbo es el correcto. Vamos hacia la libertad de producir, de consumir, libertad de elegir y hacia el retiro del estado como industrial, comerciante y proveedor de subsidios, privilegios y prebendas, también de todos los controles que detienen la economía y la capacidad de creación e innovación. Se le está dando preeminencia al consumidor como orientador del proceso económico e intentando acabar con los destructivos efectos políticos y éticos del anterior rumbo estatista, el cual se oponía a un sistema de economía libre limitando las posibilidades del crecimiento, del bienestar y progreso social. Pero, el Gobierno no debería descuidar los efectos negativos que sufren muchos argentinos producto de la transición hacia un futuro mejor: si se prolongan o se traducen en una baja mayor de las posibilidades de vida, las manifestaciones psicológicas de los conflictos pueden aumentar al punto de crear condiciones muy difíciles de dominar. Si bien el crecimiento de las actividades del Estado se ha vuelto peligroso y altamente nocivo, tanto a nivel político como económico, se debería recordar en primer lugar a quienes están por debajo del nivel de pobreza, las necesidades de alimento son temporalmente finitas, ya que existen límites biológicos inviolables para ellas.
Elena Valero Narváez. Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).