América, Economía y Sociedad

Argentina: La calma cambiara es solo aparente

Acaba de conocerse que, la formación de activos externos netos acumulada entre 2017 y 2018, supera los US$ 59.000 M -incluidos los dólares “en el colchón”-…

… lo que no refleja otra cosa que la alta inflación que tuvo el peso, y que continúa muy por encima de las proyecciones oficiales. De modo que es solo cuestión de tiempo para que el billete verde vuelva a ponerse a tono con los nuevos precios.

La calma es momentánea, y el hecho de que el gobierno está intentando frenar el carry trade con las Leliq, es un reconocimiento implícito de que el dólar está planchado circunstancialmente gracias a las altas tasas, o sea, los dólares que se posicionan en pesos para sacar esta ventaja.

En las últimas dos semanas, con el billete verde hasta debajo de la zona de no intervención, el BCRA aceleró el ritmo de baja de tasas, recortando más de 10 puntos en nueve ruedas, quedando el rendimiento de la Leliq alrededor del 46% anual. Pero los operadores creen que el proceso de baja será más gradual y hasta podría hacer una pausa, y quedarse en un piso del 43% anual. O sea que el “carry trade” promete continuar, precisamente, mientras mantengan al dólar “quieto”.

Ayuda el campo, ya que los dólares de los productores agropecuarios sumarían este año más de US$ 30.500 M en concepto de ventas al exterior. Considerando que en 2018 ingresaron unos US$ 25.500 M, esto implicaría un salto ia. del 20%. Unos cuantos dólares más, pero, dicho sea de paso, no tanto como para creerse el entusiasmo del gobierno de que esto revertiría la caída de la economía en general. La contracara de este dólar artificialmente bajo es un círculo vicioso que lleva, entre otras cosas, a que Argentina exporta poco más del 10% de su PBI, cuando la media a nivel internacional es superior al 35%.

Por otro lado, más allá del déficit primario cero, quedaría un déficit financiero del 3% del PBI, que debe cubrirse con emisión adicional de deuda, aumentando la presión a la baja del dólar. El déficit fiscal total se redujo en 2018 solo el 0,2% del PBI ya que pasó del 6% al 5,8% dado que los gastos primarios, sin los intereses de la deuda, se redujeron del 2,9% al 2% del PBI, pero la cuenta de intereses subió del 3,1% al 3,8% del PBI.

Y la recaudación fiscal baja -y cada vez más- en términos reales, complicando estas cuentas. Por tomar un indicador, según el Indec, entre enero y noviembre de 2018 los salarios perdieron 17,3% frente a la inflación, es decir, que así las cosas el consumo y la inversión de las personas cae y cae además su capacidad de endeudarse.

Cuando los créditos UVA fueron lanzados, en marzo de 2016, el plazo para pagarlo era de hasta 30 años con una cuota similar a la de un alquiler que se actualizaba por inflación. Pero ahora ese valor casi triplica al de un alquiler. Así, los casos de cuotas impagables se multiplican y lo mismo para quienes sacaron un auto ahorro, ya que la mayoría está pagando el doble, en comparación al 2018, y para algunos el aumento de un mes al otro fue del 70%.

En fin, ayudaría el “viento de cola” ya que podría desacelerarse la apreciación global del dólar, gracias a la ralentización en la subida de tasas por parte de la Fed, pero falta la otra pata. Crossroads, o encrucijada, se ha convertido junto a paciencia, en las palabras fetiche del presidente de la Fed, frente a los riesgos que acechan a la economía: un divorcio sin acuerdo por el Brexit, una brusca desaceleración en China y, principalmente, el incremento de las tensiones comerciales según se confirmaba que Trump y Xi Jinping no se reunirán el 27 y 28 de febrero en Vietnam, aunque podrían hacerlo después del 2 de marzo, cuando expire el plazo de las negociaciones.

En estos momentos un 81,2% del mercado descuenta que no habrá subidas de tasas este año, según FedWatch, en tanto que el porcentaje de operadores que proyectan una bajada para el próximo 11 de diciembre (15,3%) es cinco veces mayor que el de los que esperan una subida (2,8%). Aunque, por otro lado, hay cierto optimismo en cuanto a la economía de EE.UU. ya que para la Fed “el desempleo es bajo, los precios están cerca del 2%, por lo que ahora estamos en un buen lugar”.

Pero, aun suponiendo que las tasas no se muevan, queda por ver el balance, que está de moda, ya que la Fed ha venido inundando a los mercados de deudas absorbiendo dinero. La Fed todavía acumula en este registro más de US$ 4 B, de los cuales 2,22 son bonos del Tesoro y unos 1,6 B son activos respaldados por hipotecas (MBS).

Casualidad o no, en octubre de 2018 las bolsas globales comenzaron a temblar y la volatilidad invadió los mercados. Justo en ese mes, la Fed apretó el turbo en la reducción de balance alcanzando los US$ 50.000 M mensuales que deberían seguir desapareciendo hasta alcanzar el tamaño ‘adecuado’. Cuando el proceso comenzó en 2017, la Fed proyectó que la normalización finalizaría en 2022 y el remanente sería de US$ 2,3 B, pero ahora se discute la ralentización y hasta poner fin a la reducción del balance.
 

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini

www.alejandrotagliavini.com

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