Chechenia enterró ayer a Ajmad Kadírov, su presidente asesinado en el atentado que el domingo sembró el terror en Grozni.
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Martes, 12 de noviembre 2024
Chechenia enterró ayer a Ajmad Kadírov, su presidente asesinado en el atentado que el domingo sembró el terror en Grozni.
Política
Chechenia enterró ayer a Ajmad Kadírov, su presidente asesinado en el atentado
que el domingo sembró el terror en Grozni, y se preparó para un inminente
recrudecimiento de la guerra al perder Moscú a su mano de hierro en la región.
Miles de soldados rusos y milicianos locales fueron desplegados en las
principales carreteras chechenas ante el temor de que el vacío dejado por la
muerte de Kadírov anime a los rebeldes a lanzar una ofensiva cuando aún reina la
confusión en esta república.
Las tropas estaban también encargadas de
garantizar la seguridad de los dirigentes chechenes y de otras regiones rusas
que acudieron al entierro de Kadírov, quien murió, junto a otras seis personas,
en el atentado que el domingo tiñó de sangre Grozni, la capital de
Chechenia.
A las seis personas, incluido Kadírov, que el Kremlin
reconoció como víctimas mortales del acto terrorista se añadió ayer el
fallecimiento de uno de los heridos que permanecían hospitalizados.
Una
bomba estalló en la mañana del domingo bajo la tribuna de honor del estadio
Dinamo de Grozni, donde Kadírov y la cúpula político-militar de Chechenia
presidía los festejos del 59 aniversario de la Victoria sobre la Alemania
nazi.
La explosión también mató al presidente del Consejo de Estado de
Chechenia, Huseín Isáyev, y causó gravísimas heridas al comandante en jefe de
las tropas conjuntas rusas en el Cáucaso Norte, Valeri Baránov, quien ayer
experimentó cierta mejoría en el hospital donde se haya ingresado.
Al
sepelio de Karímov, que tuvo lugar en Tsentorói, en el sureste de Chechenia,
asistieron varios miles de personas, entre seguidores, dirigentes de otras
regiones y repúblicas rusas, y autoridades islámicas.
El nombre de
Kadírov y su recuerdo como presidente y antiguo muftí (líder espiritual) de
Chechenia se repitió en las principales mezquitas de Rusia, en las que se
subrayó su capacidad para atraerse a algunos de los rebeldes chechenes más
obstinados en la lucha armada contra Moscú. El Consejo de Estado chechén hizo
también un llamamiento a la unión de todos los chechenes contra aquellos que
“intentan impedir la recuperación de Chechenia”. Las autoridades han
responsabilizado del acto terrorista a los rebeldes integristas que, desde hace
casi cinco años, combaten a las fuerzas federales y las milicias chechenas pro
rusas en esta segunda guerra de Chechenia.
Los principales medios de
comunicación rusos comentaron ayer la difícil tarea que tiene ante sí el Kremlin
para encontrar un relevo a Kadírov, quien, pese a haber sido odiado por muchos
chechenes, era respetado por su fuerza militar y por las alianzas que logró
tejer en torno suyo.
Uno de los mayores temores en Moscú es que Serguéi
Abrámov, primer ministro de Chechenia que fue nombrado el domingo por Moscú
presidente en funciones, no pueda hacerse respetar por los clanes chechenes más
belicosos en tanto se convocan elecciones y se busca sustituto a
Kadírov.
Por eso, una de las primeras medidas adoptadas por Abrámov (que
cuenta con el inconveniente de ser ruso en una república donde los lazos de
sangre son muy importantes) fue elegir como primer viceprimer ministro a Ramzán,
el hijo de Kadírov y comandante de una guardia pretoriana de casi 10.000
milicianos.
Sin embargo, Ramzán, quien presidió junto a su hermano Selim
Jan las exequias de su padre en Tsentoroi, no cuenta con el respeto que tenía
Kadírov, de ahí el riesgo de que los esfuerzos de éste para aglutinar a los
principales clanes salten en pedazos. Desde su elección como presidente en los
comicios de octubre de 2003, Kadírov consiguió que dejaran las armas al menos
cuatro de los principales caudillos militares chechenes hasta entonces leales a
Aslán Masjádov, el principal líder separatista.
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