El ex presidente norteamericano aprovechó la Cumbre Mundial de la ONU para pescar en río revuelto.
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Editorial
El ex presidente norteamericano aprovechó la Cumbre Mundial de la ONU para pescar en río revuelto y erigirse como el protagonista de un debate potenciado por poderosos y famosos de todo el mundo sobre temas como la pobreza, la gobernabilidad, el clima y la religión denominada “Iniciativa Global Clinton” y realizada en un importante hotel en Nueva York.
Entre los asistentes estuvieron el presidente español Rodríguez Zapatero, el primer ministro británico, Tony Blair; el presidente de Chile, Ricardo Lagos; la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice; el financiero húngaro-americano George Soros; el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan; el Rey de Jordania, Abdalá y elpresidente de Ucrania, Víktor Yushchenko, por el lado de los mandatarios. En la lista de los ricos y poderosos aparecen magnates de la comunicación como Rupert Murdoch (News Corporation) y Richard Parson (Time Warner), filántropos como George Soros o el irlandés Tom Hunter, economistas como el presidente del FMI, Rodrigo Rato, o el académico peruano Hernando Soto o políticos como el líder del Sinn Fein, Gerry Adams.
La llamada Iniciativa Global, en paralelo a la Asamblea General de la ONU, se nutre de 800 consejeros delegados de grandes empresas y 35 jefes de Estado. Lo que la hace particular es que sólo por participar, la mayoría ha tenido que pagar 15.000 dólares por cada uno de los asistentes. Pero lo más interesante es que una vez inscriptos, los asistentes se comprometen a cumplir las «tareas» asignadas por la iniciativa, que serán negociadas y estipuladas escrupulosamente en un contrato al que se dará seguimiento. El que no la cumpla, no será admitido en sucesivas ediciones.
Que los participantes se comprometan a actuar en algunas de las loables iniciativas que patrocina la Iniciativa Clinton –llevar vacunas a África, ayudar a una población del Tercer Mundo, reunir dinero para alguna asociación de caridad, etc.- es un encomiable emprendimiento por parte de un ex presidente mediático por naturaleza al que le aburre el anonimato y el segundo plano.
La iniciativa debe animarse a encarar los problemas cruciales del mundo desde una perspectiva renovada que ahonde en la relación entre sociedad y gobierno, explorando vías alternativas a las trilladas recetas estatistas. De lo contrario, estará condenada a ser una usina más del pensamiento progre.
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