Economía y Sociedad, Política

El dólar ya no reluce como el oro

El oro ha iniciado 2008 con una escalada astronómica. El precio del metal amarillo se ha
disparado hasta niveles récord en términos nominales, sobrepasando los 900 dólares la onza.

Mark W. Hendrickson

“¿Y qué? – se preguntará usted – A menos que se trabaje para una empresa minera o una
joyería, el oro es un factor trivial o inexistente en la vida de uno”. Eso es cierto, pero ¿utiliza
dólares como divisa? Si es así, entonces debería estar preocupado por el creciente precio del
oro.

Al oro se le caracteriza en ocasiones como un barómetro de la inflación. Yo prefiero definirlo
como el indicador más fiable del nivel de confianza en nuestra divisa. Cuando ésta es elevada
y la gente quiere tener dólares, entonces el precio del oro se reduce en términos relativos
respecto al dólar. Y al contrario, cuando la confianza en el dólar es reducida y ha descendido
el deseo por tenerlos, el precio del oro se eleva en términos relativos respecto al dólar.

¿Por qué es el oro un indicador monetario fiable? Históricamente, emergió como la mejor
opción para convertirse en moneda en países de todo el mundo. A causa de la dolorosa
hiperinflación de la divisa continental durante la Revolución, nuestros Padres Fundadores
decidieron que el dólar americano fuese convertible en una cantidad fija de oro. De hecho, así
fue durante la mayor parte de nuestra historia; de ahí el dicho corriente hasta mediados del
siglo XX de que “el dólar es igual de bueno que el oro”.

Desde nuestra perspectiva cotidiana, en la que habitualmente expresamos el valor económico
en términos de dólares, el oro aparece fluctuar enormemente en su valor. Esto, sin embargo,
es una ilusión comparable a creer que el Sol gira alrededor de la Tierra. Si cambiamos
nuestro marco de referencia del dólar al oro, observamos que el oro ha mantenido a grandes
rasgos durante siglos el mismo poder adquisitivo, y es el papel moneda el que ha fluctuado
enormemente en su valor. El papel moneda de la Reserva Federal, por ejemplo, cuenta con
menos del 5% del poder adquisitivo que tenía cuando fue introducido en 1914. Aún así, en no
demasiados años, miraremos atrás con nostalgia a cuando pagábamos “solamente” tres
billetes verdes por un galón de gasolina.

El precio del oro nos está diciendo en términos nada inciertos que la confianza en el dólar
americano está cayendo. Como explicaba en mi columna Anatomía de una crisis financiera,
los legisladores norteamericanos decidieron sacrificar al dólar con el fin de impedir que los
mercados financieros se detuvieran en seco. Antes incluso de que la crisis emergiera, la
depreciación del papel de la Reserva Federal se podía anticipar. Los americanos están
nadando en deuda. Los individuos y las empresas tienen una deuda récord, pero el mayor
deudor de todos es el Tío Sam. Sólo alguien muy inocente podría pensar que el Tío Sam
puede financiar indefinidamente sus 9 billones de dólares de deuda reconocida oficialmente,
sus demás billones de deuda fuera del presupuesto, y las decenas de billones de obligaciones
sin financiar para la seguridad social, Medicare, etc. La única opción política viable es hacer
que la Reserva infle la masa monetaria, reduciendo así el valor de cambio de cada unidad
monetaria, y compensando a los acreedores con dólares devaluados.

Nuestra debilidad financiera general, combinada con el vigoroso crecimiento económico en
otros países y la consecuente reducción del porcentaje norteamericano del PIB global significa
que los días del dólar como moneda de reserva global están contados. El precio del oro
seguirá creciendo aún más conforme se desarrolle este proceso.

Además de los factores económicos que trabajan contra nuestro dólar, también existen
comunista, y antes del 11 de Septiembre– Estados Unidos era calificado de superpotencia sin
rival, en gran medida benevolente. En aquel entonces la confianza en nuestra divisa era muy
elevada, y el oro se cambiaba a menos de 300 dólares por onza. Ahora, con el asesinato de
Benazir Bhutto amenazando con desatar a un Pakistán con armamento nuclear, Rusia y China
procurando meternos el dedo en el ojo en cuanto y las tensiones con Irán creciendo, hay una
confianza cada vez más reducida en la capacidad norteamericana de mantener un orden
global pacífico. En consecuencia, los inversores de todo el mundo cambian dólares por oro.

El elevado precio del oro indica que son tiempos difíciles para nuestro país, tanto geopolítica
como económicamente. Si los dos grandes partidos no pueden dejar de lado sus
interminables disputas y unirse para lidiar con los importantes desafíos que afronta nuestro
país, el dólar se hundirá más y el oro seguirá creciendo. Recemos porque esto no ocurra.

Fuente: Fundación Atlas

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