Política

Europa-América: dos modelos que no son tan distintos

El I Foro Atlántico celebrado ayer quiso analizar las diferencias entre dos modelos de sociedad, a veces enfrentados, pero que se asemejan más de lo que parece.

DEBATE SOBRE PUNTOS DE ENCUENTRO
El I Foro Atlántico Europa-América Latina celebrado ayer en la Casa de América
de Madrid quiso arrojar un poco de luz sobre los desafíos del siglo XXI en torno
a estos dos continentes, hermanados en muchos aspectos. Pero, ¿realmente se
trata de dos modelos distintos? En torno a esta cuestión se reunió la primera
mesa de redonda de la jornada de debate, que analizó las diferencias y puntos en
común de dos sociedades, que no son tan distintas como parecen.

El
escritor y periodista cubano afincado en España Carlos Alberto Montaner analizó
la relación entre los dos modelos desde un origen no muy remoto. Según Montaner,
la sociedad nortemericana empezó a marcar la diferencia cuando sus ciudadanos,
muchos de ellos descendientes de europeos, empezaron a convertirse en
embajadores de una sociedad progresista. Los padres fundadores de este modelo
construyeron una sociedad para preservar los derechos de los individuos sobre
los abusos del Estado, buscaron garantizar las condiciones para que cada uno
pudiera dedicarse a la búsqueda de la felicidad. Rápidamente se extendió el
culto al trabajo, al comercio y al disfrute de los bienes materiales. Este
modelo, según Montaner, generó la figura del “perdedor”, que era aquel individuo
que no lograba triunfar en su búsqueda de la felicidad, para ellos sinónimo de
prosperidad.

El self made man despertó la admiración de otras
sociedades, pero dio paso a la creación de un estereotipo: “Los norteamericanos
son prácticos y creativos, pero simplones y materialistas, poco dados a cultivar
el espíritu”. Y comenzaron a surgir los discursos ´antiamericanos´ desde Europa,
tanto por parte de la Izquierda como de la Derecha. Esta filosofía ha provocado
quizá grandes diferencias entre el modelo americano y el europeo. De hecho,
según Montaner, los ciudadanos norteamericanos no creen que el éxito personal
dependa de causas ajenas a uno mismo, mientras los europeos consideran que estos
factores inciden de modo importante. Bajo la visión del escritor cubano, este
individualismo americano ha acabado por plasmarse en el unilateralismo que
tantas veces se achaca a Estados Unidos. Los europeos son más partidarios del
consenso mundial.

Estas pequeñas diferencias han ido degenerando en un
antagonismo erróneo y plagado de prejuicios que perjudican las relaciones entre
ambos continentes. Carlos Alberto Montaner no entiende esta rivalidad absurda:
“En un mundo globalizado a todos nos beneficia el beneficio del otro y a todos
nos perjudica su fracaso. La sana competencia es conveniente para el desarrollo
mundial”. El pensador cubano es rotundo al respecto: “Hay que huir como del
demonio de esa visión adversaria de Estados Unidos y Europa que algunos
cultivan”.

Por su parte, Lorenzo Bernaldo de Quirós, economista y
miembro de la Fundación Internacional para la Libertad, se encargó de analizar
uno de los puntos de unión más delicados entre Europa y América: la inmigración.


Sin duda, se trata de uno de los grandes desafíos de este siglo XXI, y
es uno de los factores de la globalización que menos se ha liberalizado en
comparación con otros como los económicos, culturales, etc. Para Bernaldo de
Quirós, en torno a este debate se ha generado una “mentalidad esquizofrénica
entre la realidad y el deseo”. La realidad es que las sociedades más
desarrolladas necesitan gente, mano de obra. Pero el deseo pasa por el temor a
las “invasiones bárbaras”, el miedo a que los inmigrantes sumerjan las
sociedades de acogida. Entre ambos conceptos, se han elaborado las actuales
políticas de inmigración de los países, generalmente muy restrictivas, lo que
provoca grandes flujos de inmigración ilegal.

Desde un punto de vista
liberal, Bernaldo de Quirós considera insostenible oponerse a las que las
personas tengan libertad para moverse o emigrar. Por otro lado, “cuando una
persona escapa de la opresión y está dispuesta a abandonar su casa, ninguna
política de inmigración podrá detenerla. De ahí el gran volumen de inmigración
ilegal”, agregó. Además, estas políticas restrictivas no sólo no consiguen lo
que buscan, sino que provocan un efecto perverso que se plasma en la
proliferación de mafias que se benefician de estos flujos. Y es que si la oferta
y la demanda no llegan a un equilibrio voluntariamente lo harán a la fuerza.


¿Qué hacer? Lorenzo Bernaldo de Quirós descarta las políticas
restrictivas y los posibles sistemas cuasi-policiacos para decantarse por la
liberalizar la movilidad de las personas. Para lograrlo, es obvio que los
gobiernos no pueden imponer esquemas no compartidos por la sociedad, de modo que
Quirós opta por un gran potenciación de la pedagogía para abolir unos prejuicios
que se dan actualmente en la sociedad y que no tienen base empírica ni
teórica.

Por su parte, Álvaro Vargas Llosa realizó un análisis del camino
que en los últimos años ha andado América Latina, y resaltó el viaje estéril que
a su juicio vivó el continente y que ha generado descontento en los pueblos y
una percepción negativa en la sociedad que ha derivado en dos sistemas; el
neopopulista, que desea revivir políticas puestas en marcha en los 60 y 80
(Venezuela, Argentina, Bolivia, México), y otro que el denomina de ´reyes
pasmados´, “que sin ser necesariamente neopopulistas, sin embargo, por su
pasividad están contribuyendo a un brote de populismo”.

El escritor y
periodista peruano no augura un futuro más próspero para América Latina, a menos
a corto plazo, a pesar de señales positivas que se puedan apreciar en algunos
países.

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