El afán y las ganas del Ayuntamiento para conseguir los juegos del 2012 han marcado el paso de la llama olímpica por Madrid, que encendió el Príncipe Felipe.
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Lunes, 07 de octubre 2024
El afán y las ganas del Ayuntamiento para conseguir los juegos del 2012 han marcado el paso de la llama olímpica por Madrid, que encendió el Príncipe Felipe.
LLEGADA DE LA LLAMA OLÍMPICA
Dos horas y media de recorrido, 30 relevistas, un circuito de 12 kilómetros… y
una temperatura de más de 30 grados. Estas han sido las cifras que ha rodeado el
paso de la antorcha olímpica por Madrid, un espectáculo que, quizá por el
madrugón, quizá por los rigores del calor, los madrileños han preferido ver
desde casa.
Manuel Estiarte, buque insignia del waterpolo español, y que
tantas alegrías ha dado a los aficionados, ha sido el encargado de abrir la
marcha. Detrás de él otros deportistas que han escrito con mayúsculas la
historia del deporte español como Blanca Fernández Ochoa, Fernando Romay, Abel
Antón, Jesús Carballo, Nina Zhivanevkaia y Amaya Valdemoro, entre otros.
Las víctimas de los atentados del 11 de marzo también tuvieron su
particular homenaje en la jornada de ayer: dos estudiantes de la Universidad
Autónoma de Madrid, que vivieron de cerca el atentado, colaboraron como
portadores de la llama olímpica.
Demostración
para el futuro
Además de la significación que ha tenido la llegada
de la antorcha a Madrid, que en palabras de la Infanta Pilar de Borbón, miembro
del COI y presidenta de la Federación Internacional de Hípica, ha sido “hoy más
que nunca la transmisión de un mensaje de paz y amistad entre los pueblos”, este
acto ha sido la demostración de que Madrid está preparada para albergar unos
juegos olímpicos.
El recorrido de la antorcha pasó por algunos de los
lugares más emblemáticos de la capital, como el Palacio Real, la plaza de
Cibeles, el Museo del Prado, la Puerta del Sol, la Plaza Mayor y el Parque del
Retiro.
Terminó en la Plaza de la Independencia, donde a los pies de la
Puerta de Alcalá se había situado el pebetero. El ex futbolista Francisco
Narváez, Kiko, autor del gol que dio la medalla de oro a la selección de fútbol
en las Olimpiadas de Barcelona, fue el último relevista y el que entregó el
fuego olímpico al alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz Gallardón.
Allí, en
presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de la
presidenta del ejecutivo autonómico madrileño, Esperanza Aguirre, y del
presidente del Comité Olímpico español, José María Echevarría, el Príncipe
Felipe escenificó el último acto del paso de la Antorcha por Madrid en su
recorrido por 34 ciudades de los cinco continentes.
El príncipe de
Asturias alzó brevemente la antorcha para mostrarla al numeroso público
congregado en este punto emblemático de la capital y la acercó seguidamente al
pebetero, situado bajo el arco central de la Puerta, que prendió al instante.
Después, un miembro de la organización del relevo apagó el pebetero no
sin antes guardar la llama en un candil, en el que partió rumbo al aeropuerto de
Barajas, desde donde voló a Barcelona, ciudad que organizó los Juegos Olímpicos
de 1992.
La fiesta siguió en
Cibeles
Pero eso no era todo lo que el Ayuntamiento de la ciudad
había previsto para este día. En su afán de conseguir la organización de los
Juegos de 2012, el consistorio había preparado una gran fiesta para los
ciudadanos.
Para poner punto final a este acto, y justo después de que
se encendiese el pebetero, en la plaza de Cibeles comenzó el “Concierto del
adios” en el que la bailaora Sara Baras, el guitarrista Paco de Lucía y el grupo
El Canto del Loco hicieron las delicias de los presentes. Esta vez, el calor no
importó.
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