Periodista y pensador, Michael Ignatieff, fue uno de los intelectuales que defendió el papel escogido por EEUU en la guerra de Iraq. Para Ignatieff, el terrorismo islámico sólo puede ser derrotado militarmente porque “no tiene objetivos políticos sino
religiosos” y apela a la cooperación de las sociedades democráticas como pieza clave de la estrategia de lucha, por ejemplo con la cooperación real entre Europa y EEUU.
Apela a la cooperación de las sociedades democráticas como pieza clave contra el terrorismo
Michael Ignatieff nació en Toronto en 1947. Doctor en Historia por la
Universidad de Harvard, ha sido profesor asociado del King´s College de
Cambridge, del St. Anthony´s College de Oxford y de la École des Hautes Études
de París y actualmente es escritor, historiador y periodista.
Reside
desde 1984 en Londres, donde ha presentado varios prestigiosos programas de
televisión y escrito guiones de películas, obras de teatro y series de
televisión. Michael Ignatieff combina el rigor académico con un brillante estilo
literario y tiene una gran capacidad de comunicar, que le viene de su larga
experiencia en televisión.
Ahora es el director del centro Carr de la
Universidad de Harvard para los Derechos Humanos, donde Ignatieff ha estudiado
los movimientos contestatarios y violentos del último siglo y medio, desde las
milicias de la Alemania de Weimar y los nihilistas de la Rusia zarista, hasta el
IRA, ETA y los suicidas de Al Qaeda.
Análisis
sobre el terrorismo
En su libro “El mar menor. Ética de una era de
terror”, recorre la historia moderna del terrorismo y el antiterrorismo y en el
contexto del actual panorama político internacional, el analista ha previsto “un
futuro de más regímenes democráticos multiétnicos”.
En relación al
terrorismo islamista, el experto destaca un aspecto significativo cuando afirma
que se trata de “una lucha de naturaleza religiosa, no política. Bin Laden no
persigue fines políticos, como la liberación de Palestina o la salida de Estados
Unidos de Arabia Saudí, sino la propia desaparición de Israel, algo que es
imposible. Por eso, la única manera de vencerles es militarmente, no mediante la
política”.
En ese sentido, Ignatieff apela a la cooperación de las
sociedades democráticas como pieza clave de la estrategia de lucha. “Estados
Unidos y Europa deben trabajar juntos comprendiendo la crueldad a la que nos
enfrentamos” aunque en su opinión no todo vale a la hora de presentar batalla
contra el terror.
Sobre la guerra de
Iraq
Respecto a la política exterior de Estados Unidos, Ignatieff,
a pesar de no estar enteramente de acuerdo con la política llevada a cabo por
Bush hijo, consideró, no obstante, que “el presidente tiene razón cuando dice
que Iraq y el mundo estarían mejor si se desarma a Sadam, incluso por la
fuerza”.
De esta manera, Ignatieff ha escrito varias reflexiones sobre
la guerra de Iraq en las que consideraba que era necesario valorar los posibles
riesgos, aunque “valorar riesgos no es lo mismo que tomar decisiones morales. Es
imposible estar seguro de que mejorar los derechos humanos de 25 millones de
personas merece el coste que supone, porque nadie sabe cuál será ese coste.
Además, incluso si pudiéramos saber de antemano que 25 millones de personas
vivirán mejor, ello chocaría frontalmente contra las objeciones deontológicas, a
saber, que las buenas consecuencias de una acción no justifican la muerte de
seres humanos. Creo que las justificaciones trascendentales pueden invalidar las
deontológicas, pero sólo si lo que se gana en libertad es considerable y el
coste humano reducido”.
Cómo derrotar al
terrorismo
Para el autor, los gobiernos tienen que tener claro
cual es el enemigo común que opera entre Estados Unidos y España y “cooperar en
esta lucha comprendiendo la crueldad a la que nos enfrentamos. No hay que
olvidar que la hostilidad geopolítica sólo ayudará a los enemigos de ambas
sociedades”.
Para Ignatieff, el terrorismo islámico sólo puede ser
derrotado militarmente porque “no tiene objetivos políticos sino religiosos”.
Por otra parte, recuerda que es imposible promover la democracia y el
imperialismo a la vez, y anunció que en el futuro habrá más democracias que
serán post imperialistas, aunque por ello, “el nuevo mapa geopolítico será quizá
más inestable”.
Respecto a la política antiterrorista seguida por
Estados Unidos en los últimos años Ignatieff no cree que los últimos resultados
electorales en Norteamérica tengan nada que ver con que los ciudadanos estén
intimidados, sencillamente “no confiaban” en ninguno de los candidatos y
“eligieron al que más decisión muestra aunque se equivoque a
veces”.
Grupos terroristas en
política
Otro aspecto que ha sido analizado en diversas ocasiones
por Michael Ignatieff es la relación de ciertos grupos políticos con el
terrorismo, aspecto este que ocupa en España un lugar preferente en el panorama
informativo por la Ley de Partidos que ha ilegalizado, primero a Batasuna, y
después no ha dejado concurrir a Aukera Guztiak a las elecciones vascas por su
relación con ETA.
Respecto a la ilegalización de grupos políticos
relacionados materialmente con el terrorismo, el autor canadiense recalcó la
dificultad de demostrar esa relación y se refirió al caso del Sin Fíen y el
terrorismo del IRA. Sin embargo, recalca que “cualquier partido político
relacionado con un grupo terrorista no pude participar en el juego político
democrático, ya que es una contradicción. Pero en un sistema democrático
legítimo los partidos pueden proponer la disolución política de un
Estado”.
A su modo de ver, la propia democracia dispone de sistemas de
autoprotección. “La intimidación por medios violentos no es compatible con el
sistema democrático”, responde en referencia a la ilegalización de partidos
vinculados al terrorismo. Pero Ignatieff lanza una severa advertencia: “En un
sistema democrático, los partidos sí pueden proponer la disolución política de
un Estado”.
Finalmente, una observación importante apuntada por el
escritor es que no cree que el siglo XXI vaya a ser el de Estados Unidos. “La
Unión Europea está robusteciéndose mientras veo cómo China surge en el mundo”, a
medida que aparecen otras sociedades.
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