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Murray Rothbard: “En todos los tiempos, el Estado ha mantenido a cortesanos que lo legitimen”

Murray Rothbard, al igual que Hayek, fue alumno de Ludwig von Mises, pero aunque Hayek alcanzó la fama y el reconocimiento que le dieron el Nobel, muchos consideran que el aporte de Rothbard a escuela austriaca de economía fue superior al de Hayek. Su obra teórica estudia los fundamentos del anarcocapitalismo, el sueño de una sociedad capitalista sin Estado, la cual también soñaron pensadores como La Boetie, Molinari y Lysander Spooner.

El pensador de la escuela austriaca que heredó el legado de Ludwig von Mises

La escuela austriaca tiene diversos principios identificadores entre los que se encuentran el individualismo metodológico, teoría subjetiva del valor, y una fuerte oposición a la intervención del gobierno en la economía. Suele pensarse que es la “ideología” económica de conservadores y pensadores liberales clásicos. Una razón para esta identificación es su carácter individualista y anti-estatal. Otra se debe al papel central que atribuye a la propiedad privada en el sistema de mercado. Sus principales pensadores, que han seguido a Menger, son entre otros, Ludwig von Mises, Eugen Boehm-Bawerk, Friedrich Hayek, Murray Rothbard e Israel Kirzner.


Murray Newton Rothbard (1926-1995), el gran discípulo de Mises, dio un nuevo empuje a la Escuela Austriaca con su tratado Man, Economy and State. Escribió ampliamente sobre teoría monetaria defendiendo el patrón oro y criticando los bancos centrales. Pero no se limitó a la teoría económica; revisó la historia del pensamiento económico en una obra de dos volúmenes y la historia de la independencia de los Estados Unidos en una de cuatro. Y yendo más allá de los campos de la economía e historia, escribió La ética de la libertad, con el que la Escuela Austriaca dejó de limitarse al análisis de los hechos económicos y se comprometió con la valoración ética de los mismos.


Sobre el Estado


“El Estado es la más vasta y más formidable organización criminal de lodos los tiempos, más eficaz que cualquier mafia de la historia”. Los intelectuales son ideólogos pagados por el Estado. ¿Pero por qué el Estado está generalmente considerado como legítimo y no como criminal? Allí interviene el rol de la ideología y de los ideólogos. En lodos los tiempos, el Estado ha mantenido cortesanos cuya función es la de legitimarlo. Esos ideólogos están encargados de explicar que un crimen individual es una culpa, pero que cometido en forma masiva por el Estado se convierte en algo justo. ¡Sin ideología, no hay Estado!”, dice Rothbard sobre el Estado.


Los políticos saben eso desde los más antiguos tiempos. El contenido de las ideologías ha podido variar, pero su objetivo es siempre idéntico: convencer a la opinión pública de que la existencia y las fechorías del Estado son necesarias y deben ser aceptadas. De ahí la importancia que tiene para el Estado el enrolar a los fabricantes de ideologías que son los intelectuales. Durante largo tiempo esos ideólogos fueron los sacerdotes. En la época moderna, éstos han sido reemplazados por el discurso de apariencia más científica de los economistas, científicos y otros universitarios. No es por azar que esos propagandistas son lodos más o menos empleados por el Estado y que es el Estado el que controla más o menos directamente lodos los medios de expresión y de comunicación. ¡Es para impedir una revolución liberal!


Una sociedad puede realmente funcionar sin Estado? Toda la obra de Murray Rothbard es una respuesta afirmativa y concreta. Hay que privatizar las calles, la policía, la justicia y la defensa nacional.

Para Rothbard -dice Guy Sorman- todo compromiso con la existencia misma del Estado es una incoherencia. Es necesario rechazar la noción misma inclusive de un Estado mínimo que podría ser benevolente. El interés público es algo que no existe: lodo por naturaleza es privado y nada público. Concentra en torno de él a lodos los amantes de la libertad absoluta, partidarios de la venta libre de droga, los que por “objeciones de conciencia” se niegan a hacer el servicio militar, y marginales de toda especie. En la sociedad libertaria, cada uno, dice Rothbard, es propietario de sí mismo y vive como quiere: la droga, el juego, la prostitución son, pues, asuntos puramente personales.


El intervencionismo estatal


Rothbard señala la contradicción que se suscita en torno al tema del free-rider: “Vamos ahora al problema de los beneficios externos -la justificación que exponen los economistas para la intervención gubernamental. Muchos escritores conceden que el mercado libre puede dejarse funcionar en aquellos casos en donde los individuos se benefician a sí mismos por sus acciones. Pero los actos humanos pueden frecuentemente, aun inadvertidamente, beneficiar a terceros. Uno pensaría que este es un motivo de regocijo, sin embargo los críticos sostienen que esto produce males en abundancia”. A continuación el mismo autor señala las posiciones contradictorias por parte de quienes sostienen que el gobierno debería intervenir: por un lado se sostiene que el mercado produce egoístas y, por ende, el estado debería mitigar el efecto correspondiente, por otro, se sostiene que el gobierno debe actuar allí donde hay beneficios para terceros. Es que en realidad somos free-riders en muchos sentidos. Nuestras propias remuneraciones se deben a la acumulación de capital que realizan otros. Más aún, hay casos en los cuales se desea expresamente que no se internalice la externalidad como puede ser el caso de una mujer atractiva, lo cual, de más está decir, tampoco justifica la intromisión gubernamental.


En sus propias palabras: “concibo la libertad del individuo no sólo como un gran bien moral en sí mismo, sino también como condición necesaria para el florecimiento de todos los demás bienes que la humanidad aprecia: la virtud, las artes y las ciencias, la prosperidad económica y hasta la misma civilización. Pero la libertad siempre ha estado amenazada por las intrusiones del poder que busca suprimir, controlar, mutilar e imponer tributos. El poder -enemigo de la libertad- es en consecuencia el enemigo de todos los demás bienes y frutos de la civilización. Y el poder casi siempre se centra en ese depositario de la violencia, el Estado”.


De un ataque al corazón, a los 68 años murió el 7 de enero, en Nueva York. Con él quedó una obra de 25 libros y miles de artículos y ensayos sueltos. (Cuentan que podía escribir una media de ocho hojas por hora). Rothbard fue director del Review of Austrian Economics y del Journal of Libertarian Studies. Cuando a su amigo Llewellyn Rockwell, presidente del Instituto Ludwig von Mises, los reporteros le pidieron una concisa descripción de la contribución intelectual de Rothbard, contestó con una pregunta: “¿Cómo resumir la música de Beethoven o la poesía de Dante?”


Sus propias palabras


Capitalismo liberal y capitalismo de Estado:La diferencia entre el capitalismo del libre mercado y el capitalismo de estado es precisamente la diferencia entre, por una parte, la paz, el intercambio voluntario, y por otra parte, la extorsión violenta. Un ejemplo del intercambio en el libre mercado es la compra de un periódico en la esquina por diez centavos. Éste, es un acto pacífico, un intercambio voluntario que beneficia a las dos partes. Compro el periódico porque valoro su contenido más que no mis diez centavos que he dado en intercambio. El vendedor de periódicos me vende el diario porque, a la vez, él valora más mis diez centavos que el periódico. Las dos partes ganamos en el intercambio. Lo que estamos haciendo en tal intercambio es cambiar títulos de propiedad: cedo la propiedad de mis diez centavos en intercambio para conseguir el papel; y el vendedor de periódicos hace el cambio contrario con su título. Este simple intercambio de transferir diez centavos por un periódico es un ejemplo de un acto unitario de libre mercado. Así es como funciona el mercado”.


Estatismo: “La intervención del estado puede ser clasificada en dos sentidos: prohibiendo los dos intercambios interpersonales, o prohibiendo de forma parcial un intercambio entre dos personas. Es decir, prohibir los acuerdos a los que llegan dos adultos que intercambian de mutuo consentimiento; que es un intercambio que beneficia a ambas partes, o bien, forzando a uno de ellos a hacer un “intercambio” unilateral con el estado, en el cual, la persona retribuye algo al estado bajo la amenaza o coerción. La primera puede incluir una absoluta prohibición del intercambio, regulando las condiciones del intercambio —los precios—, o excluir a ciertas personas para hacer el intercambio. Un ejemplo de la última intervención, por ejemplo, es ser fotógrafo en muchos estados, donde uno debe tener una licencia de fotógrafo —demostrando que eso es para “un buen fin moral” y pagando una cierta cantidad de dinero al aparato del estado. ¡Esto con el fin de poder tener el derecho de hacer una fotografía a alguien! El segundo tipo de intervencionismo es un “intercambio” forzado entre nosotros y el estado. Un “intercambio” que sólo beneficia al estado y no a nosotros. Por supuesto, los impuestos son el obvio y evidente ejemplo de ello. En contra del intercambio voluntario, los impuestos son un claro ejemplo del embargo coercitivo a la propiedad de la gente sin tener su consentimiento previo”.


Economía de mercado: “La economía de mercado es un vasto entretejido a través del mundo, en el cual cada individuo, cada región, cada país, produce aquello que hace mejor, aquello en lo que es más eficiente en términos relativos, e intercambia ese producto por las mercancías y los servicios de otros. Sin la división del trabajo y el comercio basado en esa división, el mundo entero moriría de hambre. Las restricciones coercitivas al comercio – tales como el proteccionismo – arruinan, estorban, y destruyen al comercio, la fuente de la vida y de la prosperidad.”


Hayek:“Sin lugar a dudas, Hayek ha de ser recordado por siempre, por haber tenido el coraje de mantenerse hombro a hombro junto a su mentor [Ludwig Von Mises] durante los obscuros años del período interguerra y postguerra, en una feroz lucha contra dos terribles males de este mundo: el socialismo y el keynesianismo”.

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