Política

Nosotros no votamos en las presidenciales norteamericanas

Luis Miguez sostiene que los medios de comunicación españoles deberían madurar, abandonar los sectarismos y documentarse sobre la realidad política estadounidense

ANÁLISIS
Es lógico que las elecciones presidenciales norteamericanas despierten interés en todo el mundo y también en España. Los Estados Unidos son hoy la única superpotencia planetaria, la nación con vocación imperial de nuestro tiempo. Sin embargo, hay tratamientos informativos de esas elecciones difícilmente justificables y que rayan en lo ridículo.

Desde la presidencia de Ronald Reagan, en nuestro país se ha extendido la idea de que los republicanos son equiparables a la “rancia derechona” de cualquier país europeo, mientras que los demócratas serían melifluos progresistas socialdemócratas. En consecuencia, los medios de comunicación españoles, que en la etapa democrática están claramente dominados por un sesgo “progre”, hacen campaña a favor de los candidatos demócratas.

Como la influencia de los medios de comunicación españoles en la opinión pública norteamericana es igual a cero, podría parecer que esa campaña a favor de uno de los dos candidatos en liza no es más que un juego inofensivo, aunque impropio de profesionales serios y responsables. Sin embargo, no resulta tan inofensivo en la medida en que contribuye a extender la desinformación y la incomprensión de la opinión pública española hacia la realidad política estadounidense.

En efecto, los dos grandes partidos políticos norteamericanos están muy lejos de ser equiparables, ni por estructura organizativa, ni por ideología, a los que existen entre nosotros. Es cierto que dentro del partido demócrata hay una sensibilidad, la de los llamados “liberales”, que sí está muy próxima a la de los “progresistas” europeos, pero, por una parte, no es más que un sector de ese gran partido y, por otra, sus implicaciones en la política exterior norteamericana, que es lo que más nos debería interesar, no son las que algunos se piensan en España, sino todo lo contrario.

¿Habrá que recordar que fueron presidentes demócratas, Wilson y Franklin D. Roosevelt, los que metieron a los Estados Unidos en las dos Guerras Mundiales, frente a la oposición de los aislacionistas republicanos? ¿O que también era demócrata Truman, el presidente que ordenó utilizar las dos primeras bombas atómicas? ¿O que la intervención en Vietnam la inició el demócrata Kennedy?

Viendo al candidato demócrata Kerry hacer el saludo militar desde la tribuna de oradores, es posible que los periodistas y los editorialistas de los medios de comunicación españoles se estén empezando a dar cuenta de que, frente a la imagen que se habían formado de una manera completamente injustificada, no es el Rodríguez Zapatero norteamericano y, si gana las elecciones, no retirará a toda prisa las tropas del Iraq.

Nosotros no votamos en las elecciones presidenciales norteamericanas. Gane el candidato que gane, gobernará en atención a los intereses de su país y no a los nuestros. Por ello, los medios de comunicación españoles deberían madurar de una vez, abandonar los sectarismo ideológicos y las falsas asociaciones de ideas, y documentarse apropiadamente sobre la realidad política estadounidense.

Sólo entonces será posible emprender con seriedad un debate muy necesario en Europa en general y en España en particular, que es el de la relación que necesitamos con la gran potencia occidental. Esa relación no puede estar sometida a los bandazos de la política interna de los países implicados, sino que tendría que mantener una línea a largo plazo, como imponen las exigencias del convulso mundo contemporáneo.

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