Economía y Sociedad, Europa

El perfil del extranjero en Europa es más variado de lo que dicen los estereotipos

Un estudio, del que se hace eco Le Monde, revela que la media de cualificación profesional de los inmigrantes en Francia es superior a la del conjunto de la población.

Por otra parte, The Economist destaca que los inmigrantes aportan espíritu empresarial a Alemania, donde los nacionales no son tan proclives a poner en marcha nuevos negocios.

Se confirma en parte lo que dijeron los empresarios de Silicon Valley ante las medidas dictadas por el presidente de EE.UU. Donald Trump: los inmigrantes –especialmente de la India y de otros lugares de Asia– contribuyen mucho al desarrollo de las nuevas tecnologías. Son noticias que hacen pensar, y que vale la pena tomar en consideración, frente a estereotipos y simplificaciones.

Trabajadores cualificados en Francia y Austria

En un artículo reciente, Le Monde reseña un estudio de Mathieu Ichou, investigador del Instituto de Estudios Demográficos, titulado El nivel de educación de los inmigrantes: variado y muchas veces más alto que en los países de origen. Muestra que los países de acogida están lejos de recibir “toda la miseria del mundo” cuando concede permisos de residencia.

El demógrafo señala que algunos grupos superan la media de los diplomados en la población francesa. Así, el 37% de los nacidos en Rumanía tiene un título universitario, como el 43% de los chinos, el 35% de los vietnamitas y el 32% de los polacos, mientras que “solo” el 27% de la población adulta de Francia tiene grados superiores. Igualan la tasa los senegaleses; por debajo quedan los tunecinos (21%), o los marroquíes (19%) y argelinos (18%).

Confirma este análisis Anne Goujon, del Instituto de Demografía de Viena, que examinó los refugiados que entraron en Austria a principios de 2015: el 27% de los sirios llegados a ese país son graduados universitarios, frente al 10% de quienes permanecieron en Siria. También aparece ese contraste entre los afganos: el 11% de los recibidos son titulados, frente a una tasa global de 3% en el conjunto de su país. Esto supone que, para esos países, la emigración a causa de la guerra es a la vez una fuga de cerebros.

La presencia relativamente importante de titulados, incluso entre los inmigrantes de países muy pobres, no es tan extraña, dice Ichou. Para llegar a Europa desde África o el Oriente Próximo, por ejemplo, hace falta “un cierto nivel de capital económico, social e intelectual” del que no disponen las personas de menos recursos.

De todos modos, el demógrafo francés no enmascara la realidad: existen también refugiados con escasa cualificación, aunque parece probable que esa franja no crezca, ante las crecientes dificultades que se proyectan sobre las migraciones. Personas que no han terminado siquiera la enseñanza primaria (problema que afecta solo al 1% de los franceses), han conseguido llegar a Europa: así, el 19% de los inmigrantes marroquíes, el 17% de Senegal y el 15% entre los turcos.

Emprender en Alemania

Por su parte, The Economist recuerda que los alemanes son famosos por su capacidad de trabajo duro y su eficiencia, pero no necesariamente por su iniciativa empresarial. Son menos activos que los estadounidenses, los suecos o los franceses. En un ranking del Banco Mundial figuraban en el puesto 114, también por el efecto negativo del exceso de requisitos burocráticos. Pero la inmigración está impulsando una mayor creatividad. En 2015, el 44% de las nuevas empresas registradas en Alemania fueron fundadas por personas con pasaporte extranjero, frente al 13% en 2003. En total, una quinta parte de quienes se dedican a actividades empresariales en ese país nacieron fuera.

Esos porcentajes pueden crecer en los próximos años. Según René Leicht y Stefan Berwing, investigadores de la Universidad de Mannheim, el número de autónomos procedentes de Oriente Medio creció en casi dos tercios entre 2005 y 2014. Lo confirma Maik Leonhardt, de IHK Berlín, una asociación de pequeñas y medianas empresas: “Ha habido un marcado incremento de iniciativas lanzadas por personas de Siria, Irak y Afganistán”. Por contraste, el número de autónomos alemanes cayó un 3% entre 2005 y 2015.

De hecho, algunos refugiados llegan a Alemania soñando con dirigir su propia empresa, por ejemplo, en el campo de la pastelería o la alimentación. Lanzan y triunfan, incluso, con productos nuevos, apenas conocidos por los nacionales. Otros han acabado creando negocios, simplemente por no encontrar trabajo: así han nacido diversas start-ups, que han alcanzado notable difusión.

Este fenómeno lo protagonizaron en los anteriores decenios personas procedentes de países de Europa oriental que no habían ingresado aún en la UE, y tenían dificultades para conseguir un empleo por cuenta ajena. A juicio de René Leicht, el trabajo autónomo ofrece mejores perspectivas para los inmigrantes ambiciosos: “Sus ingresos aumentan más rápidamente, tienden a hacer cosas en consonancia con su cualificación profesional y sortean posibles discriminaciones”.

Como concluye The Economist, una de las razones por las que los inmigrantes se lanzan a crear empresas es su capacidad de asumir riesgos, por carácter o por necesidad. Quienes han huido de una guerra civil, y han cruzado el Mediterráneo y gran parte de Europa, no se desalientan al tratar con la burocracia alemana ni con las exigencias para obtener una línea de crédito.

Lógicamente, en las próximas campañas electorales previstas en Europa primarán estereotipos más o menos simplistas, condensados en su día en la imagen del “fontanero polaco”. Pero, sin duda, la solución a los problemas planteados por la presión migratoria sobre Europa depende de planteamientos más afinados.

/ aceprensa

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