Un análisis sobre el origen y las formas que ha adoptado el terrorismo islamista en Francia, en un contexto de crisis económica e identitaria.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR
Sábado, 14 de diciembre 2024
Un análisis sobre el origen y las formas que ha adoptado el terrorismo islamista en Francia, en un contexto de crisis económica e identitaria.
Los atentados islamistas que han enlutado a Francia en tiempos recientes tienen su raíz, en buena medida, en la insuficiente atención que los sucesivos gobiernos han prestado al fenómeno musulmán en el país galo, un 8% de cuyos habitantes profesan la religión de Mahoma.
Así lo percibe el investigador Gilles Kepel en su volumen El terror entre nosotros, en el que efectúa un análisis de la evolución de la población de credo musulmán –primeramente procedente de las antiguas colonias; después, nacida ya en suelo francés–, de sus reivindicaciones y frustraciones, y de cómo la indiferencia oficial la ha afectado al punto de posibilitar, en algunas ocasiones, que los moderados sean desplazados por los fundamentalistas.
Kepel evalúa las posturas asumidas respecto al islam francés por los diferentes gobiernos de la République, desde el socialista Mitterrand, pasando levemente sobre el conservador Chirac y con más acento sobre Sarkozy, y acabando con el actual, François Hollande. De este precisa que, habiendo ganado presuntamente el voto de la comunidad musulmana en 2012, terminó por alejarla de sí gracias a su empeño en sacar adelante la ley del “matrimonio homosexual”, pero también debido al agravamiento de la crisis económica que golpeó con más saña en los barrios periféricos, ya afectados por la exclusión. “Hoy en día, te llames Laurent o Mamadou, si vives en Sevran o en Clichy-sus-Bois, ¡estás muerto!”, apuntaba un candidato electoral de origen árabe.
De igual modo, el autor realiza un recorrido por las etapas del yihadismo global, que si antes apostaba por hacer la guerra directa contra Occidente, hoy prefiere minar internamente las sociedades europeas a golpe de atentados –algunos con objetivos concretos, como el de Charlie Hebdo, y otros indiscriminados, como el de la sala Bataclan– con la esperanza de atizar las tensiones entre grupos poblacionales y hacerlas derivar en enfrentamientos armados.
En el caso francés, Kepel se fija particularmente en la tercera oleada del fundamentalismo islámico, gestada al calor de los disturbios de 2005 tras la muerte accidental de dos adolescentes de trasfondo inmigrante mientras eran perseguidos por la policía. Señala además cómo las cárceles galas se han convertido en semillero de yihadistas (el terrorista que asesinó a varias personas en el supermercado HyperCacher, el 9 de enero de 2015, había sido homenajeado personalmente por Sarkozy en 2009 como un ejemplo de reinserción), y que las redes sociales se han vuelto, para los radicales de esta época, en el vector de adoctrinamiento por excelencia, como lo fueron el fax o la TV por cable para sus antecesores.
¿Qué habría en la base de todo este pandemónium y de las corrientes pseudorreligiosas que lo inspiran? El autor lo admite: en parte, subyace la descristianización de Europa, pero también estaría la decadencia de la izquierda, incapaz de seguir presentándose como valedora de los intereses de las clases populares, y lo que denomina la “indigencia” de la instrucción pública, postrada –en Francia– por la “ineptitud culpable de toda la clase política” y necesitada de una sólida refundación para lidiar por mucho tiempo con el desafío del extremismo.
En esencia, el análisis de Kepel ofrece bastante más que lo que pueden abarcar las rápidas y duras imágenes de los atentados en el telediario. Hay que leerlo, recomienda en la contraportada el diario Libération: “Solo después se puede debatir”.
Autor: Gilles Kepel
Península.
Barcelona (2016).
319 págs.
20,90 € (papel) / 11,99 € (digital).
Traducción: Silvia Furió.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR
// EN PORTADA
// LO MÁS LEÍDO
// MÁS DEL AUTOR/A