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La trampa del muro

Sin los 60 votos necesarios para aprobar presupuestos en el Senado (tiene 52 republicanos pero no todos ellos apoyan la promesa fronteriza), la Casa Blanca no tiene forma de construir su muro.

El muro ayudó a Trump a ganar votos en estados que suelen “columpiarse” de un partido al otro según el año electoral y en otros que antes votaban por los demócrata porque simbolizaba el proteccionismo que ansían. Pero desde que asumió la Presidencia, el muro se ha vuelto para él una trampa sin escapatoria.

No tiene votos suficientes en el Congreso para conseguir el dinero y la oposición, frotándose las manos, lo ayuda a cavar, cada día, un hoyo más hondo para que no pueda salir de él.

El último episodio que ilustra esta verdad es la tortuosa negociación para evitar el cierre del gobierno federal. Estos dramas presupuestarios vienen sucediendo desde 2010 y ya no puede decirse que exista un presupuesto gubernamental. Lo que hay son medidas de corto plazo, renovadas con modificaciones, para extender la vida del gobierno cada vez que está a punto de extinguirse. En la negociación de esta semana, Trump pidió incluir una partida muy pequeña -1,500 millones, el 0.038% de lo que cuesta el gobierno federal en un año- para el muro. Lo hizo para poder decir, si la propuesta era aceptada, que había empezado a cumplir su promesa. Una simple victoria retórica, pues construir el muro costaría entre US$ 20 y 25 mil millones.

Pero los demócratas, sabedores de que Trump no puede arriesgarse a que el gobierno federal se cierre por la falta de un acuerdo de corto plazo para extender el presupuesto, y menos por culpa del muro, le respondieron que no aceptarían ningún acuerdo que implicara destinar dinero a ese proyecto fronterizo.

Trump no tuvo más remedio que aceptar, a media semana, la realidad (¡ah, la frustrante democracia!). Acordó con los republicanos (entre los cuales muchos se oponen al muro) que aceptaría un presupuesto para reforzar la seguridad, fórmula gaseosa que no pasa por construir nada.

Trump, por supuesto, ha prometido volver a la carga cuando se negocie el presupuesto del próximo año y termine la extensión de corto plazo. Pero sucederá lo mismo en ese momento: sin los 60 votos necesarios para aprobar presupuestos en el Senado (tiene 52 republicanos pero no todos ellos apoyan la promesa fronteriza), la Casa Blanca no tiene forma de construir su muro.

Los demócratas y la prensa entienden, además, que cada día que pasa sin que Trump pueda construir el muro por falta de presupuesto, es un doble golpe a su promesa. Porque su promesa no era sólo construirlo, sino hacer que México lo pagara. Evidentemente, puede hacérselo pagar en aranceles proteccionistas o de otras formas indirectas y decir que cumplió también ese compromiso.

Pero, antes, tiene que construirlo y si no puede hacerlo por falta de dinero, se viene abajo la doble promesa. Ahora ha reemplazado el muro por un… simple aumento de la seguridad fronteriza. Esto no termina aquí. Pero cómo están gozando los cazadores al ver al oso metido en su propia trampa.

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