La elección del pasado 7 de mayo fue el origen de varios hitos que sacudieron el ordenamiento político del país, siendo los principales y más evidentes el sorpresivo crecimiento electoral de Republicanos, el retroceso de las fuerzas de izquierda, la reducción del centro político a su mínima expresión y la enorme cantidad de votos nulos y blancos, que alcanzaron un 21,5% del total de sufragios. Esta abultada cifra de
votos ha sido objeto de debate en la opinión pública, sobre todo producto de la dificultad que existe a la hora de dilucidar el trasfondo que hay tras estos.

Un reciente estudio del Núcleo de Humanidades y Ciencias Sociales, “Faro UDD”, intentó ahondar en estos votos, llegando a ciertos resultados preliminares. Uno de ellos sería el hecho de que los votos nulos y los votos blancos tienen comportamientos distintos entre sí, al considerar variables como género, índice de ruralidad y población. Esta información nos hace pensar que, a diferencia de lo que se hace habitualmente, los votos nulos y blancos no deberían considerarse un solo bloque a la hora de realizar los análisis.

Más allá de las conclusiones que puedan sacarse a partir de esta información, lo cierto es que los 2,1 millones de personas que votaron nulo y el más de medio millón que votó blanco, son cifras históricas, las cuales agregan, por su magnitud, una nota de incertidumbre a los resultados de las pasadas elecciones. En este sentido, si consideramos los votos de ambos grupos y recalculamos los pesos electorales, la derecha (Republicanos más los partidos de Chile Vamos) obtiene realmente un 44% del total de sufragios y la izquierda (Apruebo Dignidad más Socialismo Democrático) un 29%.

Por otro lado, haciendo el ejercicio de incluir votos nulos y blancos como fuerzas políticas que participan del proceso, al igual que el resto de los partidos, nos encontramos con que una ficticia “lista de los nulos” hubiese obtenido un total de 15 escaños en el Consejo Constitucional. Lo anterior se traduce en una pérdida de 10 escaños para las fuerzas de la derecha y de 5 para la izquierda.

Pese a la cautela a la que invita el anterior análisis, no es posible desconocer el especial protagonismo con el que cuentan hoy los Republicanos. El partido liderado por José Antonio Kast, que no suscribió el acuerdo que dio origen a este nuevo proceso constitucional, obtuvo resultados que les otorgan, por sí solos, los 2/5 necesarios para vetar cualquier propuesta que no esté alineada con sus intereses y, además, le abren a la derecha la puerta para lograr los 3/5 necesarios para aprobar normas y los 2/3 requeridos para rechazar las eventuales observaciones de la Comisión de Expertos.

Por otro lado, un análisis de los votos a nivel comunal realizado por Libertad y Desarrollo, reveló que el votó de Republicanos es más transversal que el de Chile Vamos al considerar nivel socioeconómico. Esto significa que el Partido Republicano ha logrado atraer un espectro más amplio de votantes, independiente de su situación socioeconómica.

A pesar de estos auspiciosos resultados, el Partido Republicano debe tener claridad de que lo que se juegan en este proceso no es sólo el objetivo de dotar a Chile de una nueva Constitución, sino que es el futuro político de su colectividad. Los consejeros electos con los que cuentan tienen hoy la oportunidad de demostrar que son una alternativa viable de gobernabilidad y estabilidad para el país y que, por lo tanto, son capaces de dar certezas a una población que cada día se siente más agobiaba por la constante incertidumbre que se expresa en todo ámbito: en la economía, en la política, en la seguridad, etc.

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Informe completo en este enlace.

Informe de Coyuntura Política que elabora el instituto chileno Libertad y Desarrollo analiza las incertidumbres surgidas tras la elección del pasado 7 de mayo.