Asia-Pacífico, Política

Lo cortés no quita lo valiente

China –recordemos- no tiene relaciones formales con Taiwán, pero la cercanía y cooperación económica entre las empresas de ambos lados del estrecho ha crecido exponencialmente en los últimos años


 
Los Estados Unidos y China ocupan hoy el centro del escenario del mundo. Indiscutiblemente. Son económicamente los dos países más fuertes y, políticamente, las dos naciones más influyentes. Rusia, pese a sus esfuerzos por continuar gravitando en ese escenario, sigue perdiendo distancia, con la sola excepción del impacto que proyecta su desmedido músculo militar.
 
Pese a lo antedicho, Taiwán sigue siendo una realidad distinta. Para China, forma parte del territorio de su país y, antes o después espera que así efectivamente sea.
 
Por su parte, Taiwán, una de las democracias más genuinas del mundo, procura preservar las libertades civiles y políticas de las que goza su población, y de las que, en cambio, carecen los ciudadanos de la inmensa China. Cuenta para ello con el apoyo firme de los Estados Unidos, que no parece haber disminuido con el acceso de Donald Trump a la presidencia de su país.
 
El mencionado apoyo norteamericano acaba de emitir al mundo una señal importante: la de haber abierto el nuevo edificio de la embajada “de hecho” que ese país mantiene en Taipei. Hablamos de un edificio que ha costado la friolera de 255 millones de dólares. Desde el que funcionan y se coordinan los distintos mecanismos de cooperación de los Estados Unidos con Taiwán, incluyendo aquellos que defienden los principios, valores, e intereses comunes. El edificio no es mencionado como una embajada, sino como el “Instituto Americano en Taipei”, un eufemismo indispensable todavía.
 
China, preocupada, pidió a los norteamericanos no enviar altos funcionarios de la cancillería a esa ceremonia, aunque sin éxito. China –recordemos- no tiene relaciones formales con Taiwán, pero la cercanía y cooperación económica entre las empresas de ambos lados del estrecho ha crecido exponencialmente en los últimos años y, pese a la presencia amenazadora de la Armada china en la zona y sus maniobras intimidatorias, no se han producido incidentes mayores y el clima es de relativa tranquilidad.
 
Simbólicamente, lo sucedido parece expresión inequívoca de que el respaldo norteamericano a Taiwán se mantiene incólume. Tan es así, que el Congreso norteamericano acaba de sancionar una ley que promueve las relaciones con Taiwan.
 
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

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