América, Política

Ecuador rumbo al “ballotage”

La presión popular e internacional evitó que el Consejo Nacional Electoral proclamara al oficialismo vencedor en la primera vuelta en el Ecuador.

 

 Cuando anunció que tardaría tres días más en escrutar el 12 por ciento de votos restantes, con un Lenín Moreno cerca del 40%, todo parecía apuntar a una manipulación para impedir el “ballotage”. Bastó que la oposición ofreciera los primeros conatos de movilización ciudadana para que el CNE anunciara que habrá una segunda vuelta.

Esto delata la precariedad institucional que reina en el Ecuador y el clima de incertidumbre que nimba todo el proceso electoral. Por eso mismo, resalta la importancia de que la oposición haga valer su mayoría inequívoca el día del “ballotage” para iniciar la reconstrucción de la república.

Porque una cosa está clara: 60 por ciento de los electores han optado por fórmulas diametralmente opuestas a Rafael Correa. El empresario y ex banquero Guillermo Lasso, segundo con más de 28 por ciento, tiene la responsabilidad de atraer hacia su candidatura al 32 por ciento de votantes que optaron por las otras seis candidaturas de oposición.

Jaime Nebot, el carismático alcalde de Guayaquil, líder del anticorreísmo por diez años, intentó denodadamente que se formara un frente común contra el gobierno en primera vuelta. No lo logró, pero hoy el escenario es otro. Su candida, la socialcristiana Cynthia Viteri, que obtuvo más de 16 por ciento, ya ha anunciado su respaldo a Lasso; por ser dicho voto altamente disciplinado y leal, puede afirmarse con poca duda que Lasso parte con un respetabilísimo 44 por ciento frente al 39 por ciento de Moreno, el hombre de Correa.

Una figura clave en el esfuerzo de ampliar la base opositora de cara a la segunda vuelta será el ex militar Paco Moncayo, líder de la izquierda moderada. No se ve fácil, desde luego, que la izquierda pacte con un ex banquero al que la propaganda oficial ha tratado con insistencia de asociar con la crisis bancaria de 1999, aún viva en la memoria de muchos ecuatorianos. Pero, ¿cuál es la laternativa? Evidentemente, para una izquierda vegetariana y responsable es más deseable un gobierno respetuoso de las instituciones republicanas que la continuidad por interpósita persona del correísmo (aunque, por cierto, Moreno no tiene la megalomanía ni el tono beligerante del actual mandatario). Bajo el correísmo, esa izquierda tiene un futuro obstaculizado, truncado; en cambio, bajo el gobierno de Lasso habría la opción de influir en la marcha de las cosas o, de lo contrario, de constituirse en alternativa de cara al futuro sin temer que la concentración de poder del correísmo le cierre las puertas.

 Venezuela debería ser una referencia cercana para la oposición ecuatoriana ante la segunda vuelta. Sólo la unidad férrea de los antichavistas logró hazañas como la derrota del oficialismo en las elecciones para la Asamblea Nacional venezolana. La democracia liberal exige diversidad y hasta rivalidad entre opciones políticas e ideológicas; la ausencia de ella, es decir los sistemas poco o nada democráticos, exigen algo distinto: una convergencia que es también una emergencia para transitar, precisamente, hacia la plena democracia liberal.

Los ecuatorianos han querido que sea Guillermo Lasso el aglutinante de la eventual unidad opositora en esta etapa de emergencia. ¿Lo entenderán todos? Ya una parte de la izquierda a escala regional lo entendió en la primera vuelta, pues aceptó entrar en alianza con Lasso. Ahora la izquierda moderada –y quizá también la populista- son indispendables para derrotar lo que sin duda será un “juggernaut” estatal al servicio de Moreno para tratar de obliterar al rival en la segunda vuelta.

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