Oriente Próximo, Política

¿Hacia la tercera intifada?

Lo último que necesita Medio Oriente es una nueva intifada palestina en los territorios ocupados, pero eso parece cada vez más probable.


Los actos de provocación de algunos ultraortodoxos en la Explanada de las Mezquitas -conocida como el Monte del Templo por los judíos- en las últimas semanas y el atentado salvaje perpetrado por dos palestinos en una sinagoga, que costó la vida a cinco israelíes, pueden llevar a eso.


Fue una visita a la Explanada de las Mezquitas por parte de Ariel Sharon en 2000 lo que gatilló la segunda intifada y la primera, casi década y media antes, tuvo como detonante un incident
e que costó la vida a cuatro palestinos cuando un camión israelí los atropelló en la cola donde esperaban su transporte. Y hace apenas unos meses Israel emprendió la Operación Margen Protector tras el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes a manos palestinas. Allí la pradera se incendia con cualquier chispa.
 
Este la política que hasta ahora sólo practicaba en Cisjordania de demoler las casas de palestinos acusados de actos de violencia, lo que siempre conlleva un daño estructural a las de los vecinos y parientes. Acaba de suceder en el caso del palestino que había atropellado a un grupo de israelíes que esperaban un tranvía: no sólo fue demolida su casa sino que todo el barrio acabó sufriendo importantes daños materiales.
Además, Netanyahu ha anunciado represalias implacables por el atentado de la sinagoga, culpando directamente a Abbas de esto, algo que apunta a eliminar toda posibilidad de prudencia al quitar del camino a la persona que más serenidad ha guardado en todas estas semanas de múltiples incidentes. Tanta, que (el secretario de Estado norteamericano) John Kerry ha felicitado a Abbas, agradeciéndoselo en nombre del gobierno de Obama.

¿Por qué Netanyahu acusa a Abbas? Por una razón sencilla: lo asusta la iniciativa pacífica que ha tomado Abbas para obtener el reconocimiento internacional del Estado palestino.
 Ya Suecia lo ha reconocido y los Parlamentos de Reino Unido, Irlanda, Francia y España, en algunos casos de forma simbólica, han hecho lo propio. Israel ha reaccionado con agresividad. Esta semana acusó a España de poner “más lejos las posibilidades de alcanzar un acuerdo” con los palestinos porque el reconocimiento los anima “a tomar posiciones extremistas”.
 
En realidad, es al revés: este reconocimiento refuerza un poco a Abbas, el moderado, ante el sector radical de Hamas y la Jihad Islámica, que son parte de su gobierno de coalición y que claman por un enfrentamiento, a juzgar por la desalmada satisfacción que han hecho pública en relación con el atentado de la sinagoga. En las últimas semanas Abbas ha sido cuidadoso para no dar pretextos a estos dos grupos. Netanyahu lo sabe bien pero cree haber encontrado la oportunidad de desacreditarlo y empujarlo hacia el extremismo para tener el enemigo que lo justifique a él.
Por eso es que la administración Obama tiene tan mala relación con él, aun cuando de la boca para afuera tenga que llevar la fiesta en paz (y a veces ni siquiera eso). Si la intifada estalla, sólo ganarán los extremistas de ambos bandos.

Publicado en La Tercera

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