América, Política

Israel: Un extraño motivo de encuentro

Israel es objeto de los ataques no sólo de un grupo terrorista, sino de dos países soberanos, todos los cuales son satélites en algún grado u otro de un tercer país, Irán. Si el General Sisi no hubiera depuesto a Mohammed Mursi y no le hubiera metido entre rejas, habría un cuarto país encantado de entrar al trapo.


 Durante las últimas jornadas, Israel ha sido castigado no solamente desde el extremo gazatí de la pantomima del Fataj-no-es-Hamás, sino también desde el Líbano y Siria. Es objeto de los ataques no sólo de un grupo terrorista, sino de dos países soberanos, todos los cuales son satélites en algún grado u otro de un tercer país, Irán. Si el General Sisi no hubiera depuesto a Mohammed Mursi y no le hubiera metido entre rejas, habría un cuarto país encantado de entrar al trapo. Mientras tanto, al otro lado del Puente de Allenby, en Jordania, el vecino menos desequilibrado de Israel ha visto ampliarse su población un 25 por ciento a base de refugiados sirios, y su frontera occidental hoy linda con el nuevo califato de yihadistas perturbados. En el enfrentamiento regional de sunitas y chiítas entre el Estado Islámico de Irak y Siria y las diversas ramas de Teherán, las dos partes enfrentadas no están de acuerdo en nada, menos en que unos judíos muertos nunca están de más.

Vaya por Dios. El Oriente Próximo árabe Todo muy complejo, ¿a qué sí? Que si Fataj, que si Hamás, que si Hezbolá, que si los Hermanos Musulmanes, que si el Estado Islámico de Irak y Siria, que si los alauitas…

¿Alguien lleva la cuenta? ¿Y por qué iba alguien a molestarse en llevarla, cuando lo cómodo y guay es culpar a los judíos? El afamado periodista australiano Brendan O´Neill escribe:


¿Por qué razón los progres occidentales se ofenden más por el militarismo israelí que por los demás tipos de militarismo? Es extraordinario. Francia invade Mali y no se ven caóticas y concurridas manifestaciones de pacifistas por París. David Cameron, respaldado por la friolera de 557 parlamentarios, ordena intervenir atacando Libia desde el aire, y la izquierda británica no se molesta en dedicar sus cuentas de Twitter a publicar las grotescas fotografías de los civiles libios que pierden la vida como consecuencia. El Presidente Obama reanuda sus ataques selectivos con vehículos no tripulados en Pakistán, matando a 13 personas en una única intervención el mes pasado, y Washington no está asediado por indignados colegas pacifistas que exigen a gritos ´Fuera de Pakistán´. Pero en el mismo momento en que Israel dispara un proyectil contra Gaza, en el instante en que un político israelí dice estar en guerra con Hamás, los tarados de todos estos países occidentales toman las calles, enarbolan exageradas pancartas, echan pestes en Twitter, publican fotografías de niños palestinos muertos, dan nombres y edades de todos los ´ASESINADOS POR ISRAEL´ y berrean en general por ´el derramamiento de sangre´. (Cuando Occidente ataca a otro país, hablamos de guerra; cuando lo hace Israel, es ´derramamiento de sangre´).
Cualquiera con un poco de sentido crítico se habrá preguntado alguna vez por la razón de que haya semejante doble rasero en relación al militarismo israelí, que los misiles disparados contra el estado judío no sean al parecer dignos de la misma condena que los proyectiles disparados por Washington, Londres, París, los turcos, Assad o cualquier otro hijo de vecino sobre el planeta. Los parisinos que en general se han hecho los suecos  mientras Francia retoma el África francófona y durante los dos últimos años planta sus efectivos militares por todas partes desde la República Africana Central a Mali pasando por Cote d´Ivoire, acuden por miles durante el fin de semana para condenar el imperialismo y el salvajismo israelíes. Los estadounidenses congregados en la embajada israelí de Washington para denunciar a gritos los crímenes israelíes no creaban tanta conmoción el mes pasado cuando la administración Obama anunciaba la reanudación de sus ataques selectivos en Pakistán con vehículos no tripulados. (Curiosamente, hablamos de la jornada posterior a que una intervención norteamericana, la 375 en 10 años, matara  a un mínimo de seis personas en Pakistán. Pero oiga, el militarismo de Obama no es tan malo como el militarismo israelí, y a diferencia de los palestinos muertos, los paquistaníes muertos no merecen que sus fotos, sus nombres y sus edades sean colgados por los preocupados progres de Twitter).
A propósito, yo estoy a favor de la intervención francesa en el África francófona: la intervención militar discreta en apoyo de intereses nacionales explícitos ajenos al ineficaz trans-nacionalismo de las ayudas a los rebeldes-porque-el-mundo-les-hizo-así es algo que las potencias occidentales deberían de poner más en práctica. Pero al margen de eso, O´Neill tiene razón en sorprenderse por la virulencia extraordinaria del actual "anti-sionismo" de Europa.
A cierto nivel, constituye una forma de mecanismo psicológico de defensa. Gran Bretaña, Francia y el resto de socios se están islamizando vertiginosamente, y los hedonistas oriundos de ellos y sus inquietas poblaciones musulmanas albergan acusadas diferencias a tenor del destino de sus sociedades: La Euro-Izquierda post-cristiana cree haber construido una sociedad secular en la que el matrimonio homosexual y la fluidez de género son motivo de distinción; significativos porcentajes de jóvenes musulmanes quieren vivir según la ley islámica, y están convencidos de que la apostasía hay que castigarla con la pena capital. Reconciliar estos dos puntos de vista enfrentados demuestra ser algo espinoso. Pero, como en el caso del Estado Islámico de Irak y Siria e Irán, existe una cuestión en torno a la cual ambas partes coinciden plenamente. Como escribí hace más de media década:

Ya se ven muchos puntos de fricción cultural — desde la abolición de las "huchas de cerdito" de los menores de edad entre los bancos británicos al consumo público de pastelería étnica por parte de los agentes de la policía de Bruselas en el ramadán. Y aun así, existe una cuestión en la que se da una notable comunión entre los veteranos europeos naturales y sus jóvenes poblaciones musulmanas en decidido crecimiento: Un conocido sondeo concluyó hace un par de años que el 59 por ciento de los europeos consideran a Israel la mayor amenaza a la paz mundial.
Los europeos naturales y los agitados jóvenes musulmanes no están de acuerdo en los derechos de los homosexuales, ni en los derechos de la mujer, ni en las tapas de bacon, ni en las clitoridectomías, ni en la pornografía, ni en los matrimonios concertados entre primos, pero sí que están de acuerdo en que, en las célebres palabras del difunto embajador francés en Gran Bretaña Daniel Bernard, "todos los actuales problemas del mundo se deben a este pequeño país de mierda, Israel". Las manifestaciones a las que se refiere O´Neill – en los exteriores de las embajadas de los países occidentales – son el vagón de cola nacional del nuevo odio a los judíos. Los euro-izquierdistas hacen de poli bueno, y sus jóvenes musulmanes de poli malo. Así están las cosas por allá:

Incidentes parecidos se registraron por todo el casco de París y Francia en general al mismo tiempo. La mañana de la víspera – es decir, en sábado – un cóctel molotov era lanzado contra la sinagoga de Aulnay-sous-Bois, un barrio parisino. En Asnieres, otro barrio residencial de las afueras, la policía afirma que un grupo de unos 300 musulmanes se reunió delante de la sinagoga y coreó lemas contra Israel durante una media hora. Grupos más reducidos de agitadores musulmanes intentaron acceder a la sinagoga de Belleville, al norte de París, y a la sinagoga de Tournelles, en Marais.

No menos desagradables fueron las concentraciones propalestinas de París, Marsella, Lille y Bordeaux, entre otros municipios, rematadas con banderas palestinas y del Estado Islámico de Irak y Siria, y protagonizadas orgullosamente por réplicas de proyectiles Fajr. Los manifestantes – de origen africano subsahariano o del norte de África casi íntegramente – gritaron lemas explícitamente antisemitas, sobre todo "¡Itbaj al-Yahud!" (Masacrad a los judíos, en árabe). En el momento en que llegaban a tiendas de propiedad judía o sedes de profesionales judíos liberales, tapaban las puertas o escaparates con pegatinas instando a "boicotear el racista Estado de Israel". El lunes, varios miles de manifestantes propalestinos y pro-yihadistas se manifestaban durante kilómetros de la ciudad, desde el barrio fuertemente musulmán de Barbes hasta lugares de enorme población judía y muchas sinagogas por la zona de la Bastille. Los manifestantes que atacaron la sinagoga de Don Isaac Abravanel formaban parte del grupo.
Pedir a los Euro-izquierdistas que frenen esto es pedir demasiado. Porque si abandonan a los musulmanes en lo que respecta a Israel, ¿qué otra cosa tienen en común con los musulmanes? Y por esa razón, la catálisis del nuevo odio a los judíos por su parte seguirá adelante:

BERLIN (AP) — La policía alemana permitió que un manifestante antiisraelí se subiera a un vehículo policial y coreara lemas desde el mismo, incluyendo "Israel mata niños" y "¡Alá ajbar!" — "Alá es grande" en árabe. — a través de un megáfono policial, decía el domingo la portavoz de la policía de Frankfurt.

La policía permitió que el manifestante utilizara el megáfono durante la manifestación Gaza Libre el sábado porque el manifestante se habría ofrecido a tranquilizar una protesta que se había vuelto violenta, declaró a Associated Press la portavoz Virginie Wegner.
Piense en cómo será para un judío de 80 años. Cuando eras un chaval, el grupo estaba por todas partes y el tipo del megáfono policial gritaba "¡Heil Hitler!" Ahora todas partes son del grupo, y el tipo del megáfono policial grita "¡Alá Ajbar!"
El bloguero Scaramouche escribe hoy:
Recuerdo haber leído hace un tiempo algo de que "a los judíos nunca se les perdonará el Holocausto". A primera vista, la declaración parece simplemente lesiva: después de todo, ¿por qué razón hay que perdonar a los judíos las salvajadas que les hicieron? La moralidad y la cordura parecen exigir que, de haber alguien por perdonar, sería a los judíos que participaron en los crímenes contra los judíos, que también eran crímenes contra la humanidad.

Y aun así, como vemos hoy en el fanatismo contra Israel y la forma en que se extiende por el mundo, la primera idea, que el mundo no perdona a los judíos a causa de lo que les hicieron, parece dar en la diana.
Parece que Scaramouche piensa en mí – allá en el Telegraph hace una década, el 25 de enero de 2005:
Según un sondeo de la Universidad de Bielefeld, el 62 por ciento de los alemanes se dicen "cansados de todas las recriminaciones de los crímenes alemanes contra los judíos" – formulación inusualmente firme en un cuestionario de varias preguntas, pero que al menos cuenta con la ventaja de no llevarnos a confusión en lo que respecta a la posición esta semana de "las recriminaciones" pan-europeas por el Holocausto. La vieja broma – que los alemanes nunca van a perdonar Auschwitz a los judíos – se hace más cierta cada semana.
Como escribí hace unos años, los principales beneficiarios de la "culpa por el Holocausto" de la posguerra han resultado ser los musulmanes. Cualquiera familiarizado con los prejuicios alegremente francos que tenía la población del Continente durante las dos guerras sabe que nunca habrían contemplado ni por un momento la aparición de mezquitas y madrazas en Bruselas y Lyon, Frankfurt y Salzburgo. Pero en la Europa de la posguerra, el Holocausto descansa a los pies del nacionalismo etnocultural, y por esa razón no hay motivos aceptables para poner reparos. Y por esa razón, al tiempo que las sinagogas y las carnicerías kosher son asediadas e incendiadas, la Euro-izquierda sigue haciendo causa común con los musulmanes culpando a los judíos.
Es psicológicamente imprescindible no solamente poner reparos al militarismo israelí, igual que hace una década ponían reparos al militarismo de Bush y Blair, hay que ir más allá e insistir en que los judíos son ahora los Nazis. Porque, si hay que creer sinceramente en el "Nunca más", entonces uno está moralmente obligado a plantar cara a los nuevos Nazis. Alguien tiene que ser el Nazi, ¿no? E identificar a la amenaza totalitaria real sería pedir demasiado. Como concluí en Commentary hace la misma cantidad de años:

No hace mucho, me encontraba viendo  el vídeo de otra manifestación "propalestina" en el centro de Londres en el que la Policía Metropolitana se bate en retirada por St. James´s hasta Piccadilly, huyendo de una manifestación que enarbola conos de tráfico al grito de "¡Huid, cobardes!" y "Alá ajbar!" Pensaría que los engañados progres del multiculturalismo lo acabarían entendiendo: A la hora de hacer cuentas, esto no consiste en Gaza, no consiste en Oriente Próximo; consiste en ellos. Puede ser un consuelo para un Israel cada vez más solo que, en uno de los guiños más siniestros de la historia, en la nueva Europa, los europeos son los nuevos judíos.

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