Economía y Sociedad

Las redes sociales reaccionan contra el acoso

Ser perseguido en las redes sociales es una pesadilla que han experimentado ya muchas personas.

A algunos menores les ha llevado al suicidio. Facebook, Twitter, Google y las demás empresas del ramo, acusadas de no proteger bastante a las víctimas, han reaccionado lanzando iniciativas con que quieren demostrar que ahora van en serio.

El debate que ha iniciado The Guardian sobre “La web que queremos” no se limita a los comentarios ofensivos en los medios: quiere alcanzar a las redes sociales. Aunque el diario bloquee los comentarios ofensivos a un periodista, los atacantes pueden seguir el rastro del periodista hasta las redes sociales, donde él no tiene quien suprima los insultos, y solo le cabe denunciarlos.

Pero en las redes sociales, los troles pueden montar una persecución implacable. Si les anulan la cuenta desde la que insultaron, en pocos minutos abren otra. Localizan a los familiares y amigos de la víctima, suplantan la identidad de algunos de ellos para publicar basura bajo su nombre, sustraen fotografías para aumentar el impacto de las amenazas. Es difícil pararlos, pues son mucho más ágiles que las empresas responsables de las redes y que la policía.

Este es el calvario de algunos periodistas y muchas otras personas, en su mayoría mujeres, acosadas por exparejas o por otro tipo de gente que ataca sus ideas, su actividad o su aspecto. Hace año y medio, una encuesta del Pew Reasearch Center estimaba que, en EE.UU., el 73% de los usuarios adultos de Internet han visto algún tipo de acoso y el 40% lo han sufrido personalmente. The Guardian publicó en marzo que, según un comisario inglés, ese tipo de agresiones son ya muy numerosas y están desbordando a la policía. Y la legislación penal, añadía, no las tiene bien tipificadas. Una proposición de ley, patrocinada por parlamentarios conservadores y de la oposición, pretende subsanar la deficiencia.

Usuarios indefensos

Pero son las redes sociales, plataformas de blogs y sistemas de comunicaciones los principales destinatarios de las quejas de usuarios que se sienten indefensos ante los acosadores. La respuesta solía ser remitir al reglamento del servicio y alegar que no se podía ir más allá. Hasta que el año pasado, el entonces director general de Twitter, Dick Costolo, reconoció en un documento interno –que alguien sacó a la luz pública– que la red no estaba haciendo prácticamente nada contra el acoso y había de cambiar inmediatamente de proceder. Desde entonces, las empresas han multiplicado sus esfuerzos y se han empeñado en hacerlos visibles.

Twitter ha empezado consultas con cuerpos de policía, fiscales, ONG… para buscar maneras de cortar rápidamente los acosos. Ha creado un “consejo de seguridad”, con participación de entidades civiles, y ha anunciado nuevos dispositivos antiacoso que irá poniendo en funcionamiento a lo largo de este año.

Google ha creado un laboratorio para estudiar cómo se propagan los ataques e identificarlos cuanto antes de modo automático. Junto con Facebook, organizó a mediados de abril pasado una conferencia conjunta en Dublín –donde ambas tienen sus sedes centrales para Europa– sobre protección a la infancia y acoso, a la que invitaron a organizaciones civiles. Allí, los convocantes quisieron destacar los grandes progresos logrados contra la pornografía infantil, gracias a programas que la detectan automáticamente y facilitan así localizar a los emisores.

También admitieron, sin embargo, que no disponen de instrumentos tan eficaces contra otros contenidos censurables. Hace un mes, el New York Times reveló la existencia en Facebook de grupos dedicados a la compraventa de armas, aunque tal cosa está expresamente prohibida por la red social. El acoso, más difícil de definir de modo unívoco, se cuela con mayor facilidad aún. Facebook acaba de crear una herramienta que alerta automáticamente a un miembro cuando alguien aparentemente intenta suplantar su identidad. Ahora bien, la misma empresa advierte que es un caso poco frecuente y que los acosadores suelen usar otras tácticas.

Facebook promueve la réplica popular

Para frenarlos, la tesis adoptada por Facebook es que la mejor defensa es un buen ataque. Los responsables de seguridad en Facebook han hecho una tournée por medio mundo para persuadir a los usuarios, con ayuda de las ONG, a movilizarse contra los acosadores, que pueden con una víctima, pero no con una multitud que acude en auxilio de ella. La compañía dice que este procedimiento ha dado ya buenos resultados para frenar el hostigamiento a mujeres en la India. Y lo está promoviendo de manera especial entre los adolescentes. La semana pasada convocó para un acto público en Dublín, con entrega de premios, a sus “embajadores antiacoso” en Irlanda y el Ulster: escolares preparados para enseñar a sus compañeros a protegerse de troles y ayudar a los que son atacados.

Hay quien se pregunta si eso es suficiente o más bien un pretexto para que una red social traslade al público la carga que a ella le concierne. Un estudio del gabinete británico Demos para Facebook siembra dudas sobre la eficacia de esa estrategia. Se examinaron páginas y grupos que difunden mensajes xenófobos –que no llegaban a ser contrarios a la ley–, y otros que les daban la réplica. Estos resultan ser mucho menos activos que los otros, de modo que apenas los contrarrestan.

The Guardian, entre los materiales para el debate que ha promovido, cuenta la experiencia de algunas víctimas. Una, perseguida por dos troles en Facebook, Twitter y un blog de WordPress desde que replicó a un comentario racista –el tipo de réplica estudiada por Demos–, ha presentado 126 denuncias a la policía y muchas más quejas a las redes sociales, sin éxito. En último término, sostiene el diario, hará falta no solo movilizar al público, sino además definir bien las responsabilidades de los editores de medios y de las redes sociales por los contenidos que no producen pero sí albergan.

© Aceprensa

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