“No debemos renunciar a la idea de que el acuerdo entre la Unión Europea y los países del Mercosur pueda prosperar. Se puede buscar mecanismos y soluciones para contemplar las inquietudes, por un lado, de los agricultores europeos y, por otro, de los países latinoamericanos, en particular Brasil, con algunas exigencias europeas en lo que respecta a temas medioambientales”, dijo a DW Ernesto Talvi, investigador senior del Real Instituto Elcano y excanciller de Uruguay, en una conferencia en la Asamblea Euro-Latinoamericana (Eurolat),
A varios meses ya de la cumbre entre la UE y América Latina y el Caribe de julio del año pasado, y con una hoja de ruta en marcha, la vista atrás es imperativa. Más imperativa aún cuando, por el momento, el acuerdo de asociación con los países del Mercosur ha vuelto a diluirse. Los cambios políticos en ambos continentes y las diversas elecciones ad portas suspendieron un acuerdo que se preveía inminente, cuya firma se esperaba para ese encuentro de los 27 mandatarios europeos con los 33 latinoamericanos y caribeños. En torno alinforme “¿Por qué importa América Latina?”, políticos y académicos avizoraron, a pesar de todo, un futuro asociado, común y más próspero para ambas regiones.
¿Por qué importa América Latina?
“La buena noticia es que se ha concluido la modernización del Acuerdo de Asociación con Chile, un acuerdo 2.0”, afirma Talvi. “Y con respecto a Mercosur, es importante no subestimar hasta dónde hemos llegado, pues ha habido una masa crítica importante de países -no sólo España y Portugal, sino también Italia y Alemania- que estaban empujando fuerte por su conclusión. Se trata de ser inteligentes para ir removiendo los obstáculos que van quedando para que esto pueda prosperar. Creo que es una necesidad estratégica para la UE, para el Mercosur y América Latina”, afirma Talvi, economista de larga trayectoria.
¿Por qué para toda América Latina?
Rebasando la discusión de las ventajas y desventajas de un acuerdo de la UE con los países del Mercosur, que en el informe del Instituto Elcano se califica de estratégico, Talvi avizora un espacio económico de enormes dimensiones. ¿Cómo si las tentativas de integración en América Latina y el Caribe han tenido resultados exiguos? “La UE tiene acuerdos con México, Chile, Centroamérica, Colombia-Perú-Ecuador, con Cuba y algunos países caribeños. Cada uno de ellos tiene sus especificidades y cada uno representa un vínculo bilateral. Pero no dialogan entre ellos, a pesar de tener grandes similitudes”, responde Talvi a DW.
“Con el impulso de un acuerdo UE-Mercosur podríamos integrarlos a todos en uno solo, con normas muy pragmáticas, más bien técnicas, y relativamente simples -que no requieren de decisiones políticas-. Se trata de armonizar, por ejemplo, reglas de origen, procedimientos aduaneros, estándares, regulaciones, normas fitosanitarias… Con ello estaríamos creando un espacio económico de 1.100 millones de personas y con un PIB equivalente al de Estados Unidos. Según nuestras proyecciones, el comercio entre la UE y América Latina crecería en un 70% y, al bajarse las barreras técnicas, se armonizaría el comercio intrarregional en América Latina, lo que permitiría el desarrollo de cadenas de producción y valor que trasciendan las fronteras”, añade Ernesto Talvi.
Recursos por inversiones y tecnología
En los cálculos, el plan suena casi mágico. “Se trata de un matrimonio estratégico. Europa tiene de sobra know how, tecnología y capital. América Latina y el Caribe tienen recursos naturales, tierras fértiles, sol, agua, viento para producir energía abundante, limpia y barata. También la capacidad de producir alimentos orgánicos a gran escala. La transición verde juega a nuestro favor, porque nos va permitir valorizar y sofisticar nuestra producción a partir de nuestras riquezas primarias”, afirma el excanciller uruguayo.
Con todo, un vistazo a los impactos de los acuerdos con Centroamérica y los países andinos, con una década de existencia, deja claro que América Latina sigue siendo el supermercado de materias primas -tanto alimentarias como minerales- de Europa, con graves impactos sociales y ambientales en las regiones productoras. ¿Qué nos podría convencer de que esto cambiaría? “No hay que subestimar la capacidad de desarrollo que tienen los países de base agropecuaria, agroindustrial y aun de productores de recursos naturales y su elaboración posterior”, responde Talvi. Tiene a mano dos ejemplos:
“Nueva Zelanda no dejó de utilizar sus riquezas primarias. Sigue produciendo carne, lana, leche y vinos. Pero hoy también produce maquinaria agrícola altísimamente sofisticada: cosechadoras, trilladoras. Por otro lado, Uruguay, mi país, está exportando carne orgánica que tiene un precio entre 30% y 40% mayor que la tradicional por el mismo corte. La leche formulada que produce específicamente y a medida para alimentos de bebés se paga a un 40% más”, contesta Ernesto Talvi.
Como fuere, con el acuerdo con Chile modernizado, con la actualización del tratado con México en ascuas, con un marco de inversiones “verdes” en marcha, pero con unas nuevas directivas europeas de protección a los derechos laborales y ambientales en terceros países que van en retroceso, ¿se puede hablar aún de que Europa es el socio mejor?
Talvi no lo duda. “Creo de una importancia estratégica monumental el integrar América Latina con Europa, pues compartimos la visión de cómo queremos vivir y qué tipo de sociedad queremos ser”, concluye.