América, Política

Venezuela maltrata al Uruguay

En la actualidad la relación bilateral con Venezuela está más fría y distante que nunca, pese a la presunta “afinidad ideológica” entre ambos gobiernos.


Venezuela y Uruguay mantuvieron relaciones diplomáticas muy cordiales desde el 2005, cuando el Frente Amplio llegara al gobierno de la Banda Oriental. Sus dos gobiernos tenían entonces una clara afinidad ideológica y Venezuela lucía como una nación inmensamente rica por los elevados precios internacionales del petróleo crudo que todos creían –equivocadamente- iban a durar por largo rato. Teniendo en cuenta lo señalado,lo cierto es que Uruguay intentó transformarse en el proveedor sustancial de productos agropecuarios para Venezuela, especialmente los lácteos.

Pero las cosas de pronto cambiaron y los precios internacionales del petróleo crudo cayeron a la mitad y Venezuela consiguientemente pasó a dejar de pagar en término sus compras a las empresas uruguayas.

Más aún, a la lamentable manera de Cuba, Venezuela (con idéntico “ADN”) comenzó a no pagarle prácticamente a nadie. Tampoco a los exportadores uruguayos, pese a que su país tenía un gobierno que decía ser del “mismo pelo político” que el venezolano. Y la relación se tensó. Como era de esperar.

Allí apareció plenamente la desagradable personalidad (abiertamente patotera) de la administración de Nicolás Maduro, que comenzó a acusar caprichosamente al Uruguay del peor pecado mortal que para Nicolás Maduro existe: el de presuntamente “coordinar” su andar externo con el de los EEUU. Una acción imperdonable, como sería casarse con el propio Lucifer.

Ante la atrevida acusación, el gobierno Uruguayo exigió a Nicolás Maduro que se rectificara y pidiera disculpas. Algo así como solicitarle que apague el sol. Un imposible para un hombre tan poco educado, arrogante, ordinario y hasta arbitrario como es Nicolás Maduro. Por nota, además.

Cuando el ínclito embajador de Venezuela en Uruguay, un hombre de corte pequeño pero con cierto aspecto a sibarita llamado Julio Chirino, apareció por la Cancillería uruguaya con una nota, el Canciller Rodolfo Nin Novoa, evidentemente molesto y no sin buenas razones, le preguntó a Chirino si traía la nota de disculpas, recibiendo una respuesta negativa. El encuentro entre ambos funcionarios duró entonces apenas tres minutos y Chirino salió de la Cancillería muy incómodo. La visita que intentara hacer no encontró ciertamente “brazos abiertos”, sino un funcionario de muy mal humor, con buenas razones para ello.

De cordialidad, nada. De trato diplomático normal, menos. Ocurre que Chirino vive de espaldas a la tradicional cortesía diplomática, lo que coincide con la extraña pauta establecida para todo el servicio exterior venezolano por su patológica Canciller, Delcy Rodríguez, una mujer distinta, ampliamente conocida por su mala educación e identificada siempre por su carácter, particularmente agresivo. Por esto, aquello de recibir las disculpas venezolanas era poco más que soñar despierto.

Uruguay, es cierto, lleva un año y medio sin instalar embajador en Caracas. Pero lo relatado denuncia que en la actualidad la relación bilateral con Venezuela está más fría y distante que nunca, pese a la presunta “afinidad ideológica” entre ambos gobiernos.

En ese ambiente, el gobierno del Frente Amplio que lidera al Uruguay, después de apañar por un buen rato a Nicolás Maduro, se anima a señalar, por boca de su presidente, Tabaré Vázquez, que Venezuela vive un “drama”. Era hora. Hablamos de un país empobrecido por un gobierno incapaz de gestionarlo, con un pueblo sumergido en la escasez de todo. Desesperado. Frustrado. Engañado. Y, hasta no hace mucho, abandonado por su región.

No obstante, para la administración de Tabaré Vázquez “todavía hay una democracia en Venezuela”, por esto aún no apoya la invocación de la Carta Democrática Interamericana de la OEA respecto de Venezuela. Dejando a su pueblo a la buena de Dios y de Nicolás Maduro. Una pena enorme.

Interrogado sobre el estado de la relación bilateral, el ex presidente uruguayo José (Pepe) Mujica comentó: “Cuando somos jóvenes creemos que existe lo blanco y lo negro, pero cuando somos viejos aprendemos que lo único que no existe es lo blanco y lo negro, que lo único que existe son los pueblos y los matices”. Nicolás Maduro no está de acuerdo. A lo que cabe agregar respecto del propio Mujica aquello de “tarde piaste”, porque no puede olvidarse, ni dejarse de lado, su activo pasado “tupamaro”. El de “compañero de ruta” de los Castro y Maduro de este mundo.
 
Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
 

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