América, Economía y Sociedad

Etiquetas electrónicas hacen que los argentinos teman más a la inflación

Los clientes aseguran que es un mecanismo para sortear la remarcación seguida de los precios en un país que ya tiene el segundo aumento del IPC más alto del mundo.


“Yo me río para no llorar”, le dijo una clienta de Walmart Argentina a esta cronista en relación a las etiquetas electrónicas de precios que se empezaron a implementar en algunos de los grandes hipermercados del país. Walmart, Coto y Jumbo ya cuentan con sucursales que las tienen, en lo que parece ser ya una estable realidad y no una moda transitoria. Los usuarios aseguran que se debe a la inflación, que hace que los empleados deban remarcar los precios mucho más seguido.

 

Desde el punto de vista del usuario hay incertidumbre por el futuro de la economía. Las góndolas que ofrecen productos con precios máximos (conocidos como “precios cuidados” en el país) en los supermercados, coquetean por momentos con el desabastecimiento o con topes de compra por grupo familiar.

 

Sin embargo, la novedad, reflejada en las redes sociales este último mes, son las etiquetas de los precios en productos de toda índole, desde jabones, papas fritas y otros snacks, hasta cápsulas de café, toallas o leche.

 

PanAm Post intentó comunicarse con los portavoces de los supermercados Coto pero sus responsables estaban en una inauguración de una sucursal en la provincia de Mendoza. Una representante de Atención al Cliente de WalMart aseguró que hace “varios meses” que están esas etiquetas pero solamente en algunos de los locales.

Argentina tiene, según cifras del Indice de Precios del Consumidor (IPC) difundido por el Congreso Nacional y consultoras privadas, la segunda inflación más alta del mundo, detrás de Venezuela.

 

“La Argentina es el segundo país en inflación mundial”, había indicado en abril Héctor Méndez, titular de la Unión Industrial Argentina (UIA).

 

Bloomberg había pronosticado una inflación para Argentina del 22 por ciento para este 2015. Esto la ubica en el peloton de los seis países con inflación de dos dígitos: Venezuela (72,3%), Ucrania (17,5%), Ghana (13,2%), Rusia (13%) y Egipto (10,6%).

En este sentido, el argentino Gabriel Drach le comentó a PanAm Post que estas etiquetas electrónicas de precios están para facilitar el cambio de precios. “Es muy útil en lugares inflacionarios. También servirá para reducir costos y tiempos de remarcar”, precisó.

 

Por su parte, Sebastián González añadió que este es un dispositivo que sirve para que el cambio de precio sea “instantáneo y fácil”.

 

“Supongo que podrán cambiar el precio con el establecimiento abierto y los clientes comprando. No hace falta hacerlo de noche o retirar el stock de día para no venderlo a precio viejo. Ideal para momentos inflacionarios”, dijo.

 

Asimismo, explicó que a veces sucede que los supermercados o hipermercados no los trasladan al instante los pequeños aumentos y absorben la subida para hacerla de golpe después.

 

El economista y consumidor Alejandro Sala aseguró que esta decisión probablemente permita economizar gastos en el personal.

 

“Supongo que los precios se pueden cambiar a voluntad desde una computadora central, de modo que una sola persona puede hacer rápidamente el trabajo que hasta ahora hacían varios. Creo, además, que su utilidad no se limita a momentos inflacionarios. Aun en tiempos de estabilidad, los supermercados pueden adaptar los precios a las fluctuaciones de la oferta y la demanda”.

El “costo de menú” de la inflación

Iván Carrino, economista y editor del Informe Económico Mensual de Inversor Global, explicó que las etiquetas de precios electrónicos podrían ser una manera de sortear el costo de tener que andar cambiando constantemente los precios y la necesidad de invertir (o desperdiciar) recursos humanos y monetarios.

 

Sin embargo, menciona que las consecuencias de la alta inflación en la economía no se limitan solo a este “costo de menú” sino que aun mas importante es el problema de la redistribución del dinero nuevo, recién emitido.

 

“El dinero nuevo no cae como desde un helicóptero para todos en igual cantidad, sino que llega a unos primeros y a otros más tarde, con lo que los primeros se benefician porque pueden gastar dinero nuevo en precios viejos. Los últimos, sin embargo, reciben más dinero cuando los precios ya aumentaron. Por esto se dice que la inflación es un impuesto. Por que el Gobierno (el primero en recibir este dinero) gana poder de compra a costa de sacárselo a la gente”, advirtió Carrino.

 

Por último, menciona el economista, la alta inflación genera incertidumbre respecto del futuro.

 

“Es difícil planificar y desaparece el pensar a largo plazo. Eso mata la inversión y el crédito y el país termina con peores condiciones de vida, por que no se desarrolla la economía”, concluyó.
 

 

 

Belén Marty

Periodista y conductora de un programa de radio. Porteña de nacimiento, vivió en Guatemala, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. Ferviente defensora de la libertad. Síguela en Twitter: @BelenMarty.

Este artículo está en Panam Post.

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