Para las Naciones Unidas, el 40% de los haitianos necesita imperiosamente recibir ayuda humanitaria. Sin cambios, entonces, lo que no es, para nada, algo positivo.

Haití sigue siendo uno de los países más pobres e inestables de nuestra región. Está estancado en la miseria. Y los viejos males han reaparecido, como el del accionar de las pandillas de delincuentes.

Para peor, los actuales gobernantes -cuando no- están proponiendo una nueva reforma constitucional, para consolidar su poder y permanecer en él, el mayor tiempo posible. Para lo que pretenden reformar la Constitución de 1987.

La peregrina idea supone conformar en más un Poder Legislativo unicameral y reemplazar al cargo de Primer Ministro por el de un Vice-presidente.

Inicialmente prevista para el próximo 27 de junio, la aludida reforma constitucional ha sido ya pospuesta, sin fecha. Una serie de fuertes protestas callejeras está ocurriendo, manifestando en contra de esa reforma.

Los secuestros extorsivos han, desgraciadamente, vuelto a crecer. En lo que va del año, ellos han superado los ciento setenta episodios. A lo que se suma el ataque y saqueo a nada menos que ocho estaciones policiales. Todas ellas son señales claras de descontrol.

Para las Naciones Unidas, el 40% de los haitianos necesita imperiosamente recibir ayuda humanitaria. Sin cambios, entonces, lo que no es, para nada, algo positivo.

La inseguridad es, una vez más, un problema muy grave. Para peor, la fuerza policial ha sido reducida, invocándose para ello, créase o no, la falta de recursos, desviados hacia otros objetivos. Pero los donantes están muy cansados, en gran medida por la evidente falta de resultados. Como era de esperar, por cierto. Malos augurios para el futuro inmediato de Haití, queda visto.
 
 
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.