Taiwán acaba de informar públicamente que en diciembre pasado hizo saber -formalmente y por escrito-a la hoy cuestionada “Organización Mundial de la Salud” acerca de la difusión del virus denominado “Coronavirus” en la ciudad de Wuhan, en China.
Pidiendo además información, pero haciendo saber expresamente que China estaba aislando a todos los infectados por ese virus, lo que denunciaba la enorme gravedad de lo que aparentemente estaba ya sucediendo.
Esa temprana voz de alarma, sin embargo, no fue contestada. Porque China ha tenido éxito en no dejar que Taiwán pertenezca a la Organización mencionada. Y, por ello, no puede siquiera obtener respuestas a sus preguntas en temas tan delicados como son los que tienen que ver con la salud pública.
La pandemia desatada confirma que ello ha sido equivocado. Todas las voces, sin excepciones políticas, deben ser atendidas cuando de posibles pandemias se trata.
La lección está claramente sobre la mesa, pero ya es demasiado tarde, desgraciadamente. China y la “Organización Mundial de la Salud” deberán explicar sus respectivas razones para mantenerse en total silencio sobre ese virus, hasta que ya era demasiado tarde.
Taiwán, emplazada a apenas unos 100 kilómetros de la costa de China, es un Estado independiente, aunque China sostenga que es tan sólo una provincia, que en algún momento se reunificará con ella. Lo cierto es que lo sucedido es inexcusable.
La “conexión china” parece aún más evidente si se tiene en cuenta que los EEUU estaban, desde hacía ya dos años, preocupados por las actividades de un laboratorio emplazado en la propia ciudad de Wuhan, al que asignaban defectos graves en materia de seguridad.
Se trata del “Wuhan Institute of Virology”, que investigaba a distintos virus utilizando para ello a los murciélagos. Y que funciona físicamente en un edificio muy cercano al poco higiénico mercado desde el cual se cree que se dispersó el “Coronavirus”, contando con una relación académica con el laboratorio de la ciudad de Galveston de la unidad médica de la Universidad de Texas.
Lo antedicho es, para los británicos al menos, decisivo para rastrear como se inició la pandemia.
No obstante, en los EEUU, que son sobre esto bastante más escépticos, las actividades del laboratorio mencionado pueden, o no, haber tenido que ver con lo finalmente sucedido. Pero lo cierto es que los medios norteamericanos están difundiendo activamente la información que se cita más arriba.
Cabe presumir que el tiempo dirá si China ha sido, o no, responsable de haber dejado que en Wuhan se realizaran investigaciones peligrosas sin los controles y las seguridades que eran absolutamente indispensables. Habrá que esperar, entonces, para develar finalmente esta muy fea incógnita.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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