América, Política

La nueva mayoría y la sombra de Piñera

Bachelet deberá gobernar en buena parte de su periodo contra las estadísticas, y más precisamente, contra las estadísticas de Piñera

Si bien no se gobierna con cifras, sí se gobierna contra ellas. El gobierno de Sebastían Piñera ha logrado notables indicadores respecto a la administración económica, empleo, reconstrucción y seguridad ciudadana, por mencionar algunas. La opinión pública al terminar su mandato, y con una visión ya más serena y global respecto de lo que ha sido su periodo, le confiere un 50% de aprobación a su gestión. Y de manera legítima el Presidente da cuenta, tanto de de sus avances como de las cuestiones pendientes al cerrar periodo presidencial. Los líderes de la Nueva Mayoría acusan una suerte de intento de proyección política de La Moneda para un próximo periodo. Lo cual parece insólito, cuestionable sería si acaso lo hiciera en una fase electoral con ánimo intervencionista. ¿O acaso ahora se instauró la máxima de que un Presidente no puede hablar durante los cuatro años de su propia gestión?

¿De dónde viene entonces el malestar generalizado de la Nueva Mayoría respecto de los logros de Piñera? Los desafíos del gobierno de Bachelet no sólo se reducen la generación de altas expectativas, al acecho de los movimientos sociales y al juicio crítico de una opinión pública cada día más exigente (el caso Peirano es sólo una breve sinopsis de aquello), sino que también, Bachelet deberá gobernar en buena parte de su periodo contra las estadísticas, y más precisamente, contra las estadísticas de Piñera. Las constantemente trivializadas cifras de crecimiento y generación de empleos serán naturalmente el patrón de comparación de una parte de la evaluación de la ciudadanía hacia la gestión de Bachelet. Por mucho que el electorado de hoy sea más sofisticado, y valore cuestiones que van más allá de lo estrictamente “material” (empleo, salarios, seguridad ciudadana), constantemente los datos de opinión pública reflejan que la ciudadanía es extremadamente sensible a la percepción de cada uno de estos indicadores. No por nada, Eduardo Frei en su momento sucumbió en términos de popularidad frente a la crisis asiática, Bachelet en su primer mandato encarnó la “protección” en el contexto de una crisis internacional, y hoy Sebastían Piñera, a pesar de todas sus debilidades, es en lo objetivo, aprobado en cuanto a su gestión.

Conscientes de aquello, en la Nueva Mayoría ya han tomado cartas en el asunto y la arremetida comunicacional contra la figura de Piñera es una realidad. Sin embargo, el nuevo conglomerado comete un error, y es que centra sus dardos en el mensajero, no reconociendo en el éxito de la gestión de Piñera un trabajo de sector. A diferencia del carisma de Bachelet, que es estrictamente personal, los logros de Piñera no sólo deben ser atribuidos a su capacidades o atributos de liderazgo, firmeza, conducción y decisión, sino que son parte del capital y trabajo de todo un sector. Administrar ese capital, sin desconocer las materias sobre las cuales es posible mejorar será una de las labores principales de la centro derecha en estos nuevos primeros años desde la oposición.

Mientras tanto, en la Nueva Mayoría ya no será posible cuestionar las cifras que son producto de su propio desempeño. Por lo tanto, deberán hacer frente a la sombra de Piñera ya no desde su crítica, sino que a partir de sus resultados.


COLUMNA DE JORGE RAMÍREZ, INVESTIGADOR DEL PROGRAMA SOCIEDAD Y POLÍTICA DE LYD, PUBLICADA  EN LA TERCERA

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