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Le llegó el “turno”

Durante años, se han preparado palabras de pésame y despedida para Fidel Castro ante lo que el propio dictador llamó “el turno”, sin atreverse a pronunciar la fatídica palabra.

La Muerte. No la mentaba y parecía evocarla para ahuyentarla o conjurarla. En eso Castro, como en muchas otras cosas, era muy español. Un viejo español anclado en anhelos de gloria y supersticiones de malas y buenas suertes, nacidos para lo peor y lo mejor. Evocadores de universales destinos que viven vidas de muertes, supersticiones y duales  mitos. Las Españas, Cubas y Américas de buenos y malos, de malos y buenos.

Es ahora el turno del pésame dicho y escrito por cercanos y alejados, por los parientes y los amigos, los conocidos de los parientes y los desconocidos. Es el turno de procesiones y velatorios, de capillas y músicas. Funerales y despedidas, donde se reencuentran los que no se han visto y los que no pueden verse. Exequias a las que se va por amistad y sentimiento y por interés también. Obligaciones  que dictan la buena educación y las normas de convivencia.

Pero eso sucede, más o menos, en las iglesias y recintos del mundo, más o menos, libre. En Cuba se dictarán también oraciones sinceras, padrenuestros anónimos y en silencio, de quienes en algo creen, pidiendo perdones y esperando ser perdonados. Y tendremos funerales laicos y manifestaciones decretadas a punta de ordenes partidarias y gubernamentales.

Ojalá que la muerte traiga vida y los que allí quedan en el poder entiendan que la vida de todos es lo único que es preciso proteger. Que se terminen las violencias, las muertes y los encarcelamientos, la discriminación de los diferentes y distintos, que vengan libertades básicas de asociación, reunión y expresión. Ojala. Si. Qué es lo mismo que decir, quiera Dios que eso pase, aunque los hombres se empeñen siempre en todo lo contrario.

¿Qué va a suceder en Cuba después de la muerte de Fidel Castro? En el corto y medio plazo, probablemente, nada más de lo que ya ha sucedido, desde que el propio Castro dictó su sucesión vigilada. La dinastía de los Castro se ha sucedido a si misma y luchará a brazo partido para conservar el poder y el dinero. En el largo plazo, perdonen el pesimismo, lo que está por ver es si esa dinastía es solo una dinastía familiar o lo es también política. Habra que ver lo grande y poderosa que es la familia en el partido. Y si el partido es un partido castrista o es un partido comunista, ya de “otros” y que otros ambicionan.

A lo mejor todo viene rápido, pero no es lo más probable. De momento, ha muerto Fidel Castro. Le llegó su turno. Qué Dios le perdone.

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