Ninguna de las 13 encuestas publicadas en la última semana da a John McCain como posible vencedor en las presidenciales del próximo 4 de noviembre. El debate que se celebró el miércoles ha acortado sus distancias con Obama, pero no lo suficiente.
13 sondeos publicados en la última semana
El objetivo era cambiar el sentido de una corriente de opinión que culpa no sólo a la administración Bush sino a todos los republicanos de la crisis financiera. Para muchos estadounidenses, McCain no ha sido tan “independiente” de la Casa Blanca como lo ha sido el senador por Illinois, que apenas lleva tres años en el Senado.
McCain, con la fuerte presión que significa tener todas las encuestas en contra, pasó a la ofensiva durante el debate con Obama. Mencionó su relación con un conocido terrorista, le acusó de crispar la campaña electoral y subrayó que los impuestos que el candidato demócrata quiere subir terminarán volviéndose contra la clase media.
Sus palabras, aunque no convencieron a la mayoría, lo cierto es que mejoraron las cifras de las encuestas. Si el promedio de todas las que se han realizado en los últimos siete días le daban casi 7 puntos de ventaja a Obama, en las de los últimos tres días le dan un 5,6%. El error muestral, de entre un 2 y 3%, apunta a que el resultado de las elecciones podría ser más ajustado de lo que parece.
McCain apostó por jugar duro contra Obama para movilizar a las bases conservadoras que son mayoritarias en Estados Unidos. Le recordó que había mentido sobre su relación con Bill Ayers, un terrorista que atentó contra el Pentágono en los sesenta y setenta. El senador por Illinois parecía preparado para todo: “Ayers no está relacionado con mi campaña, nunca ha estado relacionado con mi campaña y no será uno de mis asesores en la Casa Blanca. El hecho de que lo mencione dice más sobre su campaña que sobre mí”
El candidato demócrata estaba dispuesto a utilizar la fuerza de McCain en su contra y a interpretar casi todas las acusaciones en clave o de crisis económica o de un supuesto tercer mandato de Bush. Sabía que estos eran los temas que más podían escocerles a los americanos.
Bush y la economía
El desplome de las valoraciones de la administración Bush ha sido una pendiente más o menos inclinada en los últimos tres años, aunque siempre negativa. Desde que la economía se convirtió en el principal problema de los estadounidenses, durante el segundo trimestre de este año, esa pendiente se ha transformado en una vertical.
Por eso McCain tuvo que responder a Obama en mitad del debate que “si quería competir con el presidente Bush, debería haberse presentado hace cuatro años. Yo le voy a dar una nueva dirección a la economía y al país”.
El dirigente conservador tuvo que enfrentarse a la contradicción más paralizante de su campaña: o se desmarcaba plenamente de Bush y alienaba a una parte de sus bases, como por ejemplo a los evangélicos, o no lo hacía y se enfrentaba a que los independientes y los republicanos desencantados le dieran la espalda.
La economía parecía un terreno escurridizo pero menos destructivo para el propio McCain que seguir hablando sobre si se ocuparía de dar continuidad a las políticas de Bush. Aquí es donde apareció Joe el fontanero.
Joe Wurzelbacher es un hombre que en Ohio se acercó a Obama para preguntarle si nunca podría cumplir el sueño americano de tener su propia empresa de fontanería por culpa de la subida de impuestos. Era la imagen del pequeño emprendedor al que el senador por Illinois va a incrementar la presión fiscal para bajársela a la supuesta clase media.
“Vamos a coger el dinero de Joe, a dárselo al senador Obama, y dejaremos que él extienda el sistema de salud. Yo quiero a Joe el Fontanero para que extienda el sistema de salud”, concluyó McCain.
John McCain se enfrentó a otra guerra sin cuartel como la que hace cincuenta años le llevó a Vietnam. Según todos los sondeos publicados en los últimos siete días, es posible que, igual que entonces, su valor no sea suficiente para lograr la victoria y que ésta ni siquiera dependa de él.
// OTROS TEMAS QUE TE PUEDEN INTERESAR