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¿Qué hay detrás de la dura guerra de Yemen?

El impacto humanitario del conflicto en Yemen es muy grave. Se han acumulado ya unas 233.000 muertes, incluyendo las de unos 3.500 niños inocentes.

Yemen, el país árabe más pobre del mundo,está siendo inexorablemente destruido por una cruenta guerra civil. Con evidentes componentes religiosos y políticos.

Por una parte, están los llamados “houtis”, que en el 2015 tomaron la capital, Sanaa y que hoy controlan buena parte del norte del país. Son musulmanes de la variante “shia” y, por ende, están apoyados fuertemente por Irán. Por esto precisamente, los misiles y drones que Irán les suministra vuelan también contra blancos sauditas.

Por la otra, aparecen los musulmanes “sunnitas”, en una coalición de facciones que cuenta, en cambio, con el apoyo abierto de Arabia Saudita y de las principales potencias occidentales.

Los seis años de lucha armada que ya se han acumulado han prácticamente destruido la endeble infraestructura local. Y permitido que el terrorismo de Al-Qaeda y del Estado Islámico se instale en la región y hasta que ambos bandos combatan intensamente entre sí.

El impacto humanitario del conflicto en Yemen es muy grave. Se han acumulado ya unas 233.000 muertes, incluyendo las de unos 3.500 niños inocentes.

Unas 8.700 personas perecieron como consecuencia directa de los ataques aéreos de Arabia Saudita. Hay, además, unas cuatro millones de personas desplazadas. Y numerosos crímenes de guerra y atrocidades que conforman delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra de distintos tipos.

A lo que cabe agregar que el 71% de la población yemení sobrevive gracias a la ayuda humanitaria que recibe y que está así paliando una crisis que, de otra manera, podría ser realmente enrome.

Hay asimismo una hambruna bastante extendida, de la que no se habla, pero que afecta directamente a unos 2.300.000 niños de menos de cinco años de edad. Y el Covid-19 se ha instalado en una sociedad que sanitariamente está indefensa.

Yemen es, cabe recordar, un país muy estratégico, que comunica al Mar Rojo con el Golfo de Adén, por donde circula buena parte del petróleo crudo y derivados que se transportande un lado a otro por vía marítima.

De allí su terrible “via crucis”, presumiblemente. Al menos en buena medida. Los componentes religiosos y políticos de los diferendos entre las partes se  agregan, por cierto.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

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