La mayoría de los musulmanes, dentro y fuera del mundo islámico, es partidaria de la “sharía” como norma de conducta personal y política, pero hay diversidad de opiniones sobre otras materias.
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Lunes, 09 de diciembre 2024
La mayoría de los musulmanes, dentro y fuera del mundo islámico, es partidaria de la “sharía” como norma de conducta personal y política, pero hay diversidad de opiniones sobre otras materias.
Una de las consecuencias de la todavía confusa “primavera árabe” es la toma de conciencia civil sobre los límites a la libertad que están imponiendo los dirigentes islamistas elegidos democráticamente. El ejemplo más acusado de esta “contrarrevolución” cultural y social se registra en Túnez, donde proliferan las asociaciones cívicas para velar por algunos derechos que consideran amenazados, como la paridad hombre-mujer o la protección de la infancia y de las madres solteras. Pero llama más la atención el especial empeño del Movimiento Ciudadano, dirigido por Fadila Tuzri, por impedir que la Asamblea Constituyente implante la “sharía” como única ley fundamental y, en cambio, reconozca la libertad de conciencia, toda una novedad en el mundo islámico.
En la mayor parte de los países islámicos se admite que la mujer debe obedecer al marido y se considera que la cuestión del velo femenino, en contra de lo que se cree generalmente, la debe decidir la propia mujer
Partidarios de que se implante la “sharía”
Este fenómeno contrasta con las conclusiones de un extenso informe que acaba de publicar el Foro de Religión y Vida Pública del Pew Research Center, de Estados Unidos, sobre las ideas de los musulmanes en el mundo, incluidas las minorías europeas y norteamericanas. Según este estudio, que ha abarcado 39 países y 38.000 personas en más de ochenta idiomas, la inmensa mayoría de los musulmanes están profundamente adheridos a su fe y consideran que las enseñanzas del islam deben orientar no solo sus vidas, sino también la cultura y la política. Por esta razón, estiman que la “sharía” debe ser reconocida como la ley oficial de sus países y que sus dirigentes religiosos deben ejercer alguna o mucha influencia en el terreno temporal.
El apoyo a esta idea está más extendido entre los musulmanes más piadosos, que rezan varias veces al día –el precepto es de cinco veces– que en los demás, con independencia de la edad, la educación o el sexo. En cambio, varía notablemente según el país. Mientras en Azerbaiyán apenas supone el 8%, en Afganistán alcanza el 99%, lo que explica la resistencia de la población a la intervención militar extranjera y la aceptación que tienen los talibán al margen de consideraciones políticas y étnicas. Y aunque no se llegue a la unanimidad afgana, en los demás países encuestados, tanto en Oriente Medio como en el Norte de África, el sureste asiático y en el África subsahariana, una amplia mayoría se declara favorable a la “sharía” (71% en Nigeria, 72% en Indonesia, 74% en Egipto, 89% en los territorios palestinos, 84% en Pakistán).
Este dato, en realidad, no es ninguna sorpresa. Lo llamativo es que, en consonancia con lo que ya ocurre en Túnez abiertamente, en muchos otros países empieza a registrarse una corriente minoritaria, favorable a la legalización de cierta libertad religiosa… siempre que se aplique a los habitantes que pertenezcan a una fe distinta, como ocurre en Egipto –no en la práctica, por desgracia– en relación con la minoría copta.
La encuesta, sin embargo, no ha incluido alguna pregunta que arroje más luz sobre esta cuestión capital para intuir la futura evolución de las sociedades islámicas, como, por ejemplo, el nivel de adhesión a la persecuciones que sufren las minorías cristianas y hasta qué punto la consideran una forma de defender la fe islámica, como argumentan algunos líderes religiosos radicales. El hecho cierto es que en todos los países islámicos está absolutamente prohibida la apostasía y cualquier forma de catequesis contraria a la fe islámica.
Los musulmanes rechazan los atentados suicidas, pero hay minorías importantes que los justifican, y al menos la mitad dicen sentirse más o menos próximos a los grupos religiosos extremistas
Márgenes de interpretación
El informe no llega a puntualizar qué entienden por “sharía” los encuestados. Hay que tener en cuenta que la “sharía”, definida como la ley que regula la vida moral, religiosa, social y cultural de los musulmanes, recibe distintas interpretaciones según el país y según las cuatro escuelas jurídicas reconocidas como legales. En Arabia Saudita e Irán –los dos grandes focos de la escisión inicial del islam entre sunníes y chiíes– se aplica la versión más rigurosa de la ley islámica, que dispone la pena de muerte para delitos como el adulterio o la amputación de una mano a los ladrones, además de rechazar la paridad hombre-mujer.
En otros países, como Marruecos y el propio Túnez, existe un amplio margen de tolerancia y pluralismo en el ámbito social. Pero en todos ellos se ignora por completo la libertad religiosa aunque se admita la libertad de culto, que solo afecta a los extranjeros. Los códigos civiles inspirados en el Corán condenan a diversas penas de la cárcel a los extranjeros que hagan proselitismo de otra religión, cuando no son expulsados directamente a la menor sospecha, como ocurre con frecuencia en Marruecos. Está igualmente prohibida en la escuela la enseñanza de una fe distinta a la musulmana, y de ahí la profunda ignorancia que en todos estos países se tiene del cristianismo.
La encuesta pregunta también sobre cuestiones personales y familiares. Por ejemplo, en la mayor parte de los países islámicos, incluidos los más moderados como Marruecos, se admite sin matices que la mujer debe obedecer al marido y se considera que la cuestión del velo femenino, en contra de lo que se cree generalmente, la debe decidir la propia mujer.
Por otro lado, al tiempo que una mayoría cree que no existe tensión entre ser un devoto religioso y vivir en la sociedad occidental, tampoco considera que exista contradicción alguna entre la fe y la ciencia. Igualmente, son muchos más los partidarios de la democracia que de los sistemas autoritarios, si bien la encuesta no precisa qué se entiende entre los musulmanes por “democracia”… En este contexto, la mayoría admite a titulo personal que le gustan las películas, los programas de televisión y la música occidental, aunque también admite que este tipo de cosas socava la moralidad pública.
La mayoría considera inmoral la prostitución, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, el suicidio y el consumo de alcohol, pero las respuestas varían mucho en relación con la poligamia, el divorcio o el control de natalidad
Rechazo de la violencia islamista
El informe ofrece un interesante apartado sobre los musulmanes norteamericanos, que por lo general no ven conflicto alguno entre su fe y vivir en una sociedad moderna, pero –al contrario que en los países islámicos– no ven inconveniente en tener amigos que no compartan su fe, y también están más abiertos a la idea de que muchas religiones y no solo el islam, pueden levar a sus fieles al Paraíso. Al mismo tiempo, se muestran menos inclinados a admitir la evolución que sus correligionarios de otros países; los encuestadores piensan que en ese aspecto se asemejan a los cristianos estadounidenses.
Por otra parte, son pocos los musulmanes norteamericanos que apoyan los atentados suicidas u otras formas de violencia contra civiles, en nombre del islam: el 81% cree que estos actos no están en ningún modo justificados; un 1% los justifican en todos los casos y un 7%, solo en algunas circunstancias.
También en el resto del mundo la mayoría de los musulmanes rechazan los atentados suicidas, pero son muchos más quienes los justifican: el 26% en Bangladesh, el 29% en Egipto, el 39% en Afganistán, y el 40% en Palestina. Al menos la mitad de los encuestados dicen sentirse más o menos próximos a los grupos religiosos extremistas en sus países (67% en Egipto, 68% en Iraq, 78% en Indonesia).
Es espacio de la moderación
Para completar esta radiografía socio-religiosa del mundo islámico, he aquí una serie de datos reveladores. La mayoría, sin distinción de países, considera inmoral la prostitución, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, el suicidio y el consumo de alcohol, pero las respuestas varían mucho en relación con la poligamia, el divorcio o el control de natalidad. También condenan los llamados “asesinatos por honor”, menos en Afganistán e Iraq, donde la mayoría los admite.
Curiosamente, pese al tópico de la “enemistad eterna” entre chiíes y sunníes, la mayoría de ambos no ve dificultad para la coexistencia, salvedad hecha de Pakistán (34% ) y Líbano (38%), donde sus diferencias derivan, con frecuencia, en violentos enfrentamientos. En el África subsahariana se observa otro llamativo contraste: una buen parte de los musulmanes suelen asistir a reuniones interreligiosas junto a cristianos, aunque perciben una manifiesta hostilidad entre las dos grandes comunidades.
Habrá que esperar a encuestas sucesivas para ver la evolución que experimentan las sociedad islámicas. Hasta ahora, el Pew Research Center ha realizado encuestas enfocadas a otros temas, como las tensiones religiosas en el África subsahariana o unidad y diversidad en el mundo musulmán. El estudio aquí resumido se refiere a las actitudes políticas y sociales de los musulmanes y revela que, en sustancia, son más moderadas de lo que se cree en el mundo occidental, sobre todo a partir de los atentados del 11-S y de la oleada de violencia desencadenada tras las guerras de Iraq y Afganistán.
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