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Rubalcaba hasta en el gazpacho

las encuestas anuncian que tiene menos futuro que un águila con vértigo

A pesar de las tórridas temperaturas que soportamos es evidente que están empeñados en que hablemos de Rubalcaba, puro cambio, un día sí y otro también. Sudar la gota gorda es poco, el ejercicio es agobiante. Entre que no se va del Gobierno, aunque la mezcla de intereses resulta ya más que incompatible, y que cada declaración pública que hace es un monumento a la inconveniencia, no nos libramos de Rubalcaba, y eso que las encuestas anuncian que tiene menos futuro que un águila con vértigo. Da lo mismo, Rubalcaba hasta en el gazpacho reparador.
 
Pedir consejo a los diplodocus del PSOE, tipo Felipe González, Almunia o Borrell, ha sido la penúltima iniciativa de Rubalcaba. Allá él, dirán algunos. Cada uno se suicida como quiere y desde luego el consejo de González y sus mariachis a estas alturas de la historia de España no brinda nada bueno, útil, provechoso ni interesante. Mejor para sus adversarios, se repite.
 
Si el pasado lunes fue María Dolores de Cospedal la que calificó de "casi delictivo" tener la solución contra el paro y no aplicarla, en alusión a unas declaraciones de Rubalcaba en las que aseguró que sabía lo que había que hacer para que en España se crease empleo,  Soraya Sáenz de Santamaría r ha reclamado en el Congreso de los Diputados la "inmediata dimisión" de Rubalcaba por entender que su permanencia en el Ejecutivo supondría "abuso de poder, incompatibilidad manifiesta y arbitrariedad".
 
Aguanta en el triplete oficial (vicepresidente, Interior y portavoz) porque le permite un protagonismo que no tendría de ninguna forma como un simple candidato, lastrado por su pasado político, por el presente que le añade Zapatero y por el futuro aciago que cabe depararle. Pitos, flautas y un monotema. ¿Qué habrá desayunado hoy Rubalcaba?

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